Aprender a teletrabajar: habilidades, jefes y tecnología

Alicia Díaz Sánchez    8 junio, 2021
Aprender a teletrabajar

Antes de la pandemia todo el mundo hablaba de las bondades del teletrabajo. Pero, ya se sabe, cuando algo se prueba, comienzan las críticas. Hay que aprender a teletrabajar, porque no todos valen para ello ni quieren hacerlo.

A muchos no les gusta quedarse en casa, porque ir al trabajo forma parte de su proceso de socialización. Otros no disponen de un lugar adecuado para teletrabajar (habitación con silla, mesa, monitor…), y para otros teletrabajar supone prolongar durante horas su jornada laboral, ya que no logran desconectar digitalmente. Estos son los principales inconvenientes para los detractores del teletrabajo.

Para los defensores, entre los que me encuentro, trabajar desde casa tiene grandes ventajas: adiós a los atascos y a la pérdida de tiempo in itinere, ahorro de gasolina, conciliación, comodidad, etc.

Cada cual lo ve a su manera, en función de cómo le afecta o no laboral y personalmente. La pregunta es: ¿se puede disfrutar teletrabajando? Este interrogante es lo que ha llevado a Virginia Cabrera, especialista en mentalidad digital, a escribir un libro sobre el teletrabajo, “una guía práctica llena de secretos que nadie te contará”.

Disfruta teletrabajando” (Editorial Wolters Kluwer, 2021) ahonda en los factores que influyen en los “resultados y el calor cuando trabajas con gente a la que no ves” salvo a través de una pantalla.

Teletrabajar tiene sus pros y sus contras

Según la autora, hay que enfrentarse al teletrabajo sabiendo que no todo es perfecto y que hay muchos mitos que debemos combatir y realidades que asumir. Entre estas últimas, las siguientes:

  • El teletrabajo no solo consiste en cambiar de lugar, sino también cultural y socialmente.
  • Nuestras funciones cambiarán en cierta medida.
  • Teletrabajar no es pasar los días en pijama y realizar tareas cuando uno quiera, sino establecer horarios y rutinas para sacar adelante el trabajo.
  • Trabajar a distancia no significa estar conectado a todas horas.
  • Nadie organizará nuestro trabajo, tendremos que ser -en cierto sentido- nuestros propios jefes.
  • Deberemos desarrollar “unas habilidades interpersonales que no son las mismas que en el cara a cara”, asegura Cabrera. El contacto social no tiene por qué perderse.

La realidad es que, lo queramos o no, cada vez somos más digitales. Pasamos conectados muchas horas al día y los procesos son cada vez más telemáticos. De ahí que la relación empresa-empleado siga evolucionando hacia el autoempleo. Es lo que se denomina economía gig, en la que prima la colaboración por proyectos y no el contrato “para toda la vida”.

Por ello, debemos aprender a teletrabajar, distribuir bien nuestro tiempo, discernir entre lo urgente y lo importante, decir no cuando sea preciso y tener presente siempre que la jornada laboral tiene un principio y un fin. Es la única forma de adaptarse al nuevo modelo de relación laboral que se va dibujando progresivamente y que terminará siendo el prevalente.

No todo es organizarse, se necesita tecnología

Pero no todo es actitud, saber organizarse o cambiar de mentalidad. Es necesario disponer de ciertas herramientas y tecnología para teletrabajar y seguir siendo productivo.

Además de contar con un puesto físico ergonómico, con una adecuada iluminación, una buena silla, un atril para graduar la altura del pc o la pantalla, y un teclado y ratón independientes (no sirven los del portátil), un despacho “virtual” debe disponer de lo siguiente:

  1. Conexión estable que garantice un buen acceso a Internet y, en su caso, a la Intranet de la empresa.
  2. Tecnología en la nube, para poder acceder a documentos y aplicaciones en cualquier momento y desde cualquier lugar.
  3. Equipamiento básico, principalmente portátiles y smartphones.
  4. Herramientas colaborativas para comunicarse y celebrar reuniones, como Teams.
  5. Seguridad frente a ciberataques.
  6. Gestión y mantenimiento del puesto de trabajo.

El jefe también influye: cómo liderar equipos digitales

Virginia Cabrera reflexiona no solo sobre las habilidades y recursos de los empleados que teletrabajan, sino también sobre las cualidades que deben tener los jefes para liderar un equipo digital.

Disfrutar teletrabajando y en el puesto físico depende también de los jefes. Por eso asegura que “liderar desde la confianza y la empatía, construyendo activamente equipos que ganan campeonatos desde sus casas es la capacidad imprescindible del jefe del siglo XXI”.

Si ya es difícil mantener cohesionado a un equipo que se ve y convive de lunes a viernes, ¿cómo se puede cultivar la colaboración y el calor de un equipo que solo se conecta digitalmente?

Para la autora, algunos ingredientes para lograrlo son: estar al servicio de las personas, el empoderamiento de los trabajadores, el aprendizaje continuo, practicar con el ejemplo y la confianza como sustituto del control.

Añade que el papel del jefe sigue cambiando. Cada vez están más en desuso las ideas de jerarquía y poder en el trabajo, y advierte de que ya hay quien prefiere ser liderado por una aplicación antes que por un jefe.

El libro toca todos los puntos que inciden en el teletrabajo, no solo en su disfrute, sino también en la productividad y “en conseguir brillar incluso en la distancia”.

Lo mejor es leerlo. Yo me quedo con la visión futurista de Virginia Cabrera en el último capítulo de su libro: “Dentro de 30 años, la gente se preguntará por qué existían las oficinas. Los emojis habrán reemplazado al apretón de manos y cerrar tratos a través de pantallas será tan esencial como lo ha sido saber hacerse el nudo de la corbata. El teletrabajo, acelerado vertiginosamente por la pandemia, será parte ineludible de nuestra ‘nueva normalidad’ desde ya y para siempre”.

Foto: Viktor Hanacek

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