Cómo pueden los algoritmos orientar a un alumno para elegir su carrera profesional

Lluis Serra    10 octubre, 2019
carrera profesional

A principios del pasado mes de junio fiché como orientador profesional para una multinacional, y después de pasarme los tres meses de verano formándome en el programa “meorienta”, he llegado a la conclusión de que la carrera profesional de una persona no empieza al entrar en el mercado laboral, sino en el periodo final de la ESO, justo en el momento de decidir los estudios superiores. El momento de elegir un bachillerato condicionará el grado universitario del alumno y esté la profesión.

En el momento de esta importante decisión, la mayoría de los alumnos se agrupan en dos áreas:

  • El 75% son los que eligen su carrera por pasión, que es igual que decir «me gusta el fútbol y estudiaré en el INEF».
  • El 25% lo hacen por condición, se les dan bien las ciencias, así que lo mejor es que hagan Biología, por ejemplo.

Actualmente la orientación se realiza siempre en el colegio y no va más allá de pasar un test, el consejo del tutor según las notas académicas o visitar alguna feria de universidades. Esa forma de orientar y elegir tiene consecuencias catastróficas, tanto que aproximadamente el 19% de los estudiantes abandonan el grado universitario el primer año que empiezan y el 43% lo harán en los siguientes 3 años. Eso indica que tres de cada cuatro alumnos no acabarán los estudios superiores.

Proceso de orientación holístico para los alumnos

Hay que empezar ordenando las cosas de forma correcta y para ello la solución a esta situación de nuestros jóvenes pasa por un proceso de orientación holístico, donde se deben tener en cuenta todos los aspectos relacionados con el alumno para situarlo a continuación como protagonista único de su futuro. El objetivo es situar el alumno en el centro de su propio proceso de orientación, liderado por un orientador profesional ajeno a su entorno y donde se utilizará ciencia y tecnología avanzada, big data, algoritmos e inteligencia artificial y en el que participarán de forma directa el propio alumno y sus padres, como grandes estrategas del futuro de sus hijos.

El proceso de orientación empieza en la recogida información para introducirla en la plataforma tecnológica única en el mundo y que permite entre otras cosas realizar una visión 360 grados. La recogida de datos mediante big data acaba recogiendo los más de 3.000 datos de un alumno y generará los cálculos de ponderación y los mostrará a un técnico orientador como un dato único.

El siguiente paso es realizar una entrevista con el alumno para auditar y confirmar los datos. Lo mismo haremos con los padres, donde además se valorará las expectativas y los recursos de la familia para convertirlos en oportunidades para el alumno. El resultado final de esas entrevistas es la creación del ADN profesional del alumno.

La nota proyectada la compararemos con todas las notas de corte de todos los grados de todas las universidades, sus méritos,sus gustos o preferencias, su familia, el entorno socioeconómico o el centro educativo al que va, su perfil en un entorno 360 grados y su autoconocimiento. Esta nota sale de su expediente académico donde se realizan unas métricas de crecimiento para cada materia. 

El papel de los algoritmos en la orientación académica

Aspectos como sus méritos deportivos, artísticos o idiomas, sus hobbies e intereses, su perfil personal desde una valoración 360 grados y su propia “auto valoración” son puntos muy importantes a la hora de orientar.

El técnico orientador ya sin el alumno arrancará la herramienta de orientación, donde los algoritmos buscan entre las 1.300 profesiones que más encajen con los datos introducidos anteriormente. De este match preselecciona 4 por su talento, 2 por sus intereses y 2 por STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas). El orientador profesional puede realizar cambios y volver a recalcular gracias al sistema de inteligencia artificial.

El sistema asocia para cada profesión un itinerario académico predefinido que el técnico puede cambiar, introducir conclusiones personalizadas y del que sale un informe de cada alumno.

El informe consta de un primer apartado de su talento con 10 inteligencias. La concatenación del código de cada inteligencia acabará creando el código intelectual como primera parte del ADN. En el informe no hay niveles, sino principales fortalezas. El segundo hard skills; el resultado del código intelectual. El tercero, ámbitos competenciales, 80 competencias divididas en 9 ámbitos. Y por último soft skills; para cada competencia aparecen las que se han identificado del alumno y que su ponderación supera el 50%. En ella aparecen los roles de las personas que han valorado positivamente esta competencia en su 360 grados. El resultado es el código competencial. En este apartado el alumno siempre obtiene un aumento de autoestima, al descubrir muchos aspectos que definen su talento y que no se le habían valorado anteriormente, como también otros aspectos que su entorno conocía de él y de los cuales no era consciente.

El ADN es la representación alfanumérica del talento de una persona, conjunto de atributos que le permite hacer mejor unas cosas que otras.

En el informe aparecen 8 planes de carrera:

  • 4 por talento y que contestaran a la pregunta de ¿Qué es lo que se me daría mejor?
  • 2 por intereses, que contestaran a ¿Qué es lo que me gustaría hacer?
  • 2 por STEM y que contestan ¿De qué habrá más trabajo en el futuro?

Cada plan contiene el mejor ámbito profesional para cada profesión y contiene información de: El ámbito, la profesión, el grado o el ciclo formativo, las universidades resaltadas por ranking,la universidad con la nota más alta y más baja, la media de acceso, la nota proyectada, las optativas del bachillerato que ponderan para el grado. La parte competencial, donde aparecen aquellas que no se han identificado y que se necesitaran para conseguir un 100% de éxito profesional.

En el plan personal aparecen divididas en 3 ámbitos 6 competencias de mejora, que son las que los participantes del 360 grados han recomendado que debería mejorar el alumno.

En la medida que un estudiante avanza, cada decisión que toma condiciona su futuro. Haber elegido un grado que más tarde se abandona provoca que quizás no se tengan los conocimientos para empezar otro distinto. Si un universitario deja derecho y quiere pasar a ingeniera, quizás haya conocimientos en matemáticas o física que no tenga. Por lo tanto solo se podría solucionar pasando un tiempo estudiando aquello que debería haber hecho en el Bachillerato para volver a presentarse a la Selectividad. Además lo mismo sucede si no tiene suficiente nota de la parte común de la Selectividad y necesita la nota de las optativas. El cambio de grado muy posiblemente hará créditos de materias que se han cursado que no se aprovecharán. Además es posible que la universidad no haga el nuevo grado, aspecto que obligará a presentar un cambio de expediente a otra universidad.

El resultado será una gran cantidad de dinero malgastado en matrículas, viajes, alquileres, dietas, etc., que no se recuperará.

Pero lo más importante es lo que causará en la parte personal, que a menudo acaba con desmotivación para continuar o una baja autoestima del alumno.

Foto: Pixabay

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