Ataques API: ¿un nuevo blanco para los criminales?

Jorge A. Hernández    4 mayo, 2025

Las Interfaces de Programación de Aplicaciones (API) son los puentes que conectan el mundo moderno. Desde las instituciones bancarias hasta los servicios de salud y gobierno, las API están por todas partes, y esa ubicuidad las ha convertido en un objeto de deseo para los criminales.

¿Sabía que entre enero de 2023 y junio de 2024 se registraron 108.000 millones de ataques a API? Esta cifra, extraída del estudio «Digital Fortresses Under Siege» elaborado por Akamai, revela una realidad: estos eslabones que unen al mundo digital tal como lo conocemos están en riesgo.

Las razones de esta tendencia obedecen a varias causas, pero especialmente a una: su popularidad. El 70 % del tráfico de Internet se ejecuta a través de las llamadas a API, según el informe «Continuous API Sprawl: Challenges and Opportunities in an API-Driven Economy» de F5, y esta cifra continúa creciendo.

¿Qué son las API?

Según Gartner, una interfaz de programación de aplicaciones (API) es una interfaz que proporciona acceso programático a la funcionalidad y datos de un servicio dentro de una aplicación o una base de datos. Dicho de otra forma, las API son los puentes que permiten a las empresas modernizar sus sistemas heredados, construir arquitecturas nativas de la nube e integrar servicios de terceros.

Pero esta dependencia de las empresas modernas y la manera como manejan datos sensibles las convierten en objetivos atractivos para los ciberdelincuentes. A medida que las organizaciones dependen cada vez más de las API, la superficie de ataque se expande.

Y como si el tráfico no fuera suficiente, las transacciones generadas por la “API economy” son otro aliciente, se trata de un mercado que superará los 14.200 millones de dólares para 2027, según estadísticas de Kong.

¿Cómo son los ataques a API?

En términos simples, los ataques a las API consisten en explotar vulnerabilidades en las interfaces de programación para obtener acceso no autorizado, extraer datos sensibles, interrumpir servicios o manipular la lógica de sistemas informáticos. De forma más específica, sus principales modalidades son:

  • Ataques de inyección: Consisten en insertar código malicioso (como SQL, comandos del sistema operativo o scripts) en las solicitudes de la API para ejecutar acciones dañinas o acceder a información confidencial.
  • Ataques de intermediario (Man-in-the-Middle, MITM): El atacante intercepta y potencialmente modifica la comunicación entre el cliente y el servidor API, permitiendo el robo o la alteración de datos transmitidos.
  • Denegación de servicio (DoS/DDoS): Los atacantes envían una gran cantidad de solicitudes a la API para saturar sus recursos, ralentizando o bloqueando el servicio para usuarios legítimos.
  • Brechas de autenticación y autorización: Explotan implementaciones deficientes en los mecanismos de autenticación o autorización, permitiendo el acceso no autorizado a cuentas, datos o funciones restringidas.
  • Exposición de datos sensibles: Ocurre cuando la API entrega más información de la necesaria en sus respuestas, permitiendo que los atacantes obtengan datos confidenciales.

Y como ocurre con múltiples incidentes de ciberseguridad, para enfrentar estos ataques API no existe una solución única y en su lugar es un conjunto de medidas y procesos que involucran tecnología, procesos y cultura, todo enmarcado en una estrategia de ciberseguridad robusta.

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