Cómo romper, de la mejor forma posible, la alianza con un socio

Raúl Alonso    26 julio, 2018

‘Complementario con mis habilidades’, ‘independiente pero comunicativo’, ‘leal, responsable y trabajador’, ‘¡que funcione la química entre los dos!’… Son muchos los puntos de vista desde los que el emprendedor analiza la idoneidad de ese socio ideal junto al que compartir ilusiones y desvelos, pero no siempre recuerda que su entrada debe ser tan preparada y meditada como su posible salida. Marcar las reglas desde el principio es la mejor manera de asegurar una sana relación entre socios.

Seis fuentes de conflicto en la relación con tu socio

La convivencia entre los socios aspira a ser duradera, pero todos saben que pocas veces será eterna. Tras la fase inicial, casi equiparable a la pasión amorosa, se impone la realidad del negocio y del día a día, que van a poner a prueba la consistencia de la relación y, en ocasiones, llevarla a su fin. Profesional, personal e incluso ética,  poco importa cuál sea la razón, desde su mismo nacimiento hay que ser consciente de que el compromiso entre los socios puede romperse, y solo desde esa posición preventiva y realista se puede trabajar por su solidez. Repasamos seis de las fuentes de conflicto más habituales y las medidas para paliar sus efectos:

  1. No firmar un pacto de socios. Confiar a la buena fe de las partes la relación es el error histórico entre los socios, porque todo va bien hasta que surgen problemas, generalmente económicos. Por fortuna, en la actualidad es habitual que esta relación quede regulada con un pacto de socios, cuya misma elaboración acostumbra a ser la primera prueba de fuego en su mutuo compromiso. Las obligaciones y responsabilidades de cada uno y cómo proceder en caso de incumplimiento se recogen en este documento, que sobre todo sirve para establecer juego limpio cuando la relación se tuerce.
  2. Mal reparto de obligaciones y tareas. Es un preludio habitual de la crisis: uno de los socios valora –si es con acierto o sin él no es importante- que trabaja mucho más. Es una cuestión compleja de prevenir y corregir, pero debe evitarse desde el origen clarificando qué se espera de cada uno de los socios y de qué tareas concretas se le responsabiliza, estableciendo los medidores de ejecución y valoración. Pese a haberlo hecho, puede que se hayan asignado misiones a un socio para las que no está cualificado, por lo que en estos casos conviene analizar con tranquilidad la situación para buscar alternativas; reasignar otras funciones donde aporte más valor o buscar personal de apoyo, son dos de las más comunes.
  3. Confundir negocios y amistad. En tercer lugar un error de principiante, seleccionar el socio entre amigos, familiares e incluso la pareja significa asumir un riesgo extra. Los vínculos personales aportan un factor emocional a la relación profesional que no es fácil de gestionar. En cualquier caso, se trata de un tema muy cuestionado, cómo no lo iba a ser en un país donde algunas de sus mayores empresas son de origen familiar. Por tanto, familia y asociación es una opción muy personal que en cualquier caso conviene regular mediante el protocolo de empresa familiar.
  4. La entrada de un nuevo socio. Es otra de las pruebas de fuego en la relación. Una decisión que puede responder a necesidades objetivas de la empresa, o –cuando hay problemas– a estrategias para diluir el statu quo en el reparto de fuerzas: la toma de decisión es muy diferente cuando dos socios se reparten el poder a partes iguales (al 50%), que cuando lo hacen entre tres. Para afrontar esta situación, es vital que se respete el procedimiento marcado para la incorporación de nuevos socios.
  5. Búsqueda de financiación personal en la empresa. Es otra situación común, en este caso más sencilla de evitar. La empresa no puede actuar ni de prestamista ni de avalista para solventar problemas financieros particulares, tan duro de oír como sencillo de entender.
  6. El socio quiere salir de la empresa. Es otra situación habitual, por problemas personales o por pérdida de interés o confianza en el proyecto, enfermedad o en prevención de problemas de relación que vislumbra. En este escenario es habitual la desavenencia para pactar las condiciones de salida, sobre todo en lo que se refiere a la parte económica. Lo más conveniente es negociar con los datos ofrecidos por una voz independiente (una empresa de tasación), y buscar soluciones flexibles, como dar entrada a nuevos socios o escalonar la salida.

Cinco normas para romper con el socio

Se proceda como se proceda, pronto o tarde, una empresa terminará abordando una operación de salida de socio. De partida hay que distinguir entre diferentes escenarios. Dos de los más habituales son que se pierda la condición de socio sin esperar nada a cambio, algo común en el entorno startup y en las microempresas; el socio que sale es compensado con la exoneración de cualquier tipo de responsabilidad futura. Y en segundo lugar, y quizá más común, cuando la separación se produce junto a la ejecución del derecho a ser compensado por el valor de su participación. Como tercer escenario probable, no se puede descartar la exclusión por sentencia judicial firme cuando el proceso se ha judicializado.

En cualquiera de los supuestos hay cinco normas básicas que conviene tener presentes:

  1. Sigue el plan. Como ya se ha señalado, lo inteligente es haber definido la estrategia de salida antes de iniciarla, y ahora no se puede olvidar ese pacto de socios. Marca el camino a seguir, por lo que cada parte deberá asumir el papel y reglas asignadas. De ahí la importancia de que, en su momento, este pacto se trabajara desde la conformidad real de los socios: es habitual que uno o varios cedieran en aquella ocasión a las pretensiones del dominante, y que llegado el problema, pongan objeciones a la ejecución de un acuerdo suscrito, lo que siempre supone un problema añadido.
  2. Huye del enfrentamiento personal. Resulta evidente que a toda ruptura la preceden meses -si no años- de desgaste en la relación. Cuando llega el momento, siempre hay una importante carga oculta de sentimientos, y el consejo es que ahora no aflore, al menos de forma descontrolada. Hay que evitar los comentarios y acciones que puedan condicionar la futura evolución de los hechos, por ejemplo, judicializándolos. Y para evitar los calentones verbales, se puede pactar desde el principio que las comunicaciones sean por escrito (por lo general más reposadas) o a través de un representante.
  3. Confía en un profesional o mediador. La realidad lo confirma una y mil veces: para romper la alianza entre los socios de una forma civilizada, lo más aconsejable es hacerlo con la ayuda de un profesional elegido de común acuerdo. Hay ocasiones en que por cuestiones económicas no se puede contratar sus servicios, una alternativa es la elección de un mediador amigo, una persona cercana y respetada por los socios que pueda ayudar en las fases más conflictivas del proceso.
  4. Busca opiniones independientes. La tasación del valor de acción y otros activos que la sociedad pueda tener es siempre la parte más conflictiva de la negociación. De nuevo todo es más fácil si en el pacto de socios se definió cómo (e incluso quién) va a hacer esa valoración.
  5. Valorar cada decisión en global. Perder una batalla no significa perder la guerra, la salida de un socio de la empresa acostumbra a ser un proceso largo, en ocasiones de desgaste. Conviene no perder la visión global y ser capaz de ceder en aspectos que puedan conducir a una solución más rápida del conflicto. Hay que tener constancia de que cualquier acuerdo conllevará renuncia.

Comentarios

  1. Buen articulo, hace tiempo sufrí algo parecido y lo cierto es que me costó un poco romper con mi antiguo socio.

    Aunque es verdad que es bueno que pasen estas cosas para no caer más en la mentira de los socios.

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