Digitalización, economía y agenda digital: ¿en qué punto estamos?

Andrés Macario    22 abril, 2019

Digitalización es sinónimo de Economía, en la medida en que es condición indispensable para mantener una posición competitiva en el mercado entre empresas y globalmente entre estados. La digitalización no es un fenómeno que se circunscriba a las empresas tecnológicas, ni una materia para los departamentos de sistemas o de marketing. Las empresas y países que despunten en la economía digital dominarán cualquier ámbito y zona geográfica, independientemente de cuál sea su procedencia y su legado histórico.

En Europa tenemos la oportunidad de ser competitivos frente a economías como la china o la estadounidense. Con un mercado de 500 millones de consumidores podemos aspirar a liderar la economía digital global, si superamos barreras internas. La economía digital, si se desarrolla adecuadamente, puede permitir la extensión de los mercados, la generación de riqueza y de empleo.

España se enfrenta a magníficas oportunidades si aprovecha las fortalezas en términos de talento, el tejido empresarial formado en gran medida por pymes y el desarrollo de su industria. Para un desarrollo pleno de la sociedad digital, los ciudadanos españoles tienen que implicarse en la adquisición de habilidades y competencias digitales que favorezcan la explotación de los beneficios económicos de la digitalización.

España en el mundo digital

Cuando hablamos de la economía europea y nacional, es obvio que esto es algo que no se improvisa, sino que requiere confeccionar una hoja de ruta para el proceso de digitalización. A su vez, para realizar dicha planificación, es necesario desmenuzar los componentes de la transformación digital y establecer indicadores que arrojen luz sobre la posición actual y sobre el camino que se ha de recorrer. Este paso previo se requiere tanto a nivel macroeconómico como microeconómico pues, en definitiva, ambos se hallan íntimamente relacionados.

En este sentido, el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) viene publicando desde hace un lustro el Índice de Preparación en Conectividad dentro del más amplio “Informe Global sobre Tecnologías de la Información”. Se trata de un indicador que mide el grado de preparación de los países para aprovechar las oportunidades de la transformación digital, con incidencia especial en la conectividad y que, por tanto, da una idea general y homogénea de los aspectos que se deben mejorar.

Según el mencionado índice elaborado por el WEF, España aparece en el puesto 35 del ranking mundial, mientras que siete estados europeos se colocan entre los diez primeros. ¿Puede España conformarse con una posición 35 del mundo en digitalización? La respuesta contundente nos la da la posición que ocupa España en términos de riqueza real, es decir, el PIB, que en este caso es el puesto 12 (con datos de 2017).

Estamos hablando, por tanto, de 23 puntos de distancia entre nuestra posición en la economía “real”, medida en términos de riqueza, y nuestra posición en la economía digital, medida en términos de preparación en “conectividad”. La distancia, mejor dicho, entre la economía de hoy y el bienestar de mañana. ¡Porque la digital es la economía del futuro!

Esta diferencia, casi abismal, debe darnos una idea del trabajo que resta por hacer en la senda digital, si queremos mantener el estatus económico en el futuro. Por adelantar algunos aspectos relevantes del informe, la puntuación de España queda penalizada por indicadores como habilidades digitales, calidad del sistema educativo o el entorno regulatorio. Vemos que el análisis abarca todos los ámbitos de la sociedad, no es tangencial. La foto sobre el nivel de uso de las tecnologías destaca de forma positiva en el entorno individual, pero resulta desfavorecida en el ámbito empresarial.

España en la Europa digital

En la Unión Europea, por su parte, se ha definido la Agenda Digital como la hoja de ruta de la digitalización. Como paso previo al análisis de la situación de los estados miembros, la Comisión Europea establece cinco áreas de desarrollo digital: Conectividad, Capital Humano, Uso de Internet, Integración de la Tecnología Digital y Servicios Públicos Digitales. Son las áreas que se deben tener en cuenta para un despliegue equilibrado de la economía digital.

España ocupaba el puesto 14 en la Europa de los 28, según el llamado DESI (Índice de la Economía y la Sociedad Digitales) correspondiente al año 2017. Sin embargo, en términos de riqueza “real” de PIB (o -mejor diríamos- según la medición tradicional), España era la quinta economía de la Unión Europea en ese mismo año. De nuevo nos encontramos con una distancia de casi diez puntos en un grupo de 28 países.

En el informe europeo de 2018, España ha pegado un salto para situarse en el décimo puesto del ranking europeo, un gran avance, aunque la mitad de bueno que la posición por PIB. Avanzamos, pero la distancia sigue siendo preocupante.
En muchas de las dimensiones analizadas, la evolución del resto de países europeos está siendo más rápida que la de España, siendo la velocidad del cambio determinante en la economía digital.

El informe de la Comisión Europea, en un apartado específico, constata que los negocios españoles no están aprovechando de forma óptima las nuevas tecnologías digitales. España tiene su propia Agenda Digital para aterrizar los planes europeos a través de actuaciones concretas. Esta agenda se inició en el año 2012 y desde el año 2016 existe una cartera ministerial en España (la de Energía y Turismo) que incluye la Agenda Digital en su apellido.

Me gustaría ver en este detalle un punto de inflexión para un desarrollo pleno de la sociedad digital, aunque desde ese año 2016 aún no se han actualizado los planes y objetivos.

Podemos simplemente esperar a que lleguen medidas estructurales. Por el contrario, propongo que ejerzamos nuestra responsabilidad como padres, profesores, directivos, informadores o empresarios. En lo que toca a formación, concienciación, estrategia, especialización e inversión, todos tenemos un papel relevante para convertir la digitalización en palanca que eleve la competitividad de nuestra economía.

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