La importancia y los desafíos que enfrenta el sistema de cifrado RSA

Jorge A. Hernández    26 enero, 2025

Aunque el nombre RSA no sea conocido por muchos, sin duda lo han usado. Se trata del sistema de encriptación de datos que ha respaldado el desarrollo de las transacciones en línea y ha formado el mundo como lo conocemos. Sin embargo, su futuro se ve amenazado por nuevas tecnologías. Conozca esta transición.

Probablemente ni siquiera Ron Rivest, Adi Shamir y Leonard Adleman dimensionaron el impacto que tendría el invento que lanzaron al mercado en 1977 y que tomaría su nombre de las iniciales de sus creadores: RSA (Rivest, Shamir y Adleman). Un estándar de encriptación en el que se basaría Internet y el comercio electrónico.

En términos sencillos, el RSA vino a resolver un problema de la época: enviar archivos codificados sin necesidad de tener la misma llave. Recordemos que estas llaves de encriptación son cadenas de caracteres que se usan para cifrar datos. Antes del RSA, tanto el receptor como el emisor usaban la misma clave (cifrado simétrico), pero la revolución llegó con las llaves públicas.

RSA innovó ofreciendo un sistema que usa llaves públicas para encriptar los datos y llaves privadas para decodificarlos. Gracias a esto, fue posible facilitar el envío de archivos cifrados usando una llave pública (conocida por todos) y una privada (secreta), lo que sembró las bases para el envío de información privada en internet y que fue adoptado por la banca, empresas, plataformas de comercio, etc.

Como dato curioso, y aunque fue revolucionario para su época, existió un antecesor del RSA desarrollado por Clifford Cocks para el gobierno británico en 1973 y que fue mantenido en secreto hasta 1997. Ambos sistemas usan la factorización para encriptar los datos, generando operaciones matemáticas avanzadas más allá del poder de cómputo convencional.

Las nuevas amenazas

Si bien el RSA ha sido un sistema exitoso y probado a lo largo de los años, la computación cuántica amenaza con cambiar la forma en que se cifran los datos. Para colocarle un nombre concreto, el problema llegó con el nombre del algoritmo de Shor.

El culpable es el matemático estadounidense Peter Shor, que en 1994 desarrolló un algoritmo que lleva su nombre. En esencia, es un algoritmo cuántico que sirve para descomponer en factores un número entero grande, lo que en términos prácticos significa que podría romper los sistemas de cifrado tradicionales.

Y no está solo; tan solo dos años después de su creación, llegó el algoritmo de Grover. Creado por Lov Grover en 1996, el algoritmo de Grover también pone en jaque los sistemas tradicionales de seguridad al facilitar la búsqueda de claves criptográficas.

Estos hallazgos, junto a la mejora del hardware cuántico, motivaron el nacimiento de una nueva criptografía. La criptografía post-cuántica (PQC) no es nueva, se viene trabajando en ella desde la década de los noventa y se han realizado varios avances y propuestas, donde una de las más prometedoras es la “criptografía basada en retículos”, que es un sistema de cifrado basado en estructuras geométricas propuesto por investigadores como el profesor del MIT, Chris Peikert.

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Foto de Freepik

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