Por qué la «economía gig» va a cambiar el trabajo de 162 millones de personasRaúl Alonso 22 diciembre, 2020 Es probable que cuando su hijo se incorpore al mundo laboral no llegue a firmar nunca una nómina. También es probable que si usted pierde su trabajo –solo es un supuesto–, corra la misma suerte. El modelo de relación empresa-empleado aborda profundos cambios, en especial entre el colectivo de profesionales a los que propone una relación basada en la colaboración por proyectos. Nos adentramos en la «economía gig». Poco más de 3,1 millones de españoles son trabajadores por cuenta propia. De ellos, unos 2 millones son empresarios sin asalariados o trabajadores independientes. La foto estadística es del anuario del INE, España en Cifras 2020, y muestra una creciente tendencia al alza, ligera pero constante, del modelo de autoempleo. Tres de cada diez trabajadores serán gigs España sigue la estela de lo que ocurre en la mayoría de las economías más avanzadas. Ya en 2016, el Instituto McKinsey pronosticó que entre el 20% y el 30% de la población activa de EE.UU. y Europa trabajaría de forma independiente o freelance. Son unos 162 millones de personas, a los que este estudio atribuye tres características principales en su nueva relación laboral: Alto grado de autonomía en su trato con la empresa.Pago por tarea, acuerdo temporal o venta.Relación a corto plazo. Así es como se avanza hacia un entorno de trabajo no permanente, que se ha denominado de «economía gig» o colaborativa. El término que bautiza este movimiento viene de círculos artísticos. Podemos traducir «gig «por el muy español «bolo», en referencia al pago por una actuación musical o actoral y, por extensión, “curro”. Pero hoy «gig» alude a un cambio en las relaciones laborales que se consolidará en la década que iniciamos, impulsado por los avances tecnológicos y, esperemos que solo coyunturalmente, por la pandemia. Las reglas de la «economía gig« Desde el punto de vista del trabajador individual o «gig», el objetivo es prestar servicios a diferentes empresas que van cambiando de forma más o menos regular, una forma de reducir su dependencia a una única fuente de ingresos. En muchos casos, también como fuente adicional para completar los ingresos de su trabajo como asalariado. Entre los profesionales más cualificados, va a permitir diseñar un currículo profesional muy específico: el «gig» puede, más bien debe, especializarse en áreas de conocimiento y uso de herramientas concretas. Este conocimiento experto es más demandado y mejor retribuido en el mercado, por ello puede que el éxito del «gig» esté asociado al nicho elegido. Desde la consultora de recursos humanos Nexian se apuntan otras tres características definitorias: Flexibilidad y deslocalización. Aludiendo a aspectos como la libertad de elección de colaborar o no de ambas partes; de establecer relaciones singulares o a conveniencia en cada situación y, sobre todo, la posibilidad de trabajar a miles de kilómetros de distancia.Tecnología como aliada. La digitalización del «gig» debe ser total en conocimiento y en capacidad de aprendizaje. Además, debe tejer una estrategia propia de marca personal en Internet, imprescindible para tener visibilidad.Ausencia de relación laboral. Es el precio a pagar por la flexibilidad y la libertad de elección. Le obliga a “actuar como un pequeño empresario, simultaneando actividad profesional y comercial”, explican desde Nexian. Además, es responsable de sus obligaciones tributarias y de planificar los ingresos para la jubilación, un tema donde también hay mucho que aprender. Las plataformas El 15% de los «gigs» trabajarán en plataformas digitales, estima McKinsey. Hoy ya vemos como se consolidan algunas de estas plataformas online, que generan entornos autosuficientes donde el «gig» y la empresa tienen todo lo necesario para cerrar y gestionar el acuerdo: desde la gestión de pagos a soluciones de logística. Es evidente que la irrupción de plataformas mediadoras es incesante. Algunas son conocidas masivamente por ir dirigidas al gran público. Esto ocurre con Glovo o Uber; en servicios domésticos, con TaskRabbit; en compra de artesanía, con Etsy; o en formación, con Floqq o Cursopedia. Pero una mayoría de esos profesionales «gig» se reúnen ya en otras plataformas que agrupan servicios profesionales con más clara vocación freelance. Entre las plataformas más conocidas en el mundo destacan Fiverr, FlexJobs, Guru o Toptal, pero empiezan a consolidarse otras más especializadas. Ventajas de la «economía gig» para la empresa Pero la «economía gig» se mueve sobre todo en un terreno de juego beneficioso para la empresa. Además de no asumir una relación laboral estable, el modelo de «economía gig» permite: Acceder a los perfiles más cualificados para cada trabajo. Una forma de potenciar su calidad y poder innovador.Mejorar la productividad y calidad, gracias a la contratación de un talento muy específico.Reducción de costes. Al funcionar con un modelo de pago por entrega y sin compromisos salariales en el medio y largo plazo.Acceder a una economía global. La «economía gig» difumina las fronteras, permitiendo llegar a acuerdos beneficiosos sin limitaciones geográficas. Algunas incertidumbres de la «economía gig« Sin negar el atractivo envoltorio, en opinión de muchos la «economía gig» tan solo es una nueva vuelta de tuerca a la liberalización del mercado laboral. Sin duda, esta circunstancia puede convertirse en su espada de Damocles, de modo especial en un sistema más garantista como el europeo. De momento, ya hemos visto lo ocurrido con las reclamaciones del colectivo rider. Pero en mi opinión el movimiento es imparable. Como en tantas otras ocasiones, es de esperar que la «economía gig» vaya por delante, y la legislación y justicia vayan introduciendo medidas correctoras. Por otro lado, las empresas deberán aprender a relacionarse con sus proveedores «gig». Automatizar en exceso su relación a través de las citadas plataformas puede ser muy efectivo para recibir un trabajo bien hecho, pero difícilmente lo mejor del freelance. Aquellas empresas interesadas en el modelo, y las propias plataformas intermediarias deberán ingeniárselas para construir relaciones más cercanas. Solo así el «gig» podrá entender las necesidades de la organización y entregarle su mejor hacer y creatividad. La economía gig no ha hecho sino empezar, por tanto es susceptible de muchas mejoras, pero no cabe duda de que hablamos de un movimiento laboral con un gran poder de transformación que se asentará. 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