Supermotivación: ¿te motivas o te motivan?

Alfonso Alcántara    24 junio, 2020
Supermotivación

—Martínez, ¿por qué no está usted trabajando?

—Es que no le vi llegar, jefe.

¿Qué te motiva de verdad? ¿Te motivas o te motivan? ¿Te enfocas más en preparar el futuro o en disfrutar el presente?

¿Tu vida es una búsqueda de “éxitos” o es más una evitación de problemas? ¿Dispones de muchas y variadas motivaciones o de pocos y seleccionados intereses?

¿Estás motivado en muchos y variados contextos o solo en unos pocos y específicos? ¿Cuáles de tus motivaciones compiten entre sí?

¿Solo trabajas cuando es necesario? ¿Prefieres que te asignen tareas y no tener responsabilidad? ¿O disfrutar de independencia e iniciativa?

A nivel profesional, ¿qué te motiva ahora? ¿Qué te gustaría que te motivara mañana? ¿Cuál sería tu estilo de motivación “perfecto”?

En este artículo no voy a pedirte que salgas de tu zona de confort, sino que la hagas más grande.

Sí, vamos a hablar de motivación profesional, pero no de una forma abstracta o conceptual, sino de una manera aplicada que te permita evaluar tu actual “estilo motivacional” para avanzar hacia el que tal vez querrías tener.

Para analizar tu motivación, deberás responder a algunas preguntas para hacerte consciente de las seis claves que determinan qué nos motiva, cómo nos motiva y cuándo nos motiva, sea en la empresa, en la carrera o en tu vida no profesional.

Las 6 claves de la supermotivación

Te adelanto que las seis variables que configuran la “supermotivación” son la autonomía, el autocontrol, el “signo motivacional”, la diversificación de motivadores, la generalización de la motivación y la competencia entre intereses.

Espero que estés suficientemente motivado, al menos para llegar hasta el final del artículo.

1. Autonomía. ¿Te motivas o te motivan?

No es lo mismo cobrar por tu trabajo que solo trabajar por dinero.

La autonomía de una persona es el balance entre los intereses que dependen de la propia persona, de sus competencias actuales y de sus experiencias anteriores; y los motivadores que dependen de otras personas o de factores ajenos relacionados con el contexto.

Un profesional es más «autónomo» en la medida en que obtiene más satisfacción laboral por el cumplimiento per se de sus obligaciones y por la consecución de sus objetivos, que por el reconocimiento o la remuneración que puedan llevar asociados.

2. Autocontrol. ¿Te enfocas en preparar el futuro o en disfrutar el presente?

El nivel de autocontrol de una persona es el balance entre la influencia que tienen sobre su vida personal y/o profesional los motivadores que puede conseguir inmediatamente o a corto plazos; y, por otro lado, los motivadores que puede obtener a medio o largo plazos pero que tienen mayor valor que los primeros.

Por ejemplo, entendemos que una persona muestra autocontrol cuando planifica y persigue la consecución de un objetivo o carrera profesional con la suficiente dedicación y durante un periodo de tiempo prolongado, rechazando o evitando otras “tentaciones” muy satisfactorias en el corto plazo, pero que le alejarían del camino marcado.

3. Signo motivacional. ¿Tu vida es una búsqueda de “éxitos” o una evitación de problemas?

Si reducimos la personalidad a meras etiquetas contrarias, podríamos decir, por ejemplo, que existen dos tipos de personas: las que se pasan la vida persiguiendo lo que les interesa y las que la pasan evitando lo que les disgusta.

¿Los perdedores hacen lo que alivia tensiones, mientras que los ganadores hacen lo que logra objetivos?

Este tipo de citas “liberales” que fomentan el “si quieres, puedes”, quedan muy bien en los libros de autoayuda y de management de aeropuerto, pero la realidad es diversa y compleja.

La dualización ganadores/ perdedores o valientes/ cobardes es una simplificación injusta y, sobre todo, incorrecta, porque nuestros comportamientos son diferentes en función de contextos diferentes. Dicho de otra forma, podemos comportarnos de forma proactiva en unos casos y de manera conservadora o evitadora de riesgos, en otros.

Se puede estar motivado “en positivo” para obtener logros y reconocimientos en una ocupación o ámbito profesional muy específico, a la vez que motivado “en negativo” respecto a otras ocupaciones o tareas menos interesantes o gratificantes, lo que suele tener como consecuencia esforzarse por evitarlas.

Solemos intentar “escapar” de las obligaciones y actividades menos agradables, por ejemplo, cumpliendo lo antes posible para volver a dedicarnos a nuestros intereses.

También evitamos el trabajo que no nos motiva asignando su desempeño a otras personas, incluso pagando por ese servicio; retrasando su realización el mayor tiempo posible; o, en último extremo, no encargándonos de ellas, lo que puede acarrear nuevas tareas añadidas y más gravosas.

El signo motivacional es el balance entre la influencia de la motivación positiva y el peso de la motivación negativa en la vida personal y profesional.

No es lo mismo trabajar porque “no queda más remedio”, por ejemplo, para evitar quedarse sin ingresos (motivación negativa), que trabajar porque se disfruta de las ventajas que implica tener trabajo y trabajar: relaciones, desarrollo, reconocimiento y un nivel de ingresos mayor.

Para planificar y mejorar la carrera y el desempeño en la empresa actual, es importante evaluar el signo motivacional de nuestros comportamientos profesionales.

4. Diversificación. ¿Dispones de muchas y variadas motivaciones o de pocos y seleccionados intereses?

Si te interesa casi todo, casi todo puede ser una oportunidad. Y un disfrute.

