El síndrome del dodo y la necesidad permanente de innovar

Roberto García Esteban    2 abril, 2012

Cuando en 1598 los primeros navegantes portugueses llegaron al paradisíaco enclave de Isla Mauricio, descubrieron un ave, de cabeza grande, del tamaño de un pavo o aún mayor y de cortas alas que le impedían volar. Era fácil verlo por toda la isla, alimentándose apaciblemente con las abundantes frutas que había en ese paraíso tropical. No tenían enemigos naturales, por lo que carecían de miedo y no huían ante grandes animales. Cuando estos pájaros veían a los marineros, no los evitaban, sino que continuaban comiendo. Los marineros se les acercaban, y como no eran capaces de volar, los cogían con las manos e iban a la cazuela. Eso les sirvió para ganarse el apelativo de «pájaros bobos» (del portugués, doudo).

Así, en 1681, poco más de 80 años después de la llegada de los primeros europeos a Isla Mauricio, no quedaba un solo dodo en toda la isla, por lo que se convirtieron en un mito y en un ejemplo más de la destrucción de la naturaleza por parte del hombre.

Muchas empresas pueden asimilarse a este dodo: compañías de cualquier tamaño, que han crecido en un entorno sin competencia y nunca han tenido enemigos. Cuando una amenaza (un competidor) entra en su territorio (en su mercado), ni siquiera la reconocen como tal, y aunque así fuera, son tan lentas y torpes que no saben ni siquiera volar y huir a otro territorio y mucho menos revolverse y pelear (competir), con lo que acaban siendo presa fácil de sus competidores. En un mercado cada vez más globalizado las amenazas pueden venir el día menos pensado de cualquier parte del mundo, por lo que para todas las empresas la innovación es imprescindible, no sólo para crecer, sino incluso para sobrevivir.

Estos son algunos consejos para innovar en las empresas, al alcance de cualquier compañía:

 

1. No busquemos sólo los grandes hits 

 

Muchas empresas gastan enormes esfuerzos en investigaciones para inventar la pólvora. Desde luego, una innovación como el iPad es el sueño de cualquier directivo, pero no se trata sólo de eso. Beneficios nada despreciables surgen de pequeñas innovaciones incrementales que mejoran productos existentes, como un nuevo formato de envase o de etiquetado de nuestro producto. Asimismo, la innovación no está sólo en el producto propiamente dicho, sino también en otras áreas como el marketing, la financiación o la distribución. Por ejemplo, implantar una sencilla herramienta de marketing a través del envío de mensajes cortos de móvil (SMS) puede lograr que las campañas de marketing de nuestra empresa sean hasta 5 veces más efectivas que otras campañas realizadas con medios tradicionales: mailing, buzoneo, etc.

 

2. Creación de procesos y controles


El proceso de la innovación es intrínsecamente incierto. Es muy probable que, tras meses de trabajo, descubramos que nuestro nuevo producto es comercialmente inviable. Por eso, es necesario realizar un control permanente de los avances y ser conscientes de que no podemos aplicar a un proyecto de innovación las mismas métricas de rentabilidad que aplicamos a un proyecto más maduro. A veces puede ser interesante que nuestra empresa disponga de un pequeño presupuesto destinado a capturar ágilmente nuevas oportunidades que puedan surgir en cualquier momento.

 

3. Como siempre, el liderazgo


Un error extendido es que el responsable de innovación de una empresa sea una persona técnicamente muy experta y competente, pero sin las habilidades necesarias para coordinar equipos multidisciplinares. Es muy importante conseguir de todas las áreas de la compañía la colaboración suficiente para desarrollar un proceso de innovación, lo que sólo se consigue con líderes que sepan comunicar y motivar dentro de la empresa.

La innovación suele ser complicada porque siempre es fuente de incertidumbre y, a menudo, de rupturas (culturales, tecnológicas, políticas, organizativas, económicas y sociales) que las empresas sortean con dificultad. Pero el hecho es que las empresas no se pueden permitir el lujo de quedarse indiferentes ante la innovación, bien sea porque ven en ella la oportunidad de crecimiento y progreso, o bien porque saben que sin innovación no podrán competir en igualdad de condiciones con los nuevos y poderosos competidores que el día menos pensado pueden asaltar su territorio.

 

Foto @net_efekt, distribuida con licencia Creative Commons BY-2.0

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