La importancia de un consejo asesor

Ángel María Herrera    1 febrero, 2012

Cuando las pequeñas empresas escuchamos algo como «consejo asesor» pensamos que es algo que sólo tienen las empresas grandes, cuando curiosamente es más necesario en la pyme. Por nuestro tamaño no podemos tener un especialista de todo en plantilla y es evidente que no podemos saber de todo. A veces lo suplimos con algún amigo o gente cercana, pero es mejor hacerlo de forma profesional, todos sabemos que a veces por esa cercanía se pierde el criterio empresarial o el nivel de exigencia. De hecho, conozco varias empresas del sector de la construcción que si alguien les hubiera asesorado financieramente habrían podido continuar.

Lo primero es distinguir entre un consejo de administración y un consejo asesor. La diferencia fundamental es que el primero es un órgano directivo y, por tanto, tiene responsabilidad sobre las decisiones de la empresa, y el segundo es meramente consultivo y no tiene responsabilidad civil ni existe una figura jurídica que lo regule. Esto dicho en cristiano es que los administradores si la cagan pueden perderlo todo y hasta ir a la cárcel y los otros te dan consejo y tú verás qué haces con ello, pero no asumen riesgos. Pero precisamente la importancia de un consejo asesor es esa, la de darte una visión externa de alguien con menor implicación en el proyecto.

Cuando montamos Bubok, el tener un consejo asesor con mucha experiencia nos facilitó la vida. Estas son algunas de las cosas que me han aportado a mí:

  • Experiencia en gestión de compañías y estrategia
  • Negociación directiva
  • Acceso a contactos de primer nivel
  • Visión internacional
  • Finanzas
  • Experiencias de gente que ha pasado por lo mismo
  • Generación de marcas de valor
  • Desarrollo de marketing y labor comercial

Cada uno tiene que identificar las áreas que le son más necesarias. En mi caso, lo que hago es tener reuniones personales con mis asesores para ver temas puntuales donde flojeo. La forma de ligarlos a la sociedad puede ser por un contrato mercantil de colaboración o simplemente de palabra en función de su labor e importancia. Los contratos han de ser personalizados, no valen cosas genéricas. Con cada uno tendrás que pactar unas condiciones en función de lo que más les guste, por ejemplo:

  • A algunos les interesará tener un pequeño porcentaje en acciones
  • Otros preferirán un fijo
  • O que le invites a un buen restaurante a comer
  • Los amigos a lo mejor nada o que también les asesores a ellos

Al final me ha sido mejor negociar con cada uno en función de sus gustos y necesidades, para que todos estén contentos. Sobre todo que se sientan motivados con tu proyecto.

 Foto: ©Unhindered by Talent, distribuida con licencia Creative Commons BY-2.0.

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