Cuidado con la ‘letra pequeña’ de las appsAlicia Díaz Sánchez 26 febrero, 2013 Leer la “letra pequeña” de los contratos siempre ha sido tedioso, pero solíamos hacerlo para evitar males mayores. Hoy en día, con Internet, los videojuegos, las redes sociales, la multitud de aplicaciones móviles… ni nos lo planteamos. ¿Por qué? Porque descargamos mucho y porque el formato, la longitud y los complicados términos de las condiciones de uso y la política de privacidad actúan como elementos disuasorios. La mayor parte de las aplicaciones móviles solicitan acceso a tu ubicación, a tus fotografías, a tus contactos, a tu correo electrónico, es decir, a datos sensibles de los usuarios. Otras tienen entre sus campos obligatorios una fotografía personal, un teléfono de contacto, la fecha de nacimiento… nuevamente más datos personales que no siempre son necesarios. Para empezar, dependiendo del tipo de aplicación móvil, muchas veces nos piden nuestra ubicación actual, aunque no suele ser obligatorio y podemos dejarlo para “más tarde” o simplemente pulsar en “No permitir”. Si aceptamos, siempre estaremos localizables geográficamente a través de nuestro dispositivo móvil: En otras muchas aplicaciones nos solicitan acceso a nuestra galería de fotos, las que tenemos en el dispositivo móvil, pero no sólo las apps que se dedican expresamente a la edición y montaje de fotografías como puede ser Facehole, sino también muchas otras que obligan a subir una foto de perfil y a seleccionarla del álbum que tenemos en el móvil: Si no queda otro remedio, una vez subida la foto de perfil, podemos deshabilitar de nuevo el acceso a nuestro álbum desde la opción de Ajustes de nuestro dispositivo. Como veis, cedemos mucha información sin darnos cuenta. Luego nos sorprendemos cuando vemos que nuestros datos han sido utilizados de modo fraudulento o incluso usados por terceros con quienes no tenemos ningún contacto. Pero, ¿realmente no les hemos permitido hacerlo? En esta cláusula de un buscador de vuelos baratos y hoteles, tras aceptar los términos de uso del servicio, se lo estamos permitiendo expresamente: «Tus datos serán tratados con la finalidad de gestionar tu registro y cuenta en XXXXX. El usuario, al consentir que sus contenidos sean compartidos con Facebook u otras redes sociales, o con las páginas locales de XXXXX en otros países, autoriza a que se cedan sus datos personales a terceros, con el objeto de tratar aquéllos que aparezcan indisolublemente relacionados con los contenidos cedidos». Pero les damos consentimiento para mucho más… Como usuaria habitual de Twitter utilizo alguna de sus herramientas asociadas y siempre me quedo perpleja cuando solicitan permiso para “publicar tweets por mí” o “actualizar mi perfil”. Ya no sólo les interesa el acceso a nuestros datos, sino también suplantar nuestra personalidad cuando lo deseen: A continuación relaciono algunas otras cláusulas que he encontrado en diferentes apps, y que implican la cesión de los derechos de nuestras fotografías, la renuncia a cualquier reclamación e incluso la asunción de deudas de nuestros hijos: Sólo estarán facultadas para contratar ofertas que impliquen el desembolso de cantidades económicas, aquellos usuarios registrados mayores de 18 años que dispongan de la capacidad legal necesaria. Dado que no disponemos de los mecanismos necesarios para realizar las comprobaciones oportunas, en caso de contrataciones realizadas por personas que no cumplan los requisitos anteriores, estarán obligados sus padres o representantes legales Una vez realizado el pedido, no se admitirá ningún tipo de reclamación. Los derechos de imagen contenidos en las fotografías y videos que el usuario incorpore esta red quedan expresamente cedidos de forma no exclusiva. Además, si el usuario ha aceptado ceder sus contenidos a otras redes sociales, en virtud de esta cláusula, cede sus derechos de imagen con el fin de que ésta sea expuesta en las otras redes. Estos son sólo algunos ejemplos. Ahora ya no me extraño cuando entro en una red social nueva y automáticamente me ofrece como posibles contactos a amigos, familiares y compañeros de trabajo. En algún momento dije sí… Foto @-Jeffrey-, distribuida con licencia Creative Commons BY-2.0 Prepara el ‘elevator pitch’ de tu pymeWaybe, comprar y vender talento a través de una web
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Qué cierta es la frase: «Si al adquirir un producto no pagas por ello, es que el producto eres tú.» Responder
