Reuniones amañadas: Diez indicios

Javier Villalba    11 septiembre, 2013

No cabe duda de que una de las condiciones esenciales para hacer empresa, o crear espíritu de equipo, es contar con la participación de los trabajadores. La técnica de reuniones es una buena manera de crear ocasiones para animar la participación, ser convocados distingue, verse las caras y contar con las aportaciones de otros es una manera de involucrarlos; en suma, las reuniones permiten compartir objetivos, fomentan el compromiso y enriquecen por efecto de la diversidad. Las reuniones suman, cuando no restan…

Un tipo de reuniones, extramuros de la clasificación oficial, son las reuniones amañadas, convocatorias sujetas a artificios, con finalidades engañosas, que algunos urden con astucia. Reuniones a la postre nocivas y que terminan desagregando intereses más que concitando voluntades. ¿Cómo identificar estas reuniones nocivas?

Acontecen estas cuando se descubre o se sospecha la verdadera intencionalidad –inconfesable- por la que han sido convocadas, pues persiguen -en primer término- finalidades muy distintas y distanciadas de las declaradas; finalidades habitualmente personalistas, o de clase, que no se corresponden en absoluto con los objetivos enunciados para la reunión.

Se trata de actos artificiales, orquestados de cara a la galería, para encubrir decisiones dominantes, actos o elecciones dictatoriales que se pretenden revestir con aires democráticos.

Hay situaciones de cambio cultural, golpe de timón o reorganizaciones en las que las decisiones ya han sido tomadas por unos pocos y el rumbo ya ha sido establecido por los mismos pocos, pero en las que se convocan reuniones encaminadas a que otros pocos muestren su aquiescencia sobre las determinaciones previamente tomadas. Suele jugarse con la ventaja de la preparación, la presentación de argumentos dilemáticos y no será extraño que se oculten otros datos o alternativas que pudieran favorecer la contraargumentación por parte de los reunidos. Tampoco es raro que, como parte de la maquinación, se trate de reuniones citadas con premura para justificar la ausencia de otra información previa que pudiera poner sobre aviso a los convocados, brindándoles la ocasión de disponer de alguna alternativa bien fundamentada y contraria a los intereses de los convocantes.

Otros supuestos de reuniones amañadas, todas ellas sin excepción dirigidas a hacer prevalecer el propio criterio, nos conducen a identificar indicios que apuntan hacia intereses de parte, como puede ser ganar protagonismo, obtener una ventaja, granjearse un negocio o una ganancia. Salirse con la suya es el objetivo que persiguen quienes convocan reuniones amañadas so pretexto de corresponsabilizar con el resultado a los convocados; de quienes puede que se busque su mansedumbre a fin de neutralizar su liderazgo de opinión, hacer acopio de su poder de convocatoria u obtener una cuota de confiabilidad a imprimir en el resultado de la reunión.

En no pocas ocasiones no queda más remedio que contar con asistentes impuestos, ya sea por terceros o por la situación. La jerarquía obliga a reunir homólogos, aunque no guste o no convenga; situaciones que tienen que ver con cambios profundos y afectan a diferentes áreas del negocio; el embarque en nuevos contratos, adquisiciones, ventas o fusiones también supone contar en algún momento con convocados que tal vez estorben. Sea como fuere, indicios que nos ponen sobre la pista de reuniones que han podido ser amañadas pueden ser algunos de los que siguen:

  1. Convocatorias urgentes y sin posibilidad de preparación previa.
  2. Abstención de propósito, objetivos y orden del día.
  3. Ausencia documental, aneja a la convocatoria, sobre cuestiones que se han de decidir.
  4. Entrega a última hora, o en la antesala, de documentación pertinente para su valoración durante la reunión.
  5. Cambios reiterativos de fechas y horarios. Convocatorias a deshora. Elección de lugares a desmano para las citas.
  6. Omisión de algún asistente representativo o significativo para la ocasión, entre los convocados.
  7. Listado ciego de asistentes. Comparecencias sorpresivas.
  8. Cortapisa de intervenciones durante el desarrollo de la reunión.
  9. Urgir premura para llegar a sus fines y en evitación de otras iniciativas.
  10. Forzar decisiones por votación en detrimento de la búsqueda de consenso.

Un uso torticero de las reuniones disfrazado de artificio, cuya estrategia persigue coger de improviso, dificulta intencionadamente la preparación, hace un uso fraudulento de la información, desalienta la participación y, normalmente, en algunos de sus puntos, resulta sorpresiva.

Imagen @Zygia, distribuida con licencia Creative Commons BY-2.0

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