Cómo trabajaremos dentro de 10 años

Virginia Cabrera    17 mayo, 2018

No hay que ser un lince para darse cuenta de que la forma en que trabajamos va a dar un vuelco en la próxima década. En menos tiempo de lo que pensamos, ir a trabajar no se parecerá en nada a lo que hacemos hoy. Muchos ya intuimos que cambiarán el dónde y el cuándo, pero pocos somos conscientes de que también lo harán el porqué y el con quién.

Si el mundo está cambiando, y las personas con él, tal vez sea no sea mala idea ir adelantándote para cambiar la forma en que gestionas tu empresa y a tu equipo. A continuación relaciono algunas tendencias que se vislumbran en el horizonte, para que como empleado o como jefe, vayas pensando en ellas. Porque los cambios son de tal calado que adaptarse no va ser fácil, ni para ti, ni para quienes hoy trabajan contigo.

 

1. La colaboración sustituirá a los mandos medios 

Todos valoramos como algo positivo el trabajo en equipo. Sin embargo, es habitual que funcionemos más en grupos que acaban no siendo más que un conjunto de personas “apelotonadas” detrás de un objetivo. La complejidad del contexto y la necesidad de acortar los tiempos de respuesta van a exigir la adopción de una gestión basada en equipos pequeños y flexibles, que trabajan de modo autónomo pero que están muy coordinados con el resto de la empresa mediante el intercambio de información. Los pequeños equipos de alto rendimiento están llamados a sustituir a la actual asignación individual de tareas y también a desplazar a los mandos intermedios.

En poco tiempo adoptaremos aplicaciones de gestión que recopilen datos, supervisen acciones y midan cumplimientos. Potenciando la autonomía y la confianza entre el equipo, se reducirá la necesidad de personas que los dinamicen y supervisen su rendimiento. Parece que tocará repensar la gestión de los recursos humanos y los mecanismos de motivación y reconocimiento que hoy manejamos.

 

2. La capacitación constante será más valorada que los logros y  la experiencia 

La economía digital demanda nuevas ideas y nuevas habilidades que se combinan para dar lugar a nuevos modelos de negocio. A todos  los empleados nos tocará interiorizar estos valores digitales, aplicando la creatividad y el pensamiento crítico para resolver problemas complejos. Ello implica que la habilidad más valorada en un empleado pasará a ser su learnability, entendida como su capacidad para aprender de todo y de todos.

Y para las organizaciones, llega el reto de promover una nueva cultura del aprendizaje, cambiando el actual modelo de formación desde un “catálogo de cursos” hacia un escenario más amplio de situaciones formativas. Tendremos que cambiar algunas cosas para dotar a cada persona de capacidades autodidactas que permitan estar al día y desarrollarse usando los recursos que aparecen en su trabajo diario. Será necesario fomentar nuevas actitudes como la colaboración con equipos remotos, el mentoring o la elaboración de tutoriales o sesiones de buenas prácticas para compartir con otros colegas.

 

3. Se desdibujan los límites en todos los ámbitos

El negocio digital, construido sobre redes y marketplaces, desdibuja fronteras geográficas y culturales. De igual modo que ya compramos en China o en la India sin que nos tiemble el ratón, no tardaremos ni 10 años en ver cómo cualquier profesional hablará y trabajará con personas alejadas en idioma, fronteras y cultura, usando avatares, interfaces conversacionales y traductores de texto en tiempo real.

La clasificación de una empresa ya no vendrá determinada por su ubicación, ni por sus productos o por su nivel de facturación, sino que todo el mundo se clasificará entre sí (y será a su vez calificado) en base a la confianza, a su competencia y a la ética de su comportamiento. Con “estrellitas”, del mismo modo que hoy calificamos a los compradores y a los vendedores en las plataformas de ecommerce.

Las empresas tendrán que pensar en generar valor también para sus empleados. Y desde luego, hacerlo pasará por incorporar escenarios más abiertos donde cada uno pueda construir un trabajo a la medida de sus necesidades y de sus expectativas.

 

4. Tendremos que cohabitar con robots 

Los robots y la inteligencia artificial han llegado para quedarse. Vienen no sólo a sustituir funciones que antes nos reservábamos los humanos, sino a aportar capacidades que hasta hace poco considerábamos increíbles hasta para un robot. Muy pronto veremos como muchas tareas son asumidas por máquinas inteligentes, aplicaciones y avatares. Quien no sepa adaptarse a trabajar interactuando con estos nuevos “amigos quedará fuera del juego.

Pero el reto en lo que a gestión del cambio en las organizaciones implica es enorme. Porque el hombre siempre ha sentido aversión al cambio y miedo hacia la tecnología que lo hace posible. ¿Recordáis a la cocinera de Downton Abbey, allá por el año 1920, “echando pestes” de esa batidora que le iba a quitar su trabajo?

Para garantizar el éxito, necesitaremos destrezas digitales que permitan interactuar con la inteligencia artificial, manejando con soltura aplicaciones y máquinas a la par que siendo capaces de aportar valor en base a mejorar sus prestaciones. No quedará otro remedio que perder el miedo a incorporar nuevos medios, información, dispositivos y recursos.

 

5. Trabajaremos por objetivos buscando algo más allá del dinero 

Dicen que, allá por el año 2028, la gente buscará activamente un trabajo que dé un sentido a su vida. Que los medios sociales animarán a las personas a involucrarse más y a contribuir a la innovación social y la equidad. Que cada vez más, los empleados querrán que su trabajo tenga un impacto.

Así que parece que las empresas inteligentes deberán hacerse atractivas por algo más que por el salario que estén dispuestas a pagar a su gente. La tendencia será ofrecer a los profesionales la oportunidad de tener un impacto socialmente significativo a través del trabajo, alentando la divulgación de experiencias e historias personales y proyectos con trasfondo social.

 

6. Tendremos que gestionar la cara oculta la tecnología

No es descabellado pensar que algunas personas que trabajen desde ubicaciones remotas se acaben sintiendo aisladas. Ni que la “hiperconexión” a la actividad a través de dispositivos móviles acabe percibiéndose como un trabajo 24×7.

Aunque parece que la tecnología llegará para evaluar cuando alguien está trabajando demasiado a base de monitorizar sus biorritmos, requerimientos nutricionales y necesidades de ejercicio, los responsables de recursos humanos deberán plantearse otros mecanismos que aseguren el equilibrio entre trabajo y vida personal de sus empleados.

No tengo bola de cristal y no sé si todas estas tendencias se volverán realidades pero lo cierto es que en menos de una década, ninguno reconoceremos ese lugar que hoy llamamos “mi trabajo”. Ni el espacio físico, ni las herramientas, ni las relaciones con jefes y compañeros van a ser lo mismo. Si no nos preparamos ya, vamos a sentirnos tan “torpones como mis hijos intentando ampliar las páginas de un libro con los dedos como si estuvieran leyendo en su tableta.

Si queremos conservar el sueldo es preciso dejar de “arrastrar los pies” y subirnos a la ola que llega con estrategias positivas.

Comentarios

  1. Impensable , pero cierto. Al ritmo que avanzamos, necesitaremos algo más que una mera cuestión de concienciación. Será necesario incorporar en las empresas un psicólogo / pedagogo , que pueda ayudarnos al cambio que se avecina.

  2. Esta nueva década va a ser una revolución, en la que tendremos que reeducarnos y dejar atrás casi todo en lo que hoy es nuestro estilo de vida y nuestro modo y forma de trabajar, en mi caso personal ¡ya me quedan pocos años de trabajo!!!! Iremos viendo cómo transcurre todo.

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