La letra pequeña de cualquier producto es un arcano. Algo desconocido y oculto casi para cualquier persona. Que seamos conscientes de la trascendencia que pueden tener para el consumidor medio esos renglones, en ocasiones torcido, parece fundamental. Desde ese punto de vista, el artículo sirve también de aviso a navegantes para alimentar nuestra prudencia y curiosidad. Responder
Es verdad que no le damos la suficiente importancia a este asunto. Y somos muy conscientes de que no nos leemos la letra pequeña cada vez que descargamos aplicaciones y actualizaciones. Ya nos hemos acostumbrado, eso es lo preocupante. Responder
La verdad es que consciente o inconscientemente damos información nuestra de manera un tanto «alegre» y normalmente no nos damos cuenta hasta que surgen los problemas. Muy interesante el artículo. Responder
Este artículo nos hace ser conscientes de que estamos vigilados; se conocen nuestros gustos, dónde y con quien estamos, qué hacemos… y ¿quien suministra esta información? nosotros mismos, eso sí, sin ser conscientes de ello. Por tanto, si muchas veces somos cautos con los que nos rodean ¿no deberíamos serlo más con aquellos que nos envuelven con las nuevas tecnologías? Responder
Estas cosas se ceban con «usuarios poco avanzados», aunque los que vamos de entendidos también tenemos nuestros despistes. Recuerdo cierto día que mandé invitación a cierta «red social» a todos mis contactos casi sin darme cuenta… Estas prácticas relativamente oscuras no ayudan a nadie: los primeros perjudicados son los que las promueven. Responder
La sociedad de las TIC´s es lo que tiene, tal vez estemos ya todos etiquetados, las grandes empresas saben todo sobre nosotros, no nos llevemos a engaño. Todos lo sabemos, ¿prudencia o imprudencia? «That is the question…» Responder
Tiene razón Meninstein: para muchas aplicaciones, nosotros somos el producto, nuestros datos… Pero tampoco hay que obsesionarse. Hay muchas cosas que se pueden evitar si prestamos un poco de atención antes de descargar «a la ligera» aplicaciones y herramientas. Responder
Alicia, claro que si lees la letra tomas precauciones. El problema es que, aún sabiendo que pasan y te comprometes a cosas que no te gustarían, no las lees. ¿Porqué? Porque en el móvil, quieras o no, la letra no es grande y textos largos se hacen pesados. Yo lo que hago siempre es aceptar lo mínimo imprescindible. Y por supuesto, permitir mi ubicación, jamás. Responder
Visto lo visto, vayas donde vayas, no hay forma de escapar a la letra pequeña. Pero gracias a tu artículo, Alicia, ahora somos más conscientes de la relevancia de «lo insignificante» y también de las repercusiones de obviarlo. Estemos alerta, pues, sin llevarlo (como bien aconsejas) al extremo de la obsesión. Responder
Las administraciones públicas limitan el (ab)uso de los datos de carácter personal … pero normalmente demasiado tarde. El artículo nos abre los ojos para no tener que esperar la tutela administrativa. Responder
Tanto el artículo como vuestras reflexiones son muy acertadas. El verdadero problema en mi opinión, no es la letra pequeña, que ya de por sí es un gran problema, sino la dejadez que mostramos ante ella sin caer en que el que la pone conoce este punto débil… Deberíamos acostumbrarnos y acostumbrar a los que nos rodean a analizar esta letra pequeña y a informarnos antes de dar nuestro consentimiento sin ton ni son. Sin extremos, como dice Urganda, pero con sentido común. Saludos Responder
Efectivamente las redes sociales han traído muchas cosas buenas y, como no, algunos inconvenientes. Gracias Alicia por poner la atención sobre este asunto y que estemos más pendientes de a qué damos nuestro consentimiento. Como dice Laura, no queda más remedio que leer aquello que estamos aceptando para luego no llevarnos sorpresas. Saludos Responder
Un artículo interesante. La «gran red» está para atrapar….nos. Gracias por hacernos más conscientes de los peligros de los contratos, especialmente de aquellos que no nos gusta leer. Saludos Responder
Tendemos a pensar que no somos importantes y nadie se fijará en nosotros, pero es todo lo contrario, como todo el mundo sabe «el cliente es lo más importante» y saber què hace, donde está y quienes son sus amigos es lo que desean todas las marcas y pagan por ello.. Responder
Un artículo muy interesante. Es cierto que la letra pequeña deberíamos leerla pero resulta interminable y muy pesada por no decir que muchas veces no hay quien se entere de lo que pone. Aparte de eso, es cierto que con estas cosas cada vez nuestra vida es menos privada y deberíamos tener más cuidado con lo que nos descargamos. Saludos. Responder