Sin comunicación no hay equipo, y sin equipo no hay empresa

Raúl Alonso    27 mayo, 2014

Si el valor no es percibido, no hay aportación. Son ya muchos los años en el mundo de la empresa para saber que los modelos de gestión diaria son muy variados, pero estoy convencido de que el ejecutivo que no sabe comunicar con su equipo directo y con el conjunto de su organización, fracasará.

Y más en un momento en que la sociedad exige a las organizaciones total transparencia, una entelequia que hoy se manifiesta como accesible, gracias a la aportación de la cultura de Internet y las redes sociales. Sin embargo, siguen existiendo muchos empresarios y ejecutivos enrocados en la creencia de que la información es poder.

Administrar los tiempos de una forma conveniente es muy importante en la comunicación, pero ocultar o la mayor de las veces ignorar destruye argumentos valiosos que, compartidos, convierten a una empresa en un proyecto común del que estar orgulloso. Por ejemplo, si tu posición ejecutiva te permite conocer la participación de la marca en foros, congresos o proyectos conjuntos con otras organizaciones, ¿por qué no hacer el sencillo ejercicio de compartir con los demás un hecho positivo?

«Me faltan horas» o «no sé qué contar» son dos de las excusas en que muchos se escudan para, simplemente, no hacer nada. Argumentos inconsistentes si se establecen los protocolos y usan las herramientas correctas. Además, la comunicación de objetivos y logros es fundamental para alinear el esfuerzo de todos hacia la misión empresarial.

Pero vayamos a lo práctico. Si realmente crees que comunicar aporta valor a tu gestión, lo primero que tienes que saber es dónde están las fuentes que van a ofrecerte argumentos de valor. No te inquietes, convives con ellas a diario.

Qué comunicar

Información institucional. Aunque es una obligación de la dirección, y muy especialmente de su departamento de Comunicación, sigue habiendo muchas empresas que sólo distribuyen entre el equipo ejecutivo los diferentes comunicados de prensa, las informaciones y entrevistas publicadas en los medios, o las entradas del blog corporativo. En el caso de la pyme es mucho peor: empresarios que simplemente no cuentan nada. Si detectas esta carencia, tú puedes ser el divulgador de esas acciones, lo que debería ser una obligación si trabajas en una organización como las de retail, dispersas geográficamente. No es conveniente que un franquiciado o un empleado de tienda se entere por el vecino de que el presidente de su empresa ha sido entrevistado en un diario nacional.

Difundir estas informaciones servirá, como poco, para:

  • Vincular a la misión común: alinear los objetivos de la organización con los de los empleados.
  • Unificar mensajes.
  • Generar orgullo de pertenencia.
  • Gestionar una crisis.
  • Recabar el feed-back de los miembros de la empresa.

Gestión de negocio. En este caso eres tú el que te conviertes en fuente de información. Lo primero que debes hacer es compartir con el equipo los objetivos de tu departamento o empresa, el plan de actuación para hacerlos realidad y la contribución que se espera de cada uno de los empleados o miembros de la organización. Además muchas veces debes ser el nexo entre las decisiones de la empresa y el equipo.

En este caso los objetivos son muy variados, como por ejemplo:

  • Dar a conocer las decisiones de la compañía.
  • Introducir nuevos productos o servicios, campañas de marketing, trato con el cliente…
  • Gestionar el día a día del negocio.
  • En definitiva, dar a conocer todas las informaciones que van a influir sobre la mejora de los ratios de de competitividad de la empresa.

Formación. Algunas empresas, por desgracia no muchas, asumen como propia la necesidad de ofrecer a sus empleados una formación continuada, algo que en las cadenas de franquicia es una obligación contractual frente a sus asociados. El esfuerzo que en recursos de todo tipo implica esta política, muchas veces se derrocha al no dotar a esos planes de una difusión eficiente. Ya sea obligada u optativa, también es responsabilidad del ejecutivo informar al equipo de las ventajas de pasar por esos cursos.

Información emocional. Quizá el más desatendido por la indefinición en que se mueve. Se trata de un tipo de información sutil que tiene que ver con los sentimientos a través de las historias que dentro de toda organización se viven. Se trata de aflorar y compartir ejemplos concretos, unas veces puramente profesionales, como las mejores prácticas promovidas por un determinado empleado (un tema que trasciende a la formación o la gestión); y otras veces más vivenciales, ejemplos de superación: por qué no comunicar en la red de franquicia la llegada de un nuevo socio a la red que se reinventa profesionalmente a los 50 años, o la participación de un compañero en el maratón de Nueva York.

En mi opinión, ser capaz de transmitir esa información emocional ofrece una gran rentabilidad a la empresa y a los miembros de la organización, porque:

  • Genera fidelidad.
  • Fomenta el orgullo de marca.
  • Convierte a los miembros de la organización en prescriptores.
  • Incentiva el trabajo bien hecho.
  • Permite sentirse al empleado como parte importante del proyecto.
  • Instala una cultura de comunicación bidireccional.

Responsabilidad Social Corporativa (RSC). Por su especial naturaleza, las informaciones derivadas de la política de RSC merecen también un tratamiento diferencial dentro del argumentario de comunicación del ejecutivo o del empresario con su equipo. Hablamos de un área de compromiso de la empresa con la sociedad, y que si bien es deseable que cuente con una fuerte involucración de los miembros de la organización, ésta siempre debe ser voluntaria. Sin duda, la comunicación es imprescindible para alcanzar este objetivo.

Para acabar, recordar algo obvio en la actual cultura de la información, algo tan importante como para haber abierto este post: Comunicar también es escuchar.

Foto: kevin dooley

Comentarios

  1. Al final se trata de algo tan viejo como el río: tratar a los trabajadores de tu empresa como deberías tratar a tus amigos.
    Con sinceridad, afecto, intereses comunes y empatía. No porque tus amigos deban ser tus empleados, sino al contrario, se debería conseguir que los empleados acabasen siendo tus amigos, ya que ello supone implicación, compromiso, orgullo por los logros y fines compartidos. Y si llega el caso, sacrificio común en tiempo y recursos para salvar la empresa, sabiendo que eres parte de ella y que si funciona bien, obtendrás recompensas.

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