De ‘startups’, aceleradoras, inversores y unicornios

Raúl Alonso    26 noviembre, 2015

Ya es hora de empezar a hacer balance. Con la crisis fueron muchas las miradas que se centraron en la figura del emprendedor. De pronto, esos hombres y mujeres con capacidad para crear empresas se convirtieron en la tabla de salvación de una economía y tejido empresarial que parecían hacer aguas por todas partes. Administraciones y grandes organizaciones identificaron en ellos una palanca de cambio y modernización a la que apoyar, en la que la nueva economía debía ganar peso. Hoy me pregunto cómo estamos haciendo las cosas.

El análisis es extremadamente complejo, más para un simple observador, por lo que me gustaría segmentarlo para centrarme en el entorno startup y el papel de las aceleradoras. Quizá escriba estas líneas como un lavado de conciencia después de haber criticado el excesivo «postureo» que en muchos jóvenes emprendedores detecto cuando defienden sus proyectos, un peligro de inconsistencia sobre el que quise alertar en este mismo blog. Pero también era un post en el que se reconocía la aportación de muchos de esos jóvenes impulsores de empresa y riqueza, creo que en sus manos está la posibilidad de cambiar el modo en que en este país se han entendido los negocios desde hace décadas, lo que supondría un avance histórico. Pero no quiero desviarme del tema.

Han pasado casi ocho años y creo que podemos ser optimistas. Hace unos días un profundo conocedor del hábitat startup que empieza a cristalizar en España cifraba en cerca del millar las iniciativas que desde muy distintas vías apoyan a este tipo de emprendedores. Sin duda, 2011 marcó un punto de inflexión, año en el que el movimiento de las aceleradoras ganó visibilidad, de modo especial con el nacimiento de Wayra, la apuesta de Telefónica enmarcada en su ambicioso proyecto Open Future. Y es en el recorrido y aportación de las aceleradoras donde me gustaría centrarme.

 

Dar cobertura a todas las fases del proyecto

Son muchos los que señalan que la mayoría de estas estructuras de apoyo a la empresa tecnológica se centran en la startup más incipiente, casi como una incubadora, diluyendo su aportación en las fases posteriores, cuando se juega su consolidación y realmente puede crear y devolver riqueza. Sin embargo, no creo que se corra el riesgo de convertir esta deficiencia en estructural. Se detectan movimientos entre las propias aceleradoras para crear programas de apoyo en las siguientes fases, quizá menos tutelados pero con voluntad de acompañar el crecimiento. Y más importante, se trabaja para atraer inversores que puedan cubrir las exigencias de inversión por encima de los cinco millones de euros, lo que es realmente importante.

 

Apuesta por la especialización

Otro de los movimientos que veremos en los próximos años es una tendencia hacia la especialización. Tiene coherencia. La empresa tecnológica abarca cada vez más sectores y la verticalización de la aceleradora servirá para ganar experiencia en determinados campos, formar equipos de mentores con un conocimiento más específico que aporten más valor a los proyectos acelerados. De momento, y que yo tenga noticias, Top Seed Lab ya ha dado ese paso apuntando al sector turismo, pero estoy seguro de que no será la última. Un movimiento que no impide que proyectos de mayor envergadura, como el citado Wayra o Lanzadera en Valencia, puedan seguir manteniendo un criterio más generalista, en especial este último, que no se circunscribe al entorno del proyecto tecnológico, una línea de apoyo que debería tener más representantes.

 

Llegar en el momento preciso

Como todos, las aceleradoras van aprendiendo de su propia experiencia y cada vez son más conscientes de la importancia de que sus programas lleguen en el momento en que el proyecto lo necesita. Los ciclos de la startup son sorprendentemente rápidos, es un tema que también merecería una reflexión, pero lo cierto es que el mercado impone su ritmo y en este entorno es frenético.

La posibilidad de convertir en éxito una startup hoy está muy ligada a su capacidad para asentar una propuesta novedosa en poco tiempo, ganando usuarios o clientes en meses. Y ese factor de éxito basado en la innovación tiene los días contados, es un sector en donde la clonación de formatos es una constante, y un clon con mayores recursos puede desplazar del mercado. De ahí la importancia de que las aceleradoras sean capaces de llegar en el momento oportuno.

Esta necesidad está imponiendo un interesante cambio de estrategia, si bien hasta ahora se organizaban en torno a convocatorias anuales o bianuales, hoy muchas de ellas seleccionan los proyectos con este criterio de oportunidad en cualquier momento del año, si bien siempre condicionados por su capacidad económica y disponibilidad de espacio.

 

Cada vez más exigentes y selectivas

Una de las cosas que más me interesa de las aceleradoras es que evitan convertirse en un escalón más en el proceso formativo «reglado» del emprendedor. Me explico. No quieren ser una prolongación de la formación universitaria o la maestría, quieren funcionar con las reglas del mercado -las buenas y las malas-, y eso conlleva que la exigencia de resultados sea desde el minuto uno. Un buen proceso de aceleración es duro y puede que no se adapte al ritmo de todos los emprendedores, situación que en sí misma no me parece ni buena ni mala, pero que justifica que los criterios de selección sean cada vez más estrictos. Lo que también se aprecia en el interés de algunas de ellas en centrarse en un menor número de proyectos, pero inyectando más recursos.

 

A la espera del unicornio

El tejido startup español necesita un proyecto estrella que ponga definitivamente en el mapa internacional a la creatividad patria: una empresa unicornio valorada en los mil millones de dólares. El sector continúa a la espera de que algunas de las promesas se consoliden, siguiendo con interés la evolución de proyectos como los de JobandTalent, Carto DB, Kantox, Scytl o Wallapop. Su triunfo será el éxito del modelo español, y atraerá definitivamente las miradas de los inversores internacionales al hábitat español de la startup.

Foto: Wayra

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