Cómo mejorar el rendimiento de equipos en situaciones de estrés

Juan Luis Manfredi    2 abril, 2020
Situaciones de estrés

Son días complicados. En lo personal, basta con leer las noticias que nos llegan. Aquí y allá todos tenemos algún familiar, amigo o conocido que ha pasado por los males de la pandemia.

Poco a poco, vamos viendo las magnitudes de la crisis y el impacto económico en organizaciones, empresas y proyectos emprendedores.

Los números son complicados y la política económica tendrá que acertar en el medio plazo, pero ¿qué hacemos con los equipos con quienes trabajamos?, ¿cómo podemos reorientar la gestión del talento ante una situación de shock emocional y económico?

Consejos para situaciones de estrés

Estar en casa, confinados, no es una tarea sencilla para quien no está acostumbrado a fórmulas de teletrabajo.

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Por eso mismo, escribo estas líneas para pensar cómo bregar y tratar de obtener el mejor rendimiento de los equipos en situaciones de estrés. Aquí van mis recomendaciones para este periodo.

Manejo de la complejidad y la incertidumbre

El primer aspecto que hay que considerar es el manejo de la complejidad y la incertidumbre.

No existe un caudal de información que permita tomar decisiones estables. No sabemos qué efectos tendrá en la oferta o en la demanda, ni cómo reaccionarán los clientes finales o los proveedores e intermediarios. Desconocemos casi todo, porque la salud es un bien público troncal que distorsiona todo lo que sabíamos sobre el negocio.

Por eso, el primer hito es aprender que la organización tendrá que cambiar y adaptarse a nuevas dinámicas sociales. Quizás sea la implantación de uno o dos días sistemáticos de teletrabajo. O el uso intensivo de tecnologías digitales para la relación con clientes o el manejo de big data real, aplicado a tu sector y tu empresa.

Procura extraer alguna lección para el tiempo inmediato y agilizar las decisiones: la primera lección es que adaptarse facilita la supervivencia. No esperes a que todo vuelva a la “normalidad”.

Equipo cohesionado

La segunda clave para el rendimiento es la construcción de un sentimiento de equipo cohesionado en torno a un proyecto común.

Quizás no lo habías trabajado antes, sostenido sobre un modelo de liderazgo transaccional. Para operar en una situación de estrés, el equipo debe tener un sentido compartido de proyecto, conocer la sostenibilidad a largo plazo y contar con un bien común.

El alto rendimiento no procede del salario, sino de la sensación de pertenencia.

Hacer equipo solo es posible con una comunicación fiable y transparente, con la asignación de responsabilidades, con cierto grado de confianza recíproca y con una promesa de valor clara, no solo económica.

La consistencia interna es lo primero que se resiente en situaciones de estrés, por lo que revisa para ahora, para esta crisis, los principios, los indicadores y los incentivos. No esperes.

Liderazgo distribuido

El tercer punto en la estrategia de alto rendimiento es la apuesta por el liderazgo distribuido. Consiste en confiar parte de los problemas y de las soluciones en las personas del equipo.

Hay que estimular las propuestas innovadoras, las apuestas, la toma de decisiones. Cada uno, en su casa, puede contribuir a que el proyecto siga adelante. Porque el trabajo será un estado mental, una forma de estar e implicarse antes que una presencia física o por videoconferencia.

Uno tiene habilidad para la venta online; otra puede rediseñar las operaciones. Promueve que estos nuevos liderazgos fluyan y ocupen espacios de responsabilidad que en un entorno ordenado y jerárquico no se producirían. Además, te servirá para repartir la carga de estrés.

Es el futuro que nos espera y el aprendizaje que puede adelantar: la dirección por confianza y no por control o acumulación de horas, cuadros de mando o tablas de aplicaciones.

Foco en los procesos y la excelencia

Concentra los esfuerzos en la excelencia y los procesos. El estrés puede desorientarnos en lo fundamental y provocar una cierta miopía empresarial.

En estas semanas, la tarea consiste en cumplir con aquello que puedes controlar (atención al cliente, diseño de producto, colaboración, reuniones virtuales, formación continuada) y aparcar la evaluación por resultados (venta, expansión comercial, internacionalización).

La lección aquí es sencilla: cuando se recupere la actividad económica, que se recuperará, tu empresa tiene que estar a punto para recuperar la gestión por resultados. Tendrá lista la maquinaria interna: tómalo como una parada biológica.

No a la impaciencia

Evita la impaciencia y huye de la sobrerreacción. Tú y tu equipo. Los dos tenéis derecho a equivocaros, a cambiar las rutinas, a descartar eso que parecía tan importante, a no volver a participar en una videoconferencia en hora punta, a no sobrecargar de tareas.

No pasa nada si, en una situación de desconcierto, se cambia de decisión. Lo importante es mantener el rumbo general, la hoja de ruta del proyecto. Puedes llamarlo misión, visión o propuesta de valor. La clave es que ese núcleo emprendedor no varíe por el nerviosismo de no vender lo esperado en este trimestre. Pon a prueba tu asertividad y tu empatía en el puesto de trabajo. La vas a necesitar.

A modo de conclusión, te animo a una reflexión. El proyecto empresarial ha estado sometido a una enorme presión y es una oportunidad para revisar la propuesta de valor. Prácticamente, se ha parado un mes la actividad económica.

Aprovecha para preguntarte qué inercias se han parado y no tienes que retomar. Piensa quién te ha echado de menos (clientes, proveedores, puntos de venta, comerciales) y quién no ha notado tu ausencia. Es el momento de reiniciar el trayecto ligero de rutinas sin valor añadido.

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