Cómo ser el rey del postureo

David Fernández    11 enero, 2019

Reconozcámoslo: nos gusta llamar la atención. Nuestro ego es uno de los principales motores de nuestra vida, y ser admirados nos complace y nos apasiona. Unas veces porque necesitamos que se aprecie nuestro esfuerzo, y otras por el mero hecho de ser premiado por nuestro cerebro en forma de endorfinas de autosatisfacción, el postureo y el alarde dominan nuestras vidas. Y no solo en nuestra faceta de Internet.

La RAE define postureo como “Actitud artificiosa e impostada que se adopta por conveniencia o presunción”, o en términos más llanos, el postureo es el acto de aparentar o exagerar logros o hechos con el fin de causar envidia o admiración.

A continuación, detallamos unas cuantas reglas para ser el perfecto “postureador” en nuestro trabajo, en el gimnasio o en la comunidad de vecinos:

  1. Nunca reconozcas tus errores o debilidades. Lo de tener fallos es cosa de los demás. Nosotros somos perfectos, concebidos de nacimiento sin margen alguno a equivocarnos. Es el principio básico del postureo. Para ser fuertes en la tarea debemos tener una base de infalibilidad a prueba de bombas.
  2. Si has conseguido un logro, multiplícalo por veinte. No basta anunciar tu triunfo, el adorno es lo importante. Si te han ascendido a un puesto de auxiliar administrativo en tu empresa, es que estás a punto de ser la mano derecha del director general. Incluso si has conseguido resolver el crucigrama del periódico, se traduce en que puede que te propongan para ser concursante del concurso Saber y Ganar.
  3. Exageración al poder. No hay que mentir. Mentir está muy feo. Pero exagerar no es mentir, y es casi obligatorio. Si has conseguido montar tú solo un mueble de Ikea, muéstralo como un “proyecto global de rediseño de tu vivienda”. En cambio, si has logrado sumar una columna de números en Excel, eso debe venderse como “avanzando en proyectos de programación superior para proyectos estratégicos de alto nivel”. Si te falta imaginación, tienes a tu disposición este perfecto generador de “verborrea barata”.
  4. El lenguaje importa. El ejemplo del punto anterior nos dice que no debemos conformarnos con contar la realidad tal cómo es. El eufemismo y el adorno verbal son fundamentales. La verdad suele ser aburrida: es preciso echar sal y pimienta para aderezarla. En la misma línea que el ejemplo anterior, tu puesto, por mucho que se empeñe tu jefe, no es el de auxiliar contable, sino “Jefe asociado en operaciones tácticas de contabilidad aplicadas a la viabilidad empresarial a medio y largo plazo”. En LinkedIn queda mejor.
  5. Fotos, y más fotos. Vivimos en una era de lo gráfico, de la prueba visual, de la envidia que entra por los ojos. Documenta todo con varias fotografías. Y enséñalas donde haga falta. Es indiferente que sean forzadas o exageradas, el objetivo final es el postureo. Elimina de la foto cualquier elemento que no demuestre que tú eres el campeón nacional de los 100 metros lisos. Basta con borrar las pruebas que corroboren que has quedado último en la carrera de tu pueblo.
  6. Demuestra que eres experto en la materia que haga falta. En España a esto le llamamos ser cuñado. La sabiduría multiterreno entra en el campo del postureo por la puerta grande. Da igual que realmente no sepas de lo que estás hablando: con opinar superficialmente y con vaguedades quedarás como el sabio de la reunión. Para eso aprobaste de niño la guardería a la primera.
  7. Citas y citas. Aprende 4 o 5 citas célebres y te valdrán para todo. En cualquier reunión suelta de pronto, por ejemplo: “Como decía Aristóteles, el sabio no dice nunca todo lo que piensa, pero siempre piensa todo lo que dice”, y generarás un silencio de admiración inusitada.
  8. No dejes que nadie sobresalga por encima de ti. Ser segundo para un “postureador” es un fracaso. Tú eres el mejor en todo. Y si no lo eres, lo aparentas. Nunca hay que reconocer la superioridad ajena. Como mucho empate, pero tú le enseñaste al otro todo lo que sabe y al final ha resultado ser un buen alumno.
  9. Si te ves acorralado, acude a referencias externas. Es decir, si te pillan en la exageración, siempre puedes acudir a un tercero: “pues a mí me ha dicho X, que sabe mucho de esto, que lo mío es lo mejor”.
  10. No muestres recato en el postureo. Aprende de los instagramers-influencers: se preparan y luchan para causar admiración, aunque sea acudiendo al supermercado a comprar pan. Un “postureador” es un líder de masas de la actuación. Nunca olvides que “la verdad no debe estropear lo que los demás piensen de ti”.

Aunque estos puntos tengan su exageración humorística, no podemos escapar de la realidad. Vivimos en un mundo en el que todo es imagen, marca personal y “sobreimportancia” de la opinión ajena sobre nosotros. Si los demás lo hacen, ¿por qué no nosotros?

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