‘Las pymes son las primeras en salir de los banquetes y las últimas en entrar’

Raúl Salgado    22 junio, 2015

Vicepresidente de la CEOE y presidente de Cepyme, Antonio Garamendi conoce los entresijos del mundo empresarial como la palma de su mano. Tiene una agenda infernal, que incluso puede llegar a echar humo. Aun así, se muestra encantado de atender a Con Tu Negocio. Amable, cercano y sin pelos en la lengua, ensalza la reforma laboral, que “ha permitido salvarse a muchas empresas que de otra manera hubieran tenido que echar el cierre”, y arremete contra la desmesurada carga fiscal que soportan las pymes en España. De hecho, lamenta que las cotizaciones sociales en nuestro país sean un 30% más caras que en el resto de Europa y no titubea al clamar por un Impuesto de Sociedades en el rango del 15%.

Casi 900.000 pymes y 1.700.000 autónomos han desaparecido durante los años de crisis. Pese a la venda que se le ha puesto, la sangría en el mercado laboral resulta espeluznante. Y es que la herida requiere más puntos de sutura. Garamendi explica que con crecimientos del PIB inferiores al 2% ya es posible crear empleo y confía en que entre 2015 y 2016, cuando se prevén incrementos próximos al 3%, se generen un millón de puestos de trabajo. Defiende que las pymes necesitan ayuda pública y de las universidades, y reconoce la importante apuesta tecnológica que han realizado en aras de adaptarse a un mundo cada vez más global. 

De 100.000 a 150.000, el número de empresas españolas exportadoras ha experimentado un significativo incremento. En época de vacas flacas, y cuando apretar más el cinturón podía llevar prácticamente a la asfixia, muchos empresarios hicieron las maletas y salieron al exterior, a la conquista de nuevos mercados. Sin embargo, en nuestro país los niveles de confianza no dejan de registrar aumentos, la demanda interna ha crecido y los datos son bastante alentadores.

 

¿Cuál es su diagnóstico sobre la situación que atraviesan las pymes españolas?

Desde un punto de vista macro, afortunadamente y gracias a las reformas, las cosas están cambiando. Somos optimistas. Pensamos que los malos años ya han pasado y que se aproxima una época mejor. Las pymes son las primeras en salir de los banquetes y las últimas en entrar porque, debido a su tamaño, su sensibilidad es mayor ante los cambios exógenos. Todavía muchas se encuentran en una situación delicada. De hecho, el 60% está en pérdidas y el 75%, compensándolas.

 

Son el principal motor de nuestra economía. ¿Es España un país de pymes?

Contribuyen al 65% del PIB y generan el 75% del empleo. Somos el 99% de las empresas españolas. Muchos países europeos son de pymes. En España, necesitamos ver cómo las pequeñas compañías crecen y se convierten en medianas, pero algunas trabas lo impiden. Cuando tienes 50 trabajadores, por ejemplo, te meten un comité de empresa que estanca a muchas de ellas, porque no les interesa seguir creciendo. Su importancia para la economía es vital. Las pymes crean actividad e incrementan la recaudación por impuestos.

 

¿El tamaño importa?

Algunas empresas del sector tecnológico, por su reducido tamaño, resultan más eficientes y eficaces. Antaño la envergadura de la plantilla era muy importante. Hoy en día es más relevante que la compañía sea puntera y potente, que el número de trabajadores sea menor, pero de calidad, a que una empresa tenga miles de empleados con condiciones precarias. Además, muchas compañías tienen menos gente porque externalizan muchos servicios. No obstante, sí es cierto que en España deberíamos tener más medianas empresas.

 

¿Hasta qué punto la morosidad constituye una lacra para el futuro de las pymes?

Resulta uno de los principales problemas a los que deben enfrentarse. Pese a que haya leyes, no se cumplen. Es casi un planteamiento cultural el que aquí se deba dinero. El 80% de los créditos se destina a circulante de la morosidad, ya sea pública o privada.

 

La financiación es la segunda preocupación de las empresas, tanto en España como en Europa. ¿Se ha abierto definitivamente el grifo del crédito?

Se está abriendo, pero el número de créditos concedidos se encuentra lejos de los niveles precrisis. La financiación de una pyme es mucho más sensible que la de una gran empresa. Si ahora hay operaciones de crédito por 150.000 millones de euros, antes de la crisis eran 350.000 millones. Los problemas de financiación no se pueden dar por acabados.

 

Pero cada vez hay más alternativas a disposición del empresario…

Cierto. Existen muchas posibilidades en las que habrá que profundizar. La emisión de deuda, el crowdfunding, el MAB… Sin embargo, las pymes en España están excesivamente bancarizadas y el nivel de apalancamiento ha sido muy alto, por lo que tenemos que buscar una mayor capitalización. Hay que explotar otras fórmulas de financiación, posibilidades de fusiones y uniones, pero en España somos muy individualistas. Deberíamos mimar los aspectos societarios, aunque cuando somos pequeñas no nos fiamos del de enfrente.

