Convierte el reencuentro con el trabajo en una oportunidadRaúl Alonso 5 septiembre, 2016 Imposible asomarse a cualquier foro profesional en estas fechas sin toparse con algunas recomendaciones para empezar el curso con buen ánimo. Pues aquí tienes unas cuantas más, eso sí, ni vamos a hablar de síndrome postvacacional, ni pretendemos ser científicos y mucho menos animarte a cumplir con el decálogo: tan solo un post “inspiracional” que pretende convertir lo que parece una condena en una oportunidad. Nos vale con apelar al sentido común para llamar la atención sobre la importancia de volver a la rutina de una forma consciente y efectiva. Para ello me he servido de un puñado de personas a las que admiro, y de cuya paciencia me he valido para “interrogarles” sobre sus pautas habituales para que la vuelta a la las responsabilidades sea una oportunidad para hacer mejor las cosas. A continuación el resultado resumido en 10 medidas al alcance de cualquiera de nosotros, como he señalado tan solo basadas en la experiencia, por lo que ahora toca que cada uno creemos nuestro propio modelo. 1. Mostrarse optimista, y si es necesario fingirlo Encarar la vuelta con el mejor ánimo posible es un punto en el que todo el mundo coincide. A los que no nos resulta sencillo romper con la molicie de la dolce far niente se recomienda pensar más en lo que hay que hacer y menos en el ‘cómo me siento’. 2. Ordena las ideas con antelación Tras la desconexión vacacional no está de más emplear unos minutos en los días previos para hacer un listado, mejor escrito que mental, con las tareas que afrontaremos una vez incorporados a nuestro trabajo. Una labor que algunos ya dejan resuelta antes de iniciar su descanso, por lo que solo deben revisarla para tener una visión más objetiva de lo que les aguarda: ordenar las ideas da perspectiva y ayuda a ganar confianza. 3. Prioriza, no intentes ponerte al día en las primeras ocho horas Sin duda una de las aplicaciones más prácticas de este listado es establecer tiempos reales de resolución, más detallados y ajustados en lo que concierne a los primeros cinco días laborales. Una de las situaciones que genera mayor estrés es querer resolver todo de forma inmediata. 4. Si te atascas, cambia de actividad Otra de las sensaciones que más incómoda tras días de inactividad es la de pensar que no se alcanza la habitual eficiencia. Cada persona tiene su propio ciclo antes de alcanzar velocidad de crucero -en ocasiones de varios días-, por ello conviene no enconarse en abordar una tarea con la que, evidentemente nos hemos atascado. Valora si es posible postergarla para volver a ella otro día con mejor talante e inspiración. 5. Reúne al equipo en las primeras horas Y emplea los primeros minutos en comentar el anecdotario vacacional para inmediatamente entrar en materia. Aunque la asunción de tareas debe ser gradual, todos deben ser conscientes de que el trabajo que aguarda es mucho y hay que empezar a resolver desde el primer día. Una buena técnica para “engrasar” es delegar responsabilidades a cada miembro, encargar tareas muy concretas que se puedan gestionar de forma rápida nos pone en forma. 6. Las metas siempre estimulan «Buscar dos nuevos clientes este mes», «renovar el blog de empresa», «actualizar las fichas de producto de la web»… Conviene definir pequeños objetivos, que siempre deben estar formulados de forma muy concreta y ser ejecutables en pocas semanas. Es una buena fórmula para estimular al equipo pero en ningún caso se debe utilizar como medida de presión. Es muy interesante que su finalidad última sea la de contribuir a alcanzar los objetivos generales que con el arranque del año se marcaron para el equipo o la empresa, dando continuidad al esfuerzo con nuevas acciones para alcanzar esa cifra de venta, lanzar un nuevo producto o mejorar las economías de escala. 7. Planificar tu formación amplía horizonte La vuelta a la rutina también se convierte en el momento ideal para pensar en tu reciclaje profesional. No vamos a extendernos sobre la importancia de adquirir nuevas habilidades y competencias, pero hay que ser consciente de que -de modo intencionado o no- las decisiones que se toman en el mes de septiembre condicionan en buena medida el calendario personal que nos espera en los siguientes nueve meses. Incluir en ese periodo la inscripción de algún curso, seminario o postgrado es una de las recomendaciones en las que más me han insistido en la “miniencuesta” de la que me he servido para este post: no permitas que el agobio inicial de tareas deje sine die esta decisión un año más. 8. No sudes solo en el trabajo: haz deporte Facilitar la reincorporación al trabajo no depende solo de lo que hagas en el horario laboral, cuestión muy importante de la que no siempre somos conscientes. Muchos de los trabajos actuales son fundamentalmente sedentarios, lo que contrasta con la actividad física mantenida en los días de asueto. Y en este caso sí que se trata de una consideración científica: el deporte ayuda a combatir los trastornos que se asocian al síndrome postvacacional. La mejor forma de enfrentarse a la ansiedad, el cansancio, el dolor de cabeza o a los problemas para conciliar el sueño es realizar una actividad deportiva adecuada a nuestra forma física. Y sí, los más perezosos pueden cambiarla por una buena caminata, lo importante es sudar. 9. Tener planes personales motiva Del mismo modo que soy un convencido de que una agenda repleta de tareas nos convierte en más eficientes (obliga a aprovechar cada minuto y decidir con mayor rapidez), también pienso que no solo debe incluir responsabilidades profesionales. De modo especial en estas agradables semanas de fin del verano, programa algo especial con tu familia o amigos: pensar en la excursión del próximo sábado te ayudará a recuperar el ánimo en el momento de “bajón”. 10. Hablar en positivo, una ayuda imprescindible Recomendación que he ubicado en último lugar pero que podría haber encabezado este post. No sé si somos lo que verbalizamos pero sí que el lenguaje y el diálogo interno condiciona sobremanera nuestro estado de ánimo. Empezando por ‘síndrome postvacacional’, todos sabemos identificar esos términos y expresiones que nos perjudican cada vez que los pronunciamos o visualizamos. Evita el lenguaje negativo, lastimero y autocomplaciente para construir un discurso ilusionante. Si el diálogo interior te atrapa en un bucle busca imágenes que te ayuden a romper esa inercia, recréate en un recuerdo de las vacaciones, ese plan con los amigos o un libro, es lo que los profesionales de la programación neurolingüística (PNL) denominan anclas, capaces de crear estados positivos en nosotros. Foto: pixabay Las pymes buscan analistas de datosVentajas e inconvenientes de mantener existencias en el almacén
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