Los profesionales con mayor diversidad y número de motivaciones e intereses tienen también más posibilidades de vivir y trabajar de forma activa y curiosa, de aprender y de relacionarse, y de reinventarse profesionalmente con más facilidad.

Es verdad que motivarse e interesarse no son actitudes que puedan generarse de forma espontánea o por decisión propia.

Las personas no pueden elegir sus motivadores e intereses a corto plazo, pero sí pueden planificar la forma de vivir y de trabajar para potenciar los actuales y hacer surgir otros nuevos.

La vocación no se espera, se construye. Nos puede interesar casi todo si le damos una oportunidad.

5. Generalización. ¿Estás motivado en muchos y variados contextos o solo en unos pocos y específicos?

¿Te comportas de forma mucho más agradable con los amigos que con la familia? ¿Tratas peor a un camarero que a un compañero de trabajo?

¿Eres muy trabajador cuando se trata de realizar tareas individuales, pero muy poco dedicado cuando la labor exige trabajo en equipo?

¿Te sientes confiado y seguro en entornos que ya conoces o dominas de alguna forma, pero huraño en contextos nuevos?

Hay profesionales que se muestran “incoherentes” o muy cambiantes a nivel motivacional. Esa discontinuidad o intermitencia significa que las “ganas de actuar” dependen mucho de factores concretos, como el momento, las personas implicadas, la situación, las competencias exigidas y lo que se puede ganar o perder.

Nunca estamos “motivados en general”, nuestra motivación siempre es contextual, pero un gran variabilidad en esa motivación puede generar estilos de vida profesionales poco eficientes y problemáticos, también para los demás.

En este mundo solo existen dos tragedias, una es no obtener lo que uno quiere y la otra es obtenerlo. George Bernard Shaw.

El concepto “generalización de la motivación” se aplica, como hemos visto, a la capacidad de motivarnos en diferentes contextos y para diferentes objetivos.

Pero también podemos hablar de motivadores generalizados, que tienen una gran y continua influencia en todos los contextos.

Hay intereses que, una vez satisfechos, pierden durante un tiempo la capacidad de volver a activarnos. Es el caso de la comida y de las relaciones sexuales. Solo el paso del tiempo puede devolverles su valor motivacional.

Pero existen otros motivadores personales y profesionales que mantienen su influencia más allá del tiempo y de la frecuencia con que los consigamos. Nunca nos cansamos de ellos, nunca nos sacian y por eso influyen poderosamente en nuestro comportamiento.

Seguro que ya has adivinado cuáles son esos motivadores generalizados: el dinero y la atención social.

El dinero debe entenderse como poder para acceder a cualquier recurso y al resto de motivadores, que además provee de forma indirecta de relaciones y atención social. Incluso cuando una actividad profesional ya reporta importantes ingresos, el dinero seguirá siendo un motivador igual de importante, porque más dinero significa más reconocimiento profesional y más poder.

Por otro lado, la atención social es un motivador especialmente relacionado con el reconocimiento y el placer que se obtiene de las relaciones profesionales y no profesionales.

El contexto laboral es un proveedor de estos dos reforzadores mucho más efectivo que otros contextos no profesionales, de ahí que el trabajo tienda a convertirse en un entorno muy motivador, más cuanto más atractivas sean las condiciones en que se realiza su desempeño.

6. Competencia. ¿Cuáles de tus motivaciones compiten entre sí?

La “competencia entre motivadores” en un mismo contexto y objetivo puede generar situaciones estresantes, debido a que nuestra tendencia es maximizar beneficios.

Dedicar tiempo y esfuerzo al entorno laboral puede reportar reconocimiento social y profesional por la superación de objetivos y proyectos; ingresos elevados y relaciones interesantes. Todas estas motivaciones compiten, por ejemplo, con los motivadores del entorno familiar o con motivadores no profesionales.

Si nuestros motivadores personales son débiles o menos numerosos respecto a los motivadores laborales, la vida profesional nos parecerá más interesante que la personal o familiar, y viceversa.

Muchas personas declaran, incluso con cierta solemnidad, que “lo primero es la familia”; sin embargo, dedican más tiempo y energía al trabajo del que es necesario según sus obligaciones. Y es que el estilo de vida y las prioridades no las establecen las intenciones, sino la agenda.

¿Dedicar numerosas horas extras y fines de semana a actividades formativas o de caracter profesional pero voluntario? ¿O dedicar ese tiempo a “ver crecer” a los hijos, disfrutar y fortalecer la relación de pareja y generar hábitos e intereses no profesionales para tener una vida más equilibrada?

No existe un estilo de vida mejor que otro, lo importante es ser conscientes de cuál es nuestro estilo actual, para no engañarnos ni engañar, para valorar si hay coherencia entre lo que decimos que queremos y lo que estamos haciendo.

Para evitar y prevenir situaciones estresantes y conflictos personales y profesionales, hay que evaluar la competencia entre intereses y motivadores importantes que se produce en cada contexto y en cada momento vital y profesional. Y tomar decisiones al respecto.

Obviamente, no hay conflicto cuando tus motivadores o intereses son compatibles. Un caso ilustrativo es que los amigos de una persona también sean los compañeros en el trabajo, por lo que se puede obtener el placer de trabajar y el placer de la compañía de esos amigos.

La confluencia personal-profesional de los motivadores se revela también en el hecho de que muchas parejas inician su relación como compañeros en la empresa.

Dejamos pendiente este debate: ¿esta concentración de intereses y relaciones en el ámbito profesional es saludable o equilibrada?

Y, ahora, la pregunta importante: ¿Cómo vas a empezar a cultivar tu supermotivación?

No podemos elegir sentirnos motivados, pero sí podemos decidir qué hacer para motivarnos mejor.

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