 

¿Soportan las pymes españolas una carga fiscal excesiva?

Sí, en todos los niveles. El Impuesto de Sociedades tendría que estar en rangos fiscales del 15%. Al hacer la suma de los tributos que deben pagar las pymes (locales, autonómicos, estatales…) te vuelves loco. En el área energética, por ejemplo, además del IVA se paga un 5,5% del Impuesto eléctrico. Con el tema de los gases fluorados se ha montado un impuesto disparatado, como ocurrió con el céntimo sanitario. Yo defiendo a las empresas, pero sobre todo a los empresarios, con caras y ojos. El dinero mejor invertido es el que depositamos en nuestras empresas. Sucesiones y Patrimonio son dos impuestos confiscatorios que incitan a no ahorrar, a no invertir y a no trabajar. Otro absurdo es que estos tributos los tenga planteados un gobierno de derechas, porque el día que venga uno de izquierdas… Que miren lo que ha pasado en Guipúzcoa, donde la mitad de las empresas se ha trasladado a Madrid.

 

El nivel de burocracia, ¿lastra el crecimiento de las pymes?

Por supuesto. El año pasado se publicaron 170.000 páginas en el BOE, 830.000 páginas en los boletines oficiales de las comunidades autónomas. Hay una locura en materia de regulación, y muchas normativas rompen la economía de mercado.

 

¿Cuáles son los principales retos y desafíos para el futuro más inminente?

Deberíamos profundizar en la formación de empresarios y trabajadores, así como apostar por la innovación e internacionalización.

 

¿Es deficitaria la formación de los empresarios?

No, pero tenemos la obligación de estar en la permanente senda de la formación continua. Los que están mejor formados quieren ser directivos, ya que ganan más dinero. En cambio, muchos empresarios con menos formación son los que generan más actividad económica y empleo.

 

¿Se ajustan los planes formativos a las necesidades de las empresas?

Se venía haciendo bien, pero ahora se ha introducido una reforma en la que hay que evaluar la competitividad, la productividad y la trazabilidad del trabajo de la gente. Eso, llevado desde lo público, no va a funcionar o funcionará mal. Somos los empresarios y las empresas los que sabemos qué necesitamos, cuáles son los modelos nuevos, la maquinaria que se ha de utilizar o la formación que se requiere, porque eso lo marca el propio mercado.

 

Patronal y sindicatos firmaron recientemente un pacto salarial en el que se recogen subidas hasta de un 1% para 2015. ¿Puede darse el ajuste por concluido?

La moderación salarial ha sido uno de los aspectos que ha permitido a las empresas ser más competitivas y productivas. La negociación colectiva ofrece a las compañías las herramientas necesarias para sortear las dificultades. Somos conscientes de que gracias a la globalización, las relaciones laborales han cambiado y hay que adaptarse con flexibilidad. Tiene que haber más transparencia por parte de las empresas hacia sus empleados.

 

Tras los resultados electorales de los comicios autonómicos y municipales, ¿presenta el panorama político la estabilidad que requiere el mundo empresarial?

Hay que respetar la legitimidad de toda organización que se haya presentado y conseguido votos. Sólo pedimos estabilidad y responsabilidad. Hemos firmado el acuerdo nacional de negociación colectiva con los sindicatos. Ellos defienden lo suyo y nosotros, lo nuestro. Pero con la generosidad de pensar en lo de todos. Estamos en la senda del crecimiento y desde el exterior reconocen que lo estamos haciendo bien. En las empresas, los experimentos únicamente deben realizarse con gasesosa. Y es que en economía lo que has hecho bien durante tres años te lo puedes cargar en tres días.

 

Pese a que las pymes comiencen a beneficiarse de los vientos de cola, ¿podría ayudarlas a despegar alguna medida en el ámbito político ?

Más allá de resolver el problema de la morosidad, habría que restar a los precios energéticos cualquier componente político, que son la mayoría. Sobre todo, se beneficiarían las empresas industriales. En España se han tomado muchas decisiones a cuenta de la energía. Si quitáramos los costes asociados -distribución, generación, transporte y operaciones del sistema-, tendríamos unos precios muy potentes. Asimismo, las cotizaciones sociales en nuestro país son un 30% más caras que en el resto de Europa.

En materia laboral se ha llegado a una superjudicializacion. Por ello, nosotros insistimos en la importancia de la conciliación para no estar todo el día en los juzgados.

 

Bajo su punto de vista, ¿necesita la reforma laboral una vuelta de tuerca?

Sí, en principio es parte del recorrido que falta por hacer. Tengo claro que con el sistema antiguo muchas empresas que han sobrevivido se habrían visto obligadas a cerrar. Gracias a la reforma, las estructuras de las compañías han podido adelgazar y se han hecho los deberes.

 

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