Cómo tomar buenas decisiones en 2019: Diccionario para directivos motivadores (III)

Alfonso Alcántara    31 diciembre, 2018

En este artículo vamos a intentar aprender a tomar mejores decisiones, así que podría ser buena idea decidir leerlo por completo.

Y también aprovecho para darte al final la tercera entrega, y última, del Diccionario imprescindible para directivos motivadores, en la que completo las 90 frases o ideas relacionadas con la gestión de personas, el liderazgo y la motivación, como esta reflexión con mucho humor:

Jamás hay que discutir con un superior, porque se corre el riesgo de tener razón.

Por cierto, tal vez te interese repasar la primera entrega y la segunda de esta gran obra enciclopédica para los profesionales. 😉

Ahora sí, hablemos de cómo decidir en 2019.

Cuentan que cierto día un discípulo de Sócrates se le acercó y le preguntó:

– Maestro, he de escoger entre dos opciones, y no sé cuál he de elegir.

Sócrates le dijo:

– Desconozco cuál ha de ser tu elección. Lo que sí te puedo decir es que, antes o después, te preguntarás por qué no escogiste la otra opción.

¿Has decidido bien en 2018? ¿Has aprendido a tomar mejores decisiones en 2019?

Decidir es un reto profesional y vital permanente e inevitable, especialmente cuando se asume la responsabilidad de dirigir o gestionar un negocio o un equipo.

Las decisiones están mediatizadas por el número de alternativas en juego, y será más difícil decidir cuanto mayor sea su número y la similitud entre ellas. También influyen los criterios usados para la toma decisiones, que será menos efectiva cuanto peor estén definidos, así como el autoconocimiento de nuestras prioridades y valores. 

Por supuesto, hay que tener en cuenta los métodos o técnicas disponibles para decidir, más útiles cuanto menos complejas sean de entender y de aplicar. Estos métodos de decisión suelen implicar algún tipo de procedimiento teórico, racional o introspectivo en el que se comparan y valoran las alternativas para alcanzar un resultado.

Te paso seis propuestas para tomar mejores decisiones y para sentirte mejor con las decisiones tomadas, que no siempre es fácil.

1. La sensación de control de elegir nos hace sentir mejor 

Por ejemplo, elegir el tratamiento mejora el resultado de los pacientes. En una investigación de 2013 (Geers et al), se ofreció a un grupo de personas varias opciones de tratamiento, todos totalmente inefectivos, meros placebos.

Se les comunicó a los participantes que esos tratamientos eran poderosos analgésicos. Algunos participantes pudieron elegir el tratamiento mientras que a otros se lo asignaron.

¿Adivináis a quiénes de los dos tipos de participantes les pareció más efectivo su “analgésico”? Efectivamente, a aquellos que pudieron elegir su placebo. 

Elegir, en lugar de dejar que otras personas o que las circunstancias eljian por nosotros, nos aporta ilusión de control. Algo es algo.

2. Decide qué tienes que hacer para tomar la decisión

Si no sabes qué decidir, en lugar de retrasar o dejar pendiente una decisión sin más, decide qué harás para decidir.

Tendemos a postergar las decisiones relevantes que implican cierta dificultad, esfuerzo, inversión o consecuencias importantes.

Ante estos obstáculos nuestra táctica suele ser la procrastinación de la decisión, aduciendo excusas tan frecuentes como no disponer de suficiente información o no ser el momento adecuado.

Queremos creer que el mero paso del tiempo facilitará las cosas, pero en realidad una decisión no tomada puede generar perjuicios económicos y organizativos y supone una carga mental que nos hace ser más ineficaces o improductivos porque «sabemos que hay algo pendiente».

En síntesis, no decidir puede generar estrés y hacernos perder oportunidades.

Decidir qué tienes que hacer para tomar la decisión consiste en establecer criterios que faciliten tu decisión, obtener más información, conocer casos o situaciones similares y tener experiencias alrededor de los criterios implicados en la decisión.

3. Considera las condiciones en que tomas las decisiones

Debemos intentar no decidir bajo condiciones extremas, sean positivas, negativas o de presión.

Por ejemplo, si haces la compra cuando tienes hambre, tu hambre condicionará tu compra. Seguro que ya lo has experimentado, como yo.

Un estudio (Anadi et al, 2013) concluye que no eres pobre porque decidas mal, sino que decides mal cuando eres pobre. 

La pobreza impide o dificulta las funciones cognitivas. El estrés que generan las preocupaciones financieras afectan negativamente a las decisiones de las personas con menos recursos, lo que implica que cuanto más pobres somos menos margen y habilidad tenemos para dejar de serlo.

Como suelo decir, en época de “vacas flacas” solo tenemos tiempo y ganas para sobrevivir.

