No todos los negocios pueden ser franquiciaRaúl Alonso 12 septiembre, 2012 No es un título, es una declaración de principios. Os invito a adentraros en uno de los tabúes del sector en España. Un país en donde todo negocio es franquiciable, al menos en teoría y pese a quien le pese. Una afirmación, al menos, cuestionable sobre la que muchos empresarios deberían reflexionar antes de dar el salto a la franquicia. Para las fuerzas vivas del sector podríamos estar cruzando la barrera de lo políticamente correcto. En España suele haber un marcado consenso profesional sobre la “convertibilidad” de cualquier tipo de negocio en franquicia, una afirmación que según el foro en que estemos se argumentará con más o menos vehemencia, pero siempre se defenderá. Claves de éxito irrepetibles Sin embargo, la práctica empresarial es obstinada y demuestra que determinadas claves de éxito son difícilmente replicables, sobre todo si no se cumple con el proceso paso a paso. Hace unos años se pusieron en marcha dos proyectos de franquicia hosteleros en Madrid que apostaban por poner en valor el tirón de dos restaurantes con indudable prestigio internacional como Casa Botín y La