Trabajo y mayores de 45 años: ¿dos mundos opuestos?

Raúl Alonso    20 octubre, 2016

Ahora que The Rolling Stones saca a pasear la caja registradora, que Dario Fo deja su frenética actividad para siempre y Bob Dylan gana el Nobel de Literatura llega el momento de hablar de un tema que me escuece, aunque cada día menos: si algo dan los años es perspectiva.

Los datos del SEPE (Servicio Público de Empleo) llevan unos meses registrando un dato sorprendente: el paro disminuye entre los mayores de 45 años, con una variación interanual de casi un +5%. En la que parece lógica consecuencia, varios medios publican reportajes y análisis en los que se anticipa que el talento senior vuelve a la empresa, e incluso se habla de lección aprendida tras el maltrato que en los años de la crisis se ha dado a este colectivo. Pues bien, yo no puedo estar de acuerdo, al menos en que lo haga del modo en que estábamos acostumbrados.

No puedo cuestionar el gradual incremento de contrataciones entre los mayores de 45 años, incluso de forma especial entre los de más de 54, pero mi explicación es lamentablemente más sencilla. La estadística no recoge más que la lenta recuperación del empleo que en este país se está viviendo de forma general, lo que también afecta a estos grupos de edad, y en mayor medida, dado que sus ratios de desempleo junto a los de menores de 25 años habían alcanzado porcentajes realmente de escándalo, del 40%, según leo.

Por tanto, al menos mientras existan 3,7 millones de españoles desempleados, parece precipitado hablar de cambio de tendencia en las políticas de reclutamiento empresarial. Pero quisiera desligarme de la estadística del SEPE para hablar de lo visto, ya sé que la experiencia propia siempre es parcial, pero no por ello menos reveladora.

Que la crisis dejó claro el desinterés por los currículos del trabajador con más de 45 años lo considero un hecho probado. Y que además llegó en un momento de cambio traumático, en el que toda la sociedad ha tenido que asumir que la vida laboral se va a prolongar hasta los 67 años de forma general, y en muchos casos hasta los 70 o más. Sin duda, una sangrante contradicción: si profesionales -los bien formados igual que los que ofrecen destrezas más básicas- no encuentran trabajo a los 45, ¿qué van a hacer a los 65 años?

 

¿Reconoces estas barreras?

Las razones que justifican esta -entiendo que para todos- dolorosa selección son múltiples. Y conviene no olvidarlas:

  • Sobrecualificación, en unos casos, y falta de un reciclaje profesional adaptado a los nuevos puestos, en otros.
  • Brecha tecnológica, en un momento en que hay que liderar procesos de digitalización empresarial.
  • Mayores responsabilidades familiares: menor movilidad geográfica, disposición para viajar, asumir largas jornadas o jornadas discontinuas.
  • Mayores exigencias económicas.
  • Problemas de liderazgo derivados de la integración en un equipo de personas más mayores que sus superiores.
  • Falta de actitud para asumir riesgos, encontrar soluciones disruptivas o salirse del terreno establecido.
  • Desconfianza frente a alguien que se ha caído del carrusel laboral.

 

¿Y si aprovechas la gatera?

De estas y otras podrían hablar mucho los pocos candidatos mayores de 45 años que llegan a enfrentarse a la entrevista personal. Sin embargo, la realidad es compleja y en muchas ocasiones a los mismos profesionales a los que se les cierra esa puerta empresarial se les abre una gatera. Me explico.

Es habitual que cada vez más empresas les llamen para encargar proyectos y tareas freelance para los que sus competencias y experiencia sí son valiosas. Así se abre una ventana de oportunidad al trabajo autónomo, donde la empresa y los mayores de 45 años vuelven a reencontrarse.

Sé que muchos lo considerarán subempleo, pero el mundo laboral está cambiando y no conviene anticipar conclusiones. Se dice que para 2020 en Estados Unidos cerca de la mitad de su fuerza de trabajo será autónoma. En España vivimos aún alejados de esta realidad, pero sí se observa cómo se van creando redes de colaboradores que se tejen, destejen y mezclan en función de diferentes proyectos, en general muy técnicos e innovadores. Unas redes que sobre todo pivotan en la gran empresa, pero podrían ir avanzando.

De ahí la importancia de que el mayor de 45 años se convierta en un especialista de alto valor añadido y cree marca. Llevamos lustros viendo cómo la industria americana del cine funciona de este modo, y tampoco les va tan mal.

Sé que para muchos no es la situación ideal, pero es una cuestión de resiliencia: descubre qué puedes aportar en este nuevo escenario y haz partícipe al mercado de tus ventajas.

 

¿Camino de un nuevo escenario?

Cada vez es más común ver cómo jóvenes ejecutivos y emprendedores quieren combinar en sus equipos diferentes tipos de talento: joven y más veterano. Es cierto que no de forma generalizada, pero si hasta hace muy poco en los foros de innovación no se oía hablar más que de la necesidad de incorporar talento nativo digital, ahora se empieza a ver como enriquecedora esta convivencia.

Se reconoce que la experiencia da una valiosa perspectiva. Algunas de las startups incorporan talento senior colaborador en el momento en que empiezan a consolidar su modelo de negocio, cuando pueden pagarlo. Además, en un entorno de creciente colaboración entre empresas, la veteranía aporta redes de contacto de confianza capaces de conectar la nueva y la vieja economía.

¿El trabajo y los mayores de 45 son reconciliables? No me siento capaz de responder a la pregunta, pero hoy te animo a ser optimista. No quiero minimizar el drama de este colectivo -¡cómo podría hacerlo!- pero siempre es importante pararse a analizar esos pequeños cambios que pueden aportar grandes cambios. Yo espero que así sea.

 

Foto: duncan c

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