Si tenemos que decidir, mejor hacerlo siendo conscientes de cómo las circunstancias presentes pueden afectar esas decisiones y condicionar el futuro inmediato.

Si estás pasando una situación difícil o urgente, tal vez tus elecciones no tendrán muchas opciones, pero intentar encontrar algo de margen para decidir mejor puede ser determinante para mejorar o para no empeorar.

Cuidado también con decidir cuando estamos muy “a gustito”, porque se puede generar la ilusión de que la decisión que estamos tomando no es tan importante como parece y hacerlo a la ligera, con consecuencias negativas.

4. Decide en función de lo que te importa ahora, no de lo que “debería” importarte

Considera tus valores actuales como criterios para decidir.

Suele ser un error decidir en función de los valores que, supuestamente, te gustaría que tu vida tuviese en el futuro, en lugar de decidir considerando tus motivaciones actuales.

Por ejemplo, si nunca te has mostrado interesado por los idiomas y es un ámbito de conocimiento que a priori no se te da bien, es un tanto arriesgado considerar la posibilidad de forjar una trayectoria profesional internacional a medio plazo.

No tomes decisiones de peso sobre tu futuro basadas en un interés que aún no tienes, porque tal vez nunca lo tendrás.

5. Decide darte el tiempo que necesites para decidir

Los bosquimanos, uno de los pueblos más antiguos del mundo originarios del sur de África, suelen cazar con flechas envenenadas. Por eso, cuando hay un conflicto, las esconden y se sientan a negociar, días o semanas, si hace falta.

A veces, es una buena opción decidir más tarde. En palabras de Adam Smith, si abordas cada situación como asunto de vida o muerte, morirás muchas veces.  

No seas el estresante vendedor que intenta convencerte de que compres ahora mismo para no perder una gran oportunidad.

Tomar decisiones implica responsabilidad, esfuerzo y tiempo, lo que lleva a un cierto estado de ansiedad normal que nos presiona para hacer el trabajo cuanto antes.

Decidir no es fácil, porque conocer los factores relevantes no es fácil, incluidos nuestros intereses.

Si no tienes tiempo, deberás decidir ya. Pero si lo tienes, no te presiones.

Dijo Francis Bacon que el requisito del éxito es la prontitud en las decisiones, pero decidir que se decidirá más tarde, cuando sea adecuado, también es tomar una decisión.

Recuerda las malas decisiones que has tomado por no dedicar el tiempo necesario a valorar las opciones que se presentaban.

En todo caso, si vas a decidir más tarde, que sea por motivos fundados y decide también qué tienes que hacer ahora que facilite la decisión más tarde.

6. Acepta las consecuencias de tus decisiones y relájate

¿Qué es lo peor que podría pasar? 

Antes de decidir, sopesa las posibles consecuencias negativas de cada una de las alternativas disponibles y prepárate para aceptar las que puedan tocarte con el “paquete» que finalmente elijas.

Si te planteas cursar un máster muy caro, largo y exigente, que te obligará a conseguir más clientes y más ingresos, y a dedicar menos tiempo a tu familia y a tu ocio, imagínate haciéndolo ya para ajustar expectativas y tomar la decisión de cursarlo o no.

Casi cualquier decisión puede ser aceptable, y tal vez no deberíamos tomar tan en serio nuestras elecciones, puesto que en muchos casos nuestros criterios para decidir están muy condicionados y pueden llegan a ser hasta arbitrarios.

Por ejemplo, la mitad de las veces preferimos pagar sanciones antes que cumplir las obligaciones, según Paul Glimcher, investigador del comportamiento económico (La mente humana, 2013).

Según este profesional, las personas, entre las alternativas de cumplir una obligación gravosa y la de no cumplirla y asumir el riesgo de sanción, tendemos a cumplir en la mitad de las ocasiones y a tratar de escatimar la otra mitad, pero sin seguir un patrón identificable.

En general, para cualquier problema existen varias opciones aceptables que nos permitirían superar o enfocar la situación de una forma razonablemente efectiva.

Es difícil asegurar que haya siempre una “elección correcta” y, aunque así fuera, los cambios en las circunstancias y condiciones futuras relativizan el valor de las decisiones pasadas.

Lo peor de una supuesta mala decisión suele ser el pensamiento recurrente que nos recuerda que nuestra decisión fue mala, más que las consecuencias negativas de la decisión en sí.

Un profesional que eligió “incorrectamente” su especialidad profesional en la Universidad o el área de trabajo a la que dedicarse en su empresa, posiblemente sufra más por la conciencia de esa mala decisión que por las consecuencias efectivas de la misma sobre su vida profesional.

