30 reflexiones para que un emprendedor no fracaseRaúl Alonso 11 junio, 2015 Siempre hay sorpresas, pero después de veinte años hablando a diario con emprendedores, he desarrollado un gran olfato para diferenciar el éxito de la buena idea. Sí, lamentablemente uno y otro no van de la mano, muy probablemente porque cualquier idea con una buena estrategia y gestión tiene mayor porcentaje de éxito que una buena idea que no la ejecuta un equipo humano competente y constante. Y no continúo por aquí, si supiera donde reside el éxito estaría escribiendo este post desde la cubierta de mi velero, y te aseguro que no es así. Lo que sí puedo compartir son una serie de planteamientos que cuando asoman en muchas entrevistas de emprendedores -nóveles y curtidos- activan mis alarmas. No son solo errores de manual, en muchas ocasiones son formas de enfrentarse al reto empresarial que te llevan al convencimiento de que esa persona eligió el camino equivocado. Sin que sirva de precedente, nos permitimos abandonar la senda de los sesudos estudios y gurús para apoyarnos en la inconsistencia de la experiencia, pero espero que igualmente estos apuntes sobre el error en el emprendedor os inviten a la reflexión. Un emprendedor convencido no es lo mismo que un emprendedor soberbio: el primero aprende escuchando, el segundo cree que ya lo sabe todo. Mejor ir solo que mal acompañado, pero debes estar dispuesto a soportar la soledad. Trata de que tu socio complemente tus habilidades de empresario, no tiene por qué ser tu amigo, pero debes confiar en él. Que un documento Word o Excel aguante tu modelo de negocio no significa casi nada: menos business plan y más producto mínimo viable. Que compartas tu idea no significa que otros la roben: busca a los interlocutores adecuados, porque sus comentarios la fortalecerán. Si no has tomado un café con tu potencial cliente, no le conoces, por muchas horas que hayas empleado en el ordenador haciendo un estudio de mercado. Si no confías en tu idea, no exijas que otros lo hagan. Si tu negocio no ofrece un margen razonable de beneficio, piensa en escalarlo. Si tampoco lo ofrece, vuelve a empezar. Muchos modelos de negocio no se consolidan por falta de recursos para sobrevivir al primer año… pero los triunfadores que partieron de nada existen. Tu casa puede ser el lugar ideal para empezar a trabajar en tu proyecto. Ahorrar en la ubicación comercial de tu negocio puede salirte muy caro, pero no hipoteques el éxito de tu negocio con una renta inasumible para una fase de arranque. Distingue entre las finanzas personales y las de tu negocio. Comprueba que el valor añadido que vas a ofrecer es realmente percibido por el mercado y el cliente, de no ser así, insiste hasta encontrarlo. Llegar demasiado pronto a un nuevo mercado es un privilegio que no está al alcance del pequeño emprendedor; dar a conocer un nuevo producto requiere inversión. Por mucho que te gusten los cuadernos, no trates de gestionar la empresa con uno de ellos: invierte en herramientas profesionales. Las ideas y las empresas evolucionan, pero pobres las que no lo hacen con coherencia: adaptarse al mercado no es improvisar. El emprendedor que no delega no verá crecer su empresa. Estandarizar la calidad de tu producto y servicio alimenta la confianza del mercado. Aprende a gestionar el ‘no’; para avanzar tendrás que usarlo de forma recurrente. Aunque estés empezando, no aceptes alianzas con otras empresas si no te aportan un beneficio real. No condiciones el éxito de tu negocio a la fidelidad de un socio estratégico al que no puedas sustituir en 24 horas. Valora los productos sustitutorios de tu empresa como competencia directa: el mercado ya lo está haciendo. Para vender hay que ofrecer soluciones, y esa solución debe ser a la medida del interlocutor de cada momento. No juegues al tiro al plato en tu estrategia comercial. Dispersando las acciones desmotivas a tu equipo y, lo que es más importante, aciertas muy poco. No pongas todos los huevos en una misma cesta. Tu cartera de clientes debe alimentarse con nombres nuevos. Una retirada a tiempo puede ser una victoria, pero el que no persevera lo suficiente, no toca la meta. Mantén viva tu capacidad de aprendizaje, si se debilita, cada dos años es conveniente darle un impulso a través de un buen curso de formación. Sé generoso con tu equipo, pero no prometas lo que no puedes cumplir. El éxito no genera indiferencia, por desgracia muchos querrán negártelo. El emprendedor que pierde la sonrisa no convence ni al cliente ni a él mismo. Foto: Paxson Woelber Las obligaciones legales de un comercio electrónico¿Qué riesgos corre tu empresa por usar ‘software’ pirata?
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