Smart grid, las redes eléctricas que el futuro necesita

Jorge A. Hernández    28 abril, 2024

Las crisis energéticas son un tema recurrente, especialmente en épocas de cambio climático y sequías. En medio de estos desafíos, las redes energéticas deben volverse más eficientes y convertirse en algo más: bienvenidos a las redes inteligentes (smart grid).

La Agencia Internacional de Energía, también conocida como IEA por sus siglas en inglés, lo expresa claramente: «las redes inteligentes o smart grid son redes eléctricas que utilizan tecnologías digitales, sensores y programas informáticos para ajustar mejor la oferta y la demanda de electricidad en tiempo real, minimizando los costos y manteniendo la estabilidad y fiabilidad de la red».

Tradicionalmente, las redes eléctricas, desde su mismo origen en 1882 de la mano de Thomas Alva Edison, han operado de forma unidireccional. La electricidad viene de un lado donde se genera y va hacia un usuario al final de la línea que la consume, pero eso cambia con las Smart Grid.

Anteriormente, las redes eléctricas eran redes pasivas, sin inteligencia y con mecanismos de medición ineficientes. Sin embargo, con el avance tecnológico, la nueva generación de redes permite recibir información en tiempo real de un conjunto de sensores para tomar medidas al instante.

De hecho, según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), las redes inteligentes se basan en tres aspectos fundamentales: información, inteligencia y acción. Y donde más información se tenga, mayores serán las alternativas de acción. Todas estas decisiones se toman mediante dispositivos de control, normalmente dispersos pero coordinados, y en tiempo real.

Devolviendo energía a la red

Fuera de los sensores inteligentes, uno de los aspectos más interesantes de las redes inteligentes es que permiten un flujo bidireccional de electricidad y datos. Es decir, no hablamos de una red pasiva sino de una activa, donde incluso algunos usuarios pueden almacenar energía, devolverla a la red y ser recompensados por ello.

Para ser más precisos, imagine que tiene paneles solares en su casa; estos paneles generan energía que en un día soleado puede superar lo que consume. ¿Qué pasa con la energía sobrante? Existen tres opciones: se desperdicia, se almacena en baterías o se puede devolver a la red eléctrica, claro está, si esta es una red inteligente.

Esta devolución de energía permite a los propietarios obtener créditos por el exceso de electricidad que generan. Estos créditos pueden utilizarse para compensar futuras facturas de electricidad. Otra opción es donar esa energía eléctrica a organizaciones de caridad. Pero estas son apenas algunas opciones de una tendencia en desarrollo.

Estado, tendencias y retos de las Smart Grids

Según la firma analista Markets and Markets, el mercado mundial de redes inteligentes se valoró en 43.100 millones de dólares en 2021 y se espera que crezca hasta los 207.820 millones de dólares en 2030, con una tasa de crecimiento anual compuesta (CAGR) del 19.9% de 2023 a 2030.

Sin embargo, en este brillante futuro financiero, las redes inteligentes deberán superar diversos retos como la integración de múltiples fuentes de energía (Distributed Energy Resources o DERs), cada una con diversos sistemas tecnológicos, algunos de ellos obsoletos.

Por otro lado, está el incremento en la demanda de consumo que se ve venir con el aumento en el mercado de coches eléctricos o la crisis energética actual en medio de un creciente consumo de energía. De hecho, la misma IEA fue creada en 1974 por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) tras la crisis del petróleo de 1973.

Pero, así como se ven retos, también algunas herramientas pueden ayudar en esta transición como el uso de Inteligencia Artificial, que permitirá optimizar, predecir y administrar las redes de una forma más eficiente.

También está el surgimiento de nuevas tendencias como las microgrids, que son pequeñas redes que pueden funcionar de forma independiente o en conjunción con la red principal. Ofrecen una serie de ventajas, como una mayor resiliencia, una reducción de los costos energéticos y una mejora de la calidad de la energía.

Lo único que se puede decir con certeza es que las smart grids son una necesidad en un mundo sediento de energía y por ello seguirán creciendo.

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