En la vida profesional y en tu negocio puedes equivocarte en una decisión, pero la verdadera mala decisión sería vivir sin aceptar la equivocación.

Y antes de que te vayas, te paso la tercera entrega del diccionario para directivos motivadores con 30 nuevas citas e ideas para el liderazgo, la gestión y la motivación.

¿Con cuál te quedas? Yo elijo la idea 76: Es más fácil responsabilizar a los empleados que mejorar la organización, pero ningún profesional elige estar desmotivado o elige hacerlo mal.

Diccionario imprescindible para directivos motivadores (tercera entrega)

61. OBSTRUCCIÓN. El 90% de lo que llamamos “gestión” consiste en dificultarle a la gente la posibilidad de que pueda hacer cosas. Peter Drucker.

62. OPERATIVIDAD. El liderazgo no es una competencia, es un resultado.

63. ORGANIZACIÓN. Es mejor tener una persona trabajando contigo que tres trabajando para ti.

64. ORGULLO. Un mal de los líderes de la política y de las empresas es que quieren dejar un legado, pero es más importante consolidar y desarrollar que crear. @arey

65. PARADOJAS. La paradoja de la sabiduría de masas es que las mejores decisiones del grupo vienen de las decisiones individuales independientes, e incluso del conflicto, y no de la unanimidad. La Sabiduría de las Multitudes. Surowiecki.

66. PARTICIPACIÓN. Demasiados jefes matan el conocimiento. @jesusmartinez

67. PERSONAS. Es más fácil dirigir esclavos que hombres libres. Aristóteles.

68. POSTUREO. La creatividad de una reunión es inversamente proporcional al número de corbatas.

69. PROBAR. La gente no sabe lo que quiere hasta que se lo enseñas. Los clientes no saben qué quieren hasta que se lo intentas vender.

70. PRODUCTIVIDAD. Gestionar es hacer las cosas bien; liderar es elegir las cosas que hacer.

71. PROFESIONALES 2.0. Clientes conectados necesitan empresas, directivos y profesionales conectados.

72. RELACIONES. Por muy profesionales que seamos siempre preferimos trabajar con profesionales que nos caen bien.

73. RENDICIÓN. Las organizaciones incapaces de gestionar el talento optaron por amortizar la mediocridad. @amblletradepal

74. RESISTENCIAS. El que innova tendrá como enemigos a todos aquellos que están bien en el viejo orden, y solo tendrá cómo seguidores que le den soporte aquellos que podrían estar mejor en la nueva situación. Machiavelo, “El príncipe”.

75. RESPETO. No preguntes a tus empleados si no vas a tener en cuenta sus opiniones.

76. RESPONSABILIDAD. Es más fácil responsabilizar a los empleados que mejorar la organización, pero ningún profesional elige estar desmotivado o elige hacerlo mal.

77. RETÓRICA. “Innovacilón”: Dícese de aquella persona que usa la palabra innovación sin decir nada.

78. RETÓRICAS. Los expertos que repiten la obviedad «lo importante son las personas» deben referirse a aquellas que les pagan. Las personas son siempre importantes, porque son las que pueden conseguir o no los resultados.

79. REUNIONES. Haz reuniones para resolver cosas, no para presentar cosas.

80. RISA. Jamás hay que discutir con un superior, porque se corre el riesgo de tener razón.

81. RUTINAS. Lo importante no es el tiempo que lleves en la misma compañía, sino el tiempo que llevas haciendo lo mismo en esa compañía. Monserrat Zamarra.

82. SABIDURÍA. Conocimiento es saber que el tomate es una fruta y sabiduría es no ponerlo en una ensalada de frutas. @homosabio

83. SENCILLEZ. Antes de intentar cambiar tu organización o tus equipos, tienes que decidir qué NO debe cambiar.

84. SISTEMA. No es lo mismo una organización innovadora que una llena de innovadores.

85. SOCIALBUSINESS. El objetivo de una empresa convencional es crear un cliente; el objetivo de una empresa social es crear un cliente que cree más clientes.

86. SUPERVIVENCIA. El primer objetivo y la máxima prioridad de cualquier directivo es seguir siéndolo.

87. TALENTO. Es más probable que una organización inteligente haga inteligente a sus profesionales que al revés. Malcom Gladwell.

88. TECNOLOGÍA. El hecho de que un niño de cuatro años pueda usar un smartphone no significa que sea un genio, significa que los ingenieros lo son.

89. TÓXICIDAD. Nosotros nunca somos los profesionales tóxicos, los tóxicos siempre son los demás. Calificar a las personas como tóxicas nunca tiene la intención de mejorar la situación.

90. TRANSPARENCIA. En la empresa y la consultoría, más peligroso que el lado oscuro es el lado confuso. @estratega

Feliz año, por cierto. 😉

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