Serendipia, el valor del caos y de esperar lo inesperado

Virginio Gallardo    4 mayo, 2012

Dicen que la creatividad es la madre de la innovación.

Dicen que, aunque las ideas que proporciona la creatividad no tienen valor sin la innovación, la innovación no sería posible sin la creatividad.

Dicen que la serendipia es la madre de la creatividad. ¿Será, pues, la abuela de la innovación?

Dicen que aunque la serendipia es un proceso no controlado, es clave para la creatividad. ¿Será también clave para la innovación?

La serendipia es uno de los motores de la innovación, la clave de la supervivencia empresarial, te propongo que analicemos en qué consiste.

 

El arte de adelantarse al futuro: de la estrategia a la zombieconomy

Vivimos en lo que Zygmunt Bauman llamó “sociedad líquida”, caracterizada por la movilidad, la incertidumbre, la relatividad de valores y el caos. Fenómeno que podemos observar también en la empresa.

Las empresas viven en la zozobra de la incertidumbre. Y empresarios y directivos, los encargados de marcar el destino, aparecen desconcertados. Umair Haque se hizo popular con la expresión zombieconomy, una economía donde las reglas están cambiando demasiado rápido para sus dirigentes que caminan aparentemente de forma caótica.

En menos de dos décadas hemos pasado de esperar que las direcciones de las empresas utilizaran para guiar nuestras acciones el Plan Estratégico que era a cinco o tres años, a esperar… cambios constantes, rápidos  e inesperados,  con ausencia de planificación y caos.

Lo cierto es que lo que nos depara parece difícil de acertar y por ello muchos han asumido que la mejor forma de construir ese futuro es mediante el aprendizaje de la innovación continua. Un tipo de innovación que permite adelantarse a los demás innovando constantemente. Pero el problema es que esto exige nuevas ideas.  ¿Es posible asegurar que seremos los primeros en tener estas nuevas ideas en un entorno tan caótico?

 

¿La creatividad es el principal valor de un manager?

La hipercompetitividad exige ciertos rasgos paranoicos, la desconfianza de la bondad de lo que tenemos, la seguridad de que nuestros competidores buscarán mejorar lo que hacemos, la permanente  insatisfacción, la angustia que fuerza nuestra voluntad a buscar la mejor forma de destruir y mejorar lo más rápidamente posible nuestros procesos, con ideas desafiantes y disruptivas.

Para ello necesitamos nuevas ideas. Nuevas ideas que de forma obsesiva deben substituir a otras ideas que quizás no hace demasiado tiempo fueron nuevas, todo esto en un entorno caótico poco predecible.

Quizás por ello según Survey for CEO’s de IBM la creatividad es la característica más valorada de un directivo.  Efectivamente, buena parte de las ideas, las más estratégicas, deben estar  en la mente de los directivos. Pero, ¿cómo conseguir ese empresario/directivo creativo?

Aunque se dice que la creatividad no tiene reglas: hay una nueva regla básica y es que la creatividad en nuestras empresas complejas, al igual que la innovación, es cada vez más un proceso colectivo. Por tanto, los directivos deben obtener básicamente sus ideas de las personas de la organización: el arte directivo es cada vez más el arte de unir ideas y de facilitar su implantación en entornos cada vez más complejos e impredecibles.

¿Pero cómo conseguimos que haya la máxima creatividad organizativa en un mundo complejo y lleno de caos? Deberemos sistematizar el caos.

 

La serendipia: estar preparado para lo inesperado

La calidad de nuestra innovación depende de nuestra creatividad organizativa o de nuestra capacidad de escuchar nuestro entorno organizativo.

Nuestra obligación como líderes es crear las condiciones para que las ideas surjan y sean escuchadas, así como conocer los extraños fenómenos que subyacen bajo los fenómenos de la creatividad, como la serendipia: hallazgo afortunado e inesperado que se produce de forma no prevista.

Ikujiro Nonaka, un experto en creación del conocimiento y compañías creativas, es probablemente el autor que mejor ha expuesto la naturaleza serendípica de la innovación, que él atribuye especialmente al pensamiento japonés, y explica cómo los líderes japoneses utilizan culturalmente la serendipia en beneficio de la empresa.

El eje central del enfoque japonés, según este autor,  es el reconocimiento de que la creación de nuevo conocimiento no es simplemente una cuestión de seguir un «proceso» objetivo, sino que es totalmente subjetiva y poco sistematizada.

Aunque muchas excelentes ideas provienen de sistemas “ordenados” de buzones de ideas, de escuchar de forma sistemática a nuestros clientes con focus groups o crowsourcing o de técnicas relacionadas con brainstorming, de proyectos planificados; muchas otras, las más disruptivas y a menudo las más valiosas, aparecieron de forma aparentemente azarosa.

La innovación no siempre viene del orden, no menospreciemos el aparente caos de conversaciones de una red virtual, no menospreciemos las intuiciones y las corazonadas de nuestros empleados y nuestras organizaciones, debemos mantener nuestra mente abierta, y no hemos sido educados para ello.

¿Se puede predecir que en el caos de las conversaciones e interacciones imprevistas de las personas, nodos de nuestra red empresarial, se pueden producir excelentes ideas disruptivas o de mejora?  Sí, claro.

No se trata de huir del orden, ni de intentar sistematizar el caos, sólo se trata de entender que el aparente caos de nuestra realidad empresarial a menudo es la mejor fuente de creatividad e innovación.

Pero, ¿podemos asegurar como gestores nuestra escucha activa de lo diferente? Esto es muy complejo, la creatividad, especialmente la disruptiva, surge a menudo de la diversidad, de las personas que están en los límites organizativos, de los “extraños”, de los que no esperamos las ideas, de los que a menudo están en los márgenes del sistema.

La serendipia exige humildad, la capacidad de tener mecanismos para escuchar y conectar con personas, nodos,  a menudo alejados de nuestro entorno conocido y fiable.

Encontrar la innovación, especialmente la radical, aquélla que da ventajas competitivas, exige conocer los inesperados mecanismos del viaje de las ideas y llegar a la extraña conclusión de que la innovación exige estar preparado para lo inesperado y que el caos no es nuestro enemigo.

 

Foto: ©John-Morgan, distribuida con licencia Creative Commons BY-2.0

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