¿Cuál es el futuro de las oficinas bancarias?Mario Cantalapiedra 9 agosto, 2021 A finales de 2020, el número de oficinas de las entidades de crédito (bancos, cajas de ahorro y cooperativas de crédito) se sitúo en 22.299, según los datos aportados por el Banco de España. Esta cifra supone un descenso de más del 50 por ciento sobre el máximo de 46.000 oficinas existentes a finales de 2008, cuando estalló la crisis financiera, cuyos efectos todavía seguimos padeciendo. Por otro lado, según un estudio del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE), “más de la mitad de los municipios españoles en el año 2019 no contaban con ninguna sucursal bancaria”. Este fenómeno afecta fundamentalmente a los municipios pequeños y a los casi 1,39 millones de personas que viven en ellos, quienes deben desplazarse a otros lugares si desean realizar algún tipo de gestión bancaria de forma presencial. Sufren esta situación fundamentalmente los consumidores que viven en dichos municipios, pero también pequeños empresarios y autónomos que en ellos desarrollan su actividad. Algo a valorar especialmente en este momento en el que se debate sobre la necesidad de generar negocios y actividad económica en la denominada “España vaciada”. Durante mucho tiempo, la oficina física ha sido el principal canal de distribución de los productos y servicios bancarios, pero los datos confirman que las cosas están cambiando, y además lo están haciendo con celeridad. De este modo, el papel futuro de la oficina bancaria, al igual que el de su propia actividad, se encuentra inmerso en un proceso de reconversión. Elementos que explican el declive de las oficinas bancarias Entre los principales elementos que pueden explicar la caída tan significativa en el número de oficinas bancarias, se encuentran la utilización creciente del canal online por parte de los clientes, que además se ha incrementado con la pandemia. Otros factores son los ajustes de costes emprendidos por parte de las entidades de crédito para intentar mejorar su rentabilidad; los procesos de concentración bancaria a los que estamos asistiendo en los últimos años, y la presencia creciente de competidores digitales que ofrecen servicios financieros únicamente a través de Internet. El problema que tienen las entidades de crédito es que, por mucho que en el mundo “lo físico” esté perdiendo peso frente a “lo digital”, una parte de su clientela sigue demandando recibir el servicio bancario a través de oficinas físicas. Pensemos que el negocio bancario se basa en la “confianza” y que, para muchos clientes, especialmente los que tienen una edad avanzada, el canal online no puede sustituir al trato directo con el responsable de la oficina bancaria para tratar las cuestiones referentes a sus ahorros. Redefinir el papel de la oficina bancaria Aunque algunos piensan que el futuro de la oficina bancaria pasa por su completa desaparición en poco tiempo, yo me resisto a creerlo. Pienso que en el futuro tendremos aún menos oficinas bancarias, y que las que sobrevivan serán diferentes a las “de toda la vida”, pero seguirán existiendo. La oficina bancaria, como cualquier otro espacio físico que utilice una compañía hoy en día para comercializar sus bienes y servicios, ha de ser eficiente y eficaz, y ofrecer un valor añadido a una clientela que, de forma general, cada vez es más digital. En este sentido, ya pueden encontrarse en el mercado financiero propuestas que tratan de aportar valor a la oficina física bancaria. Por ejemplo, hay entidades que las han adaptado para comercializar a través de ellas dispositivos electrónicos o electrodomésticos con condiciones preferentes de financiación, o para convertirlas en lugares donde los emprendedores y profesionales que ejercen su actividad por cuenta propia pueden acceder a espacios de coworking, donde trabajar y conectar con otros profesionales y empresas. Centros de asesoramiento personalizado En cuanto que las operaciones más habituales que realizamos con las entidades de crédito, como emitir una transferencia o pagar un impuesto, son relativamente fáciles de ejecutar de forma online, la oficina bancaria tiene que ser un lugar atractivo al que acudir, en el que desde la perspectiva empresarial recibamos realmente un valor añadido. En este sentido, creo que el futuro de la oficina bancaria puede pasar por su reconversión en centros de asesoramiento personalizado para las operaciones más técnicas o complejas que tengan con los clientes. Por ejemplo, puede ser el lugar donde la empresa acuda a negociar el “paquete” bancario, es decir, el conjunto de productos y servicios que la empresa va a demandar del banco, en el que se tratan las condiciones de tipo general, tales como volúmenes de créditos y préstamos, costes principales de los productos o compensaciones que la empresa puede ofrecer al banco, tales como domiciliaciones de impuestos o de seguros sociales. Foto de Hunters Race en Unsplash El día que desaparecieron los consumidoresGuía para vender una «startup»
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