Ciberactivismo, otro vector de riesgo empresarial

Jorge A. Hernández    9 diciembre, 2021

En el día mundial de las redes sociales, el 30 de junio, se dio a conocer que el ciberactivismo en Colombia había crecido 35% y que cada día se creaban nuevas  peticiones de los ciudadanos. Pero ¿exactamente en qué consiste este fenómeno y cómo afecta la sociedad y sus empresas?

Comencemos con el término. El ciberactivismo es definido como “la actitud o comportamiento de las personas que utilizan las tecnologías de la información y la comunicación para participar en movimientos, especialmente de tipo político o social”.

Y su influencia ha sido tal que existen diversas organizaciones que lo promueven como Change.org, Oxfam Intermón, Amnistía Internacional, Greenpeace, y la Electronic Frontier Foundation, entre muchas otras. 

Y aunque, en esencia, el ciberactivismo no es una amenaza dirigida específicamente a entidades privadas, la realidad es otra. Y por ello encontramos ataques contra petroleras, laboratorios e incluso iglesias, entre innumerables verticales del mercado. 

¿Ciberactivismo o cibercrimen?

El problema se vuelve más complejo cuando algunos de los hackers involucrados en algunas “iniciativas” piden dinero para devolver la información capturada en sus ataques. Incurriendo así en una modalidad criminal conocida como ransomware.

O cuando los resultados de las ciberactividades tienen pérdidas multimillonarias que amenazan los empleos de miles o violan los derechos de otros. En Colombia, por ejemplo, los correos de senadores y soldados fueron dados a conocer en un ciberataque de Anonymous.

El ciberactivismo, recordemos, tiene varias caras siendo el ambientalista uno de los más conocidos. Dentro del mismo encontramos variaciones como el animalista, antipolución, el dirigido contra el uso de pesticidas y transgénicos, etc.

También está el que lucha por la inclusión e igualdad de derechos de comunidades. Está el ciberactivismo político que incluye ciberprotestas e incluso los que luchan por los espacios de convivencia (el urbano).

Y aunque sus métodos a veces sean censurables, saboteando empresas y perjudicando a ciudadanos inocentes, el ciberactivismo también es una forma de expresión cada día más aceptada en todo el mundo. En otras palabras, las empresas deben aprender a vivir con ellas.


De esta forma, el ciberactivismo aunque de por sí sea ajeno a cualquier vertical de mercado debe ser tomado en cuenta dentro de la gestión de riesgo de todas las empresas. Después de todo vivimos en un mundo conectado donde cualquier publicación en Internet puede sacudir una industria

Foto de Jakob Owens en Unsplash

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