Desconectar del trabajo estas Navidades

Ángel María Herrera    17 diciembre, 2014

Se acercan las fiestas navideñas y, para muchos, el “otro” periodo vacacional del año. Así es, hace apenas tres meses estábamos sacudiéndonos la arena playera de los pies y ahora volvemos a encontrarnos ante varios días de ocio.

Para muchos, esto es una bendición y un descanso, pero a otros las vacaciones les resultan un martirio, y no se sienten capaces de desconectar de la oficina.

En el caso de los emprendedores, el que más y el que menos, se ve presa de una cierta sensación de angustia, de que si apaga el móvil para ponerse a cantar villancicos en la cena familiar de rigor, la empresa que tanto le ha costado levantar se vendrá abajo como un castillo de arena en la orilla.

Sin embargo, ese estar permanentemente pendiente del trabajo no es símbolo de compromiso con la empresa, ni una admirable dedicación al trabajo. En absoluto. Es el “síndrome de Estocolmo” del empresario.

Los días libres, las vacaciones, han sido algo históricamente presente en la vida laboral de la mayoría de las sociedades. En un principio, se descansaba y celebraba en las fiestas religiosas. Esto es así por una razón: el ser humano necesita descansar y pensar en otra cosa, dedicarse a otras actividades además de las cotidianas, disponer de tiempo para aburrirse.

Por eso, debes respetar el periodo vacacional que se te ofrece, y aprovecharlo bien. Emplea las vacaciones para descansar, dedicar tiempo a las aficiones que tienes abandonadas, a estar con tus seres queridos y, por supuesto, desarrollarte como persona.

Es cierto que frente a las fiestas navideñas la situación es distinta a otras vacaciones. Hay quienes adoran la Navidad y la relacionan con la infancia, con una nostalgia dulce, con los momentos en familia. Y hay quienes la denuestan por su consumismo y por no compartir sus mensajes.

Plantéatelo de esta manera: Para ti, son días libres de los que disfrutar. Su razón de ser no tiene por qué afectarte. Así que, en lugar de desmotivarte, decide disfrutar.

Piensa que tener la cabeza en la oficina sólo servirá para frustrarte por partida doble: Por un lado, por no poder ocuparte del trabajo y, por otro, por no estar descansando en tus merecidos días de asueto.

 

Cómo liberarse de ese sentimiento de culpa sin sentido

Planifica tus vacaciones con tiempo

Si sabes cuándo serán tus días libres con suficiente antelación, te será más sencillo dejar todo el trabajo posible cerrado. Esto, por una parte, te dará la tranquilidad del “deber cumplido”, al mismo tiempo que te evitará muchos correos electrónicos. Asegúrate de que todos tus contactos saben con suficiente antelación cuándo son tus vacaciones, para cerciorarte de que no te llamen, o de que si lo hacen sea por cosas verdaderamente urgentes.

Una empresa no puede recaer sobre una sola persona. Tienes un equipo, así que apóyate en él. Delega las tareas que normalmente realizas tú en alguien de confianza, y vete. Eso sí, no te pases las vacaciones pensando en si el “jefe en funciones” lo sabrá hacer bien o reducirá tu negocio a cenizas. Delegar de manera responsable implica confiar en tus subordinados.

El móvil, en el cajón

La maldición de los smartphones es la misma que su mayor virtud: estás permanentemente conectado, como ya comentamos anteriormente. Un dispositivo en el que tengas instalado el correo electrónico del trabajo es tu peor enemigo durante las vacaciones. Quita la conexión a Internet del teléfono siempre que te sea posible, desliga tu correo profesional de tu smartphone personal, pidiendo incluso a los otros miembros de tu empresa que cambien la contraseña sin decírtela, si verdaderamente eres un adicto al trabajo. Piensa que quien manda un correo electrónico no tiene prisa. Y, si la tiene, llamará.

Para evitar llamadas de trabajo en momentos inoportunos, deja el teléfono en el hotel, si te vas de tu ciudad, o en el cajón de los calcetines si te quedas en casa. Otra opción puede ser utilizar durante el verano un teléfono diferente que sea sólo de uso personal.

Ten en cuenta, en cualquier caso, que casi todas las empresas se toman las vacaciones en la misma época, por lo que es realmente difícil que surja algo de vital importancia.

Una hora de trabajo al día

No podemos negar la realidad de que una pyme a menudo necesita tanto cuidado como una planta delicada. Si realmente crees que debes dedicar cierto tiempo de las vacaciones al trabajo, limítalo a una hora al día, en un momento en que no tengas ninguna actividad prevista. Procura que sea siempre en el mismo momento de la jornada, y no haga ninguna “hora extra” ni te quedes pendiente de lo que has hecho el resto del día. Aprende a cambiar tu mente de foco.

¡No al aburrimiento!

Un refrán popular dice que la mente ociosa es el patio en el que juega el diablo. Si te pasas una semana sentado en el sofá viendo pasar documentales ante tus ojos, terminarás por echar de menos la oficina como si fuese un ser querido.

Aprovecha las vacaciones para hacer pequeños proyectos que siempre te hayan interesado. Haz deporte, exprésate de forma creativa, viaja, queda con amigos que haga mucho tiempo que no veas… ¡Disfruta! ¡Estás por fin de vacaciones!

 

Si todo lo anterior falla, y ves que verdaderamente tienes un problema para desconectar y dedicar a tu ocio el tiempo que se merece, busca herramientas que te ayuden a organizar mejor tu tiempo, por ejemplo el método GTD.

¡Felices fiestas!

 

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