Desigualdad digital: ¿quién se beneficia de Internet?

Andrés Macario    11 septiembre, 2018

La penetración de Internet en la sociedad actual es altísima. El mundo físico y el digital se han entremezclado hasta el punto de que no se aprecian los límites. Renunciar al uso de Internet es quedarse en un segundo plano en todos los ámbitos de la vida, tanto social, como económico o político. Pero ¿tenemos todos los ciudadanos el mismo acceso a Internet? O, dicho de otra forma, ¿nos beneficiamos de la misma manera todos los ciudadanos de Internet? Las diferencias existen, sobre todo, en el cómo y para qué lo usamos, es decir, en las habilidades digitales y los patrones de uso.

Los que nos consideramos población activa estamos acostumbrados a la gestión online, tanto en el ámbito personal como en el profesional. Los canales offline son cada vez más escasos y tortuosos y, en algunos casos, inexistentes. Esta revolución digital que, sin duda, está cargada de ventajas, puede estar, sin embargo, irrumpiendo en una igualdad de acceso a servicios y prestaciones que se había logrado con mucho tiempo y recursos. Según el estudio de Cecabank y Funcas, «Las desigualdades digitales. Los límites de la Sociedad Red”, entre los grupos sociales menos favorecidos para el uso de internet se encuentran los pensionistas, en confrontación con los estudiantes y las personas laboralmente activas. Las diferencias entre unos ciudadanos y otros vienen determinadas por género, edad, etnia, situación laboral, nivel educativo y otros muchos factores.

La necesaria inclusión digital de los mayores

Las personas mayores son una parte importante y creciente de la sociedad española, tanto en número como en términos de renta. Según la ONU, en 2050 los mayores representarán el 40% de la población española, lo que podría convertirnos en el país más envejecido de Europa, ya de por sí viejo continente. Una sociedad avanzada y democrática no puede permitir que un grupo social tan relevante quede excluido de la vida social por no contar con las habilidades digitales necesarias. Por eso el papel de la administración es incentivar la inclusión digital de los mayores y suavizar la brecha digital por cuestión de edad.

Algunas de las razones por las que los mayores no suelen estar en contacto con el mundo digital son la baja estima de sus habilidades y la falta de interés. A medida que las personas envejecen son más conscientes del deterioro de sus capacidades, no se ven lo suficientemente válidos y surge la ansiedad digital. Además, disminuye la audacia, lo que provoca que se pierdan las ganas de innovar y asumir riesgos. Esto explica que muchos mayores se mantengan al margen.

Aun así, dentro de la población mayor existen diferencias. Los factores de género y educación, cruzados con la variable edad, dan lugar a diferencias por subgrupos. Por ejemplo, los mayores que han recibido educación utilizan más internet que los que no. Las mujeres mayores suelen usarlo menos que los hombres, y además estas optan más por el placer y el entretenimiento, mientras que ellos buscan la utilidad.

La labor de los gobiernos está en incentivar el conocimiento en TIC y el aprendizaje digital como propulsor de la modernización económica y social. Por otro lado, las empresas también pueden sacar partido a esto para intentar sensibilizar a los mayores. Una de las propuestas del estudio es adaptar las páginas web a sus capacidades auditivas, psicomotrices, ofreciendo un contenido diferente, ya que son un segmento muy distinto y la información que reciben no puede ser igual que la que reciben, por ejemplo, los jóvenes.

Por el lado de la tecnología, el avance más esperado en innovación es que la tecnología digital universal pueda ser utilizada incluso sin conocimientos específicos, al igual que no son necesarios para utilizar un electrodoméstico o cualquier aplicación de la electricidad a la vida cotidiana. Es decir, que es la tecnología la que se tiene que poner al servicio del ciudadano, y no al contrario. También en este ámbito surgirán oportunidades de negocio.

La brecha digital de género

La representación femenina en el mundo profesional digital es bastante baja, ahondando la brecha digital la brecha de género. Según datos de Eurostat, menos del 17% de los empleos en TIC están ocupados por las mujeres europeas, habiendo caído el porcentaje en seis puntos en la década entre 2006 y 2016 (últimos datos publicados). La situación es aún más grave en España ya que en dicha década las mujeres han pasado de ocupar el 20% de los empleos tecnológicos a suponer sólo el 15% en la fecha más reciente. Además, en la vida cotidiana, según el mencionado estudio, el nivel de habilidades digitales de las mujeres es inferior al de los hombres, siempre refiriéndose a medias y no a casos particulares. Esta brecha de género digital también se manifiesta en la heterogeneidad del uso.

El estudio trata de explicar este fenómeno a partir de varios factores. Si examinamos los comportamientos en las edades más tempranas, podemos observar que en general los chicos tienden a familiarizarse de manera más temprana con los ordenadores que las chicas, ya que suelen jugar más a videojuegos. Esto se refleja más adelante en una mayor conexión masculina con la tecnología digital y en una manera de trabajar con las TIC más eficiente. Los factores culturales y de educación se encuentran por tanto, una vez más, en el origen de la brecha digital.

Otros factores que explican la infrarrepresentación femenina en el mundo digital, según el mencionado informe, son la falta de confianza y la ansiedad que sufre este género. Las mujeres tienden a subestimar sus capacidades matemáticas e informáticas. Según Eurostat, sólo el 17% de los estudiantes de tecnologías de la información son mujeres en Europa, el 13% en España (últimos datos de 2015). Si hablamos de ciencias e ingeniería, sin embargo, el porcentaje de profesionales mujeres se eleva al 40% en la UE y 48% en España. Además, los roles de género también influyen en las decisiones que toman las personas, lo que provoca que las mujeres tiendan a formarse en otro tipo de actividades.

Según el estudio, las diferencias de género son más palpables cuando se trata de habilidades digitales complejas que en los niveles más básicos. Parece importante la intervención de la administración para conseguir que la digitalización reduzca la brecha de género y también las campañas de sensibilización para niños y niñas, ya que según muestran los datos, el problema se debe más a un componente sociocultural que a diferencias innatas por género.

Los jóvenes, ¿nativos digitales?

Normalmente se asume que los jóvenes tienen un talento digital innato y se habla de “generación net” o de “nativos digitales”. Se asume que el hecho de haber nacido en una época en la que el uso de los medios digitales está más normalizado, implica directamente que las personas jóvenes, simplemente por serlo, se beneficien mucho más de Internet que las mayores y podemos pensar que todas por igual por tratarse de un grupo homogéneo. La edad es un factor muy determinante a la hora de explicar la inmersión de las personas en Internet. No obstante, dentro de la población joven se encuentran muchas diferencias, sobre todo entre patrones de uso, lo cual implica un diferente grado de beneficio obtenido del uso de internet, más que un distanciamiento entre quien es usuario de Internet y quien no.

En el problema de la brecha digital influyen otros muchos factores y fenómenos sociales. Las personas que viven en zonas urbanas muestran mayores niveles de uso de Internet que las que viven en zonas rurales, algunas incluso sin una conexión adecuada. Las personas con mejor nivel socioeconómico, mayores rentas y un alto nivel educativo obtienen mayores beneficios reales de Internet. La posesión de un portátil propio también da a una persona mucha más autonomía, y esto se relaciona con un uso más sofisticado de Internet, como actividades relacionadas con la banca electrónica. El estudio defiende que la situación de los jóvenes es muy variada dependiendo mucho del contexto y de lo favorable que sea la situación de la persona.  En nuestras manos y en las de los gobiernos queda hacer que Internet sirva para disminuir la desigualdad o para lo contrario.

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