La mejor escuela para equipos son tus padres

David Criado    2 septiembre, 2013

En mi hambre mando yo

José Luis Sampedro

Con esta frase terminaba su casi última entrevista el sabio José Luis. Si hay algo que nadie puede quitarte, ni a ti ni a tu equipo, es la decisión de ser y defender aquello que realmente decidáis ser. En vuestra hambre mandáis vosotros. Y por muchos problemas que tengáis, estos no dejarán de ser nunca los vuestros. Tu vida es tuya. Tómala y haz con ella lo que eres.

No son ellos, eres tú

No sé qué decir. Y entonces me callo y escucho a los demás. De esta forma es como han comenzado los más mágicos momentos de mi vida. Si supiéramos todo, no existiría el mundo. Siempre hay alguien que puede completarte. Siempre. Si diriges un equipo, no pienses que espera de ti otra cosa que absoluta comprensión. Pero te ahorraré el disgusto: no puedes dársela. Porque no eres los demás. Solo puedes intentarlo una y otra vez, cada día de trabajo, esperando traducir la mayor parte de pequeñas cosas que puedan resultar útiles para encontrar ese espacio común en el que todos podáis sentiros satisfechos. Y además intentarlo haciendo todo lo que esté en tu mano para que ellos te comprendan. El resto de cosas que tiene que aprender cualquier jefe de equipo forma parte de una larga tradición teórica que se pierde en el interior de innumerables libros de autoayuda empresarial. Lo básico, de lo que a partir de ahora mismo siempre puedes partir, es de ti mismo. Sé que esperas y crees que tu equipo tan solo necesita un cambio de actitud o un curso de motivación. El problema es que yo sé que lo más seguro es que esto no sea cierto. Necesitas cambiar tú, de esto no tengo la más mínima duda.

Superhéroes en tu casa

En mi anterior artículo hablaba del extraordinario descubrimiento que para mí supuso la voluntad humana. Eso que nos nace dentro y que nos mueve a hacer las grandes cosas que marcan nuestra vida: adoptar nuevos retos profesionales, elegir pareja, tener hijos, encontrar nuestra voz propia e inspirar a los que están a nuestro alrededor a que encuentren la suya. Vuelvo ahora de un día fuera de mi casa en el que me he encontrado a un antiguo compañero de trabajo. Hacía mucho tiempo que no le veía y me ha reiterado lo admirable que le parecen algunas de las iniciativas, decisiones y reflexiones en las que trabajo cada día. Desconocía por completo que me seguía y le he agradecido el comentario. Es padre.

Detengo ahora mi narración porque quiero dejar algo claro. En tiempos de crisis (cualquiera que sea el tipo de crisis) las madres y los padres se convierten en increíbles superhéroes. Sin más. En general pasan desapercibidos para la población y no suelen compartir entre sí todos sus superpoderes, por lo que la metamorfosis suele ocurrir ante nuestros ojos o en nuestro interior sin que siquiera reparemos en su enorme valor. Por supuesto no todos los padres y madres son iguales, pero sí que tengo una muy clara idea de algunos superpoderes que he notado en todos ellos y quiero hacer un pequeño listado porque me parecen especialmente útiles para que te los apliques y mejores la vida de tu equipo:

  1. Saben estar en cualquier sitio y además, si es necesario, en todos ellos a la vez para que puedas encontrarles.
  2. Renuncian a cumplir todos sus sueños para que tú puedas encontrar y conformar el principio de los tuyos.
  3. Su imagen de autoridad permanece en tu memoria incluso cuando no estás con ellos. Son referentes y modelos no por su sabiduría, contenido o ética, sino por la insistente certeza que provoca su presencia. Día a día. Año tras año. Nunca fallan.
  4. Son increíbles destructores de tus miedos. Llegan a ti y te conocen con una simple mirada, un mero hábito o un gesto. No despliegan grandes estructuras para que funciones o te sientas bien. Simplemente están ahí, permanecen, se les intuye y puedes acudir a ellos en caso de desastre.
  5. No suelen juzgarte con dureza. Lo hacen desde un espíritu comprensivo y abierto en el que está implícito un mensaje: “Te entiendo tal y como eres”.
  6. No solo suelen dar la vida, sino que además suelen animar a compartirla.
  7. No te analizan nunca demasiado. Cuando algo en ti ocurre o haces algo que les gusta o no les gusta, en ambos casos te lo dicen.
  8. No suelen actuar por su bien, sino por el tuyo, con la vista puesta en el de todos.
  9. Lo que mantiene el milagro de la relación entre un padre y su hijo no suele basarse en el concepto de honor o en el respeto entre ambos. Todo eso existe entre ejércitos contendientes, países limítrofes o entre un perro y un amo. Entre un padre y su hijo lo que existe es una inagotable voluntad de amor y confianza. Es más fácil e inmediato trabajar con cualquiera de estos dos últimos valores que con los dos anteriores. Siempre.

Recuerda siempre que tu voluntad real es la llave inicial de cualquier cambio. Sé que vas a intentar buscar respuestas en lugares, sitios y formatos increíblemente lejanos o complejos. Yo también lo hice y tú tienes cada día el derecho de intentar seguir haciéndolo. Pero cuando vuelvas, también tienes el privilegio de poder inspirarte y aprender de las personas que te han dado la vida. Si admiras el resto de proezas de los grandes gurús, prueba a ser fiel a los autores de la única proeza por la que estás vivo. Estas son mis tres razones: Es gratis, son parte de ti y nunca te fallan. No conozco ninguna escuela de negocios, ideología o empresa que cumpla las tres cosas anteriores. ¿Y tú?

Imagen @dbbent distribuida con licencia Creative Commons BY-2.0

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