¿Hay algún peligro acechando en ‘la nube’?

Roberto García Esteban    4 diciembre, 2014

Hasta hace poco tiempo, decir a alguien que estaba en las nubes era lo mismo que decirle que estaba en Babia o despistado. Sin embargo, decir hoy que una empresa está en ‘la nube’ es sinónimo de modernidad, de progreso y de buena gestión.

A veces ocurre que en nuestro léxico se cuelan expresiones que a base de repetirlas nos hacen pensar que todos sabemos de qué estamos hablando, cuando no siempre es así. Si hablamos de «la nube”, o de su expresión en inglés cloud computing, nos estamos refiriendo a una serie de servicios disponibles para las empresas, a través del uso de Internet. Esta idea de cambiar el concepto de producto por el de servicio supone un ahorro de costes en hardware, licencias, mantenimientos y renovación de equipos que hace que el cloud computing sea muy atractivo para cualquier empresa de cualquier tamaño.

A día de hoy, es más que probable que una pyme ya haya oído hablar en algún momento de este concepto y que tenga una idea más o menos clara de qué significa y de las ventajas que ofrece. Sin embargo, a las pymes españolas aún les cuesta dar el salto a la nube. Según el informe ePyme de 2013 elaborado por Fundetec, el uso del cloud computing alcanza una penetración media de 19,8% entre las empresas españolas de más de 10 empleados, y de un 12,2% entre las microempresas. Es evidente que la nube está todavía lejos de ser una realidad palpable en la empresa española, y a pesar de sus ventajas, los empresarios se muestran reacios a su uso, principalmente por su reticencia a alojar sus datos corporativos en servidores de los que no tienen control.

Por tanto, las preguntas que se hace un empresario suelen ser del tipo: ¿Puedo fiarme de los servicios en la nube, de que no perderé mis datos o de que un tercero no podrá acceder a ellos? ¿Debo tomar alguna precaución antes de contratar servicios como el backup o el respaldo en la nube?

La respuesta es que la tecnología actual ofrece un grado de seguridad en los servicios cloud tan alto o mayor que el que tenemos cuando alojamos nuestros datos en nuestros propios servidores, que a fin de cuentas no están exentos de poder sufrir en algún momento un ataque informático externo o algún tipo de desastre como incendios, inundaciones, etc. Así que la clave está en elegir con cuidado quien será el proveedor del servicio cloud que se vaya a contratar, para lo cual, hay que tener en cuenta los siguientes aspectos:

  • ¿Qué experiencia tiene el proveedor de servicios cloud? Cuando eres cliente de un servicio en la nube, la redundancia y la tolerancia a fallos no está bajo tu control. Todos los servicios cloud dicen tener total disponibilidad, pero hay que asegurarse lo más posible de que sea así, basándonos en experiencias de otros clientes de ese mismo proveedor.
  • ¿Tiene solvencia empresarial? Nuestros datos estarán en peligro si el proveedor tiene que cerrar su negocio por falta de solvencia, ¿qué pasará entonces con sus infraestructuras, servidores, personal, etc.?
  • ¿Gestiona su propia infraestructura y soluciones? Si es así, seguro que los tiempos de reacción ante cualquier eventualidad se reducirán notablemente. ¿Y cuáles son sus socios tecnológicos? Es importante saber quién suministra la tecnología del proveedor de servicios cloud, pues la calidad de ésta determina los niveles de servicio. También es conveniente conocer todo lo posible sobre las medidas de seguridad física y lógica que aplica, siendo recomendable disponer de un Acuerdo de Nivel de Servicio o SLA (Service Level Agreement).
  • Dónde se encuentran sus centros de datos. Aunque parece algo abstracto, detrás de los servicios en la nube hay infraestructura, tecnología y todo ello se encuentra en los centros de datos del proveedor. Hay que saber dónde están ubicados esos data centers, ya que la legislación existente en cuanto a protección de datos personales varía en función de los países y es preciso que nuestros datos estén protegidos por la legislación española.
  • ¿Y hay marcha atrás? Si vemos que la nube por cualquier motivo no cumple nuestras expectativas, debemos estar seguros de que podemos volver al modelo tradicional con facilidad, pues al igual que cloud no conlleva barreras de entrada, tampoco tiene que imponer barreras de salida.

En resumidas cuentas, una empresa, sea cual sea su tamaño, no tiene que tener ningún miedo a iniciar su viaje a «la nube» y aprovecharse de los evidentes beneficios que ello conlleva. Simplemente se trata de elegir al compañero de viaje adecuado.

Foto: morguefile

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