Cuida a tus intraemprendedores

Salva López    4 junio, 2012

Emprendedores e intraemprendedores

Los intraemprendedores han sido llamados también emprendedores corporativos, o incluso “directivos plus”. El término no es nuevo, data de los años 80, pero es ahora cuando más se está hablando de ellos, ayudados por el auge de otro término pariente suyo: emprendedores.

Emprendedores hoy en día es uno de los términos de moda, todo el mundo habla de ellos como si fueran a salvar nuestro futuro, y tal vez lo logren. Existen congresos sobre ellos e incluso instituciones como la Fundación Banesto lleva tiempo apoyándoles a través del concurso YUZZ, donde se buscan jóvenes emprendedores.

La idea del emprendedor joven es muy poderosa. Se trata de jóvenes con ideas frescas, que no han sido todavía adocenados ni institucionalizados por organizaciones empresariales que hayan cortado sus alas y sus ideas. Jóvenes que llegan incluso a generar su propio primer empleo (autoempleo).

Empleados avanzados

Existen empleados que son perfectos, cumplen su horario y hacen lo que se supone que deben hacer. Cumplen con su cometido y tienen suficiente sentido del deber y compromiso como para regalar algunas horas extra no remuneradas cuando un pico de trabajo así lo demanda (algunos muchas, hasta llegar a los workaholics). Su perfil incluso puede ser ambicioso, pero su objetivo es escalar en el organigrama y conseguir un puesto mejor. No luchan contra la cultura de la empresa ni contra su estructura ni funcionamiento, sino que se alían con ella en beneficio propio, sin intentar cambiar el statu quo.

Pero los intraemprendedores son otra cosa con matices distintos. Son personas que ya están en una organización, pero que no han perdido su empuje, ni sus ideas, ni sus ganas de construir cosas nuevas y mejores. Son empleados que destacan porque no se limitan a hacer lo que se espera de ellos o lo que se les dice, sino que van más allá.

Los intraemprendedores tienen un perfil distinto. Suelen ser personas con ideas propias, que quieren cambiar la compañía y lanzar nuevas ideas. Pueden llegar a constituir una contracultura, una fuerza interna que trata de transformar la empresa en una organización más de acuerdo con su propia visión de la realidad.

Su energía y su determinación sólo tiene tres cauces posibles:

  1. O logran lanzar su proyecto dentro de la compañía.
  2. O se van a otra compañía competidora donde les den espacio para lanzarlo.
  3. O buscan su propio espacio construyendo su propia empresa al margen de las demás, con lo cual habremos ganado un nuevo competidor.

En los dos últimos casos nos enfrentaremos a alguien que sabe competir fantásticamente contra nosotros, puesto que nos conoce desde dentro, una situación nada deseable.

¿Qué prefieres, empleados que empujen o más competidores?

Lo importante no es para qué ha sido pensada una organización, sino qué es capaz de hacer. Al igual que muchos productos, que son diseñados para una cosa pero que son capaces de hacer otras cosas, también podemos aplicar esta visión a nuestras organizaciones. Para ello hay que vencer la resistencia al cambio a través de un cambio en la autoconcepción de la organización y de las personas que forman parte de ella, y para todo ello es necesario un clima de innovación y un liderazgo transformador.

La mayoría de intraemprendedores preferirían tener la oportunidad de transformar la compañía donde están, encontrando un espacio dentro de ella donde poder dar vida a sus ideas, a tener que enfrentarse con la soledad del emprendedor que debe comenzar de cero sin ninguna garantía de supervivencia ni de éxito.

Un intraemprendedor con una buena idea puede impulsarnos a mejorar, a madurar nuestra empresa, a hacerla crecer e incluso, si su proyecto se aleja del core business, puede generar un spin off del que también podremos beneficiarnos. Un intraemprendedor puede ser una fuente interna de innovación y mejora, un tesoro que muchas organizaciones buscan.

Una cuestión de biodiversidad

La cuestión es si estamos dispuestos a apoyar su idea y dar cauce a su energía creadora. Si nuestra cultura corporativa permite las corrientes secundarias, nuestra empresa dispondrá de una mayor biodiversidad de ideas y de filosofías, algo que nos ofrece más opciones para el cambio y la adaptación al entorno.

Si nuestra organización tiene una cultura más cerrada donde cada empleado es impulsado a ser una pieza en un engranaje, entonces nuestros intraemprendedores se acabarán convirtiendo en un nuevo competidor con el tiempo.

Cómo gestionar a los intraemprendedores

Cada organización debe analizar a sus intraemprendedores para determinar si sus objetivos son armónicos o incompatibles con la organización matriz. En el primer caso contaremos con un tesoro que debemos cuidar. Algunas cuestiones importantes que hay que considerar:

  • Las ideas necesitan un escenario adecuado para florecer. Debemos tratar de proporcionar al intraemprendedor las condiciones para llevar a buen término su proyecto, liberándole de tareas que sean traspasables para dotarle de tiempo. No podemos esperar que construya otro proyecto si sigue al 100% atado a sus obligaciones previas.
  • Permitir que se dé el proceso de prueba-error, ya que las ideas no suelen salir bien a la primera. Todo necesita un proceso de aprendizaje para llegar a la perfección. Si castigamos el error, no sólo mataremos el proyecto, sino que neutralizaremos a otros intraemprendedores antes de que lo sean.
  • Hay que establecer unos límites temporales claros y razonables para ver resultados. No queremos que un intraemprendedor se convierta en un experimentador que no consiga nunca resultados.

Todo esto nos lleva a una pregunta fundamental que todos deberíamos hacernos: ¿Debe toda la organización estar volcada en el ahora o puede una parte estar enfocada a la generación de nuevos proyectos que nos garanticen un futuro?

 

Foto @technowannabe, distribuida con licencia Creative Commons BY-2.0

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