Bomberos creativos

Guzmán López    30 agosto, 2012

Si pudiéramos extraer un factor común a la mayor parte de las empresas, no sería la estructura, ni sus normas, ni su modus operandisería más bien el hábito de apagar fuegos continuamente.

Subrayo lo de hábito, ya que cuando algo pasa de ser esporádico a rutinario, se crea un bucle de repetición del que a veces no sabemos escapar. Y, justamente ahí, están la mayoría de organizaciones actualmente. No hay persona, departamento o empresa que no se excuse siempre en eso de “estamos todo el día apagando fuegos”.

Al que apaga fuegos desde siempre se le ha llamado bombero, así que me tomaré la licencia de seguir utilizándolo en este contexto para definirlo como aquella persona u organización que confunde lo urgente con lo importante, la anécdota con lo fundamental y lo llamativo con los objetivos reales atendiendo antes los primeros que los segundos.

Podríamos hablar aquí de gestión del tiempo, de cómo reenfocar los objetivos para que estén más integrados por los trabajadores, de comunicación interna, etc. Pero no es momento ni sobre todo lugar. Ya hay profesionales y secciones dedicadas a ello.

En su lugar propongo un ejercicio de imaginación que consiste en no acabar con el fuego, sino en aprovecharlo en nuestro beneficio. Sería algo así como “ya que esto se quema, voy a aprovechar esta fuente de energía tan potente para otros menesteres”.

Si el bombero, por naturaleza, es alguien reactivo, es decir, se pone en marcha cuando sucede algo que lo llama a la acción, propongo un cambio de “reactivo a creativo” que, aunque conteniendo las mismas letras, su concepto es totalmente diferente. El orden de los factores a veces sí altera el producto.

El bombero creativo, al igual que el reactivo, se pone en marcha cuando un estímulo externo lo activa. La diferencia estriba en que el creativo no intenta resolver la situación, sino sacar provecho de la misma, es decir, generar nuevas y valiosas ideas gracias al problema, ya que este siempre es un síntoma de que algo no funciona bien.

Cuando aprendemos a conceptualizar los problemas de forma diferente (como por ejemplo cuando dejamos de llamarlos problemas), nuestra capacidad para convertir ese estímulo poco deseable en una nueva oportunidad aumenta.

Un ejemplo de esto nos lo brinda Japan Railways, el equivalente de Renfe en Japón. Cuentan que mientras hacían un nuevo túnel en una montaña, encontraron un manantial de agua interno con el que no contaban. Entonces todo se encharcó y no había manera de continuar.

Tenían un problema.

Al principio surgieron los bomberos reactivos a apagar aquel problema. Después de días intentándolo sin dar con la solución, algún bombero creativo observó a los trabajadores bebiendo el agua pura de la montaña y llegó a la conclusión de que había que aprovechar ese incidente para generar nuevo negocio. La idea fue crear una nueva unidad de negocio que se ocuparía de gestionar agua embotellada de montaña. Actualmente esa agua es la que se vende dentro del mismo tren y en sus estaciones ampliando el catálogo a otras bebidas como refrescos.

Como se observa gracias al ejemplo, muchas veces ser bombero reactivo no soluciona los problemas, sin embargo, cuando nos convertimos en bomberos creativos nuestra capacidad para observar, traducir los problemas en nuevas oportunidades y generar nuevas ideas se multiplica.

Ya que somos bomberos, al menos seamos creativos.

Foto @The U.S. Army, distribuida con licencia Creative Commons BY-2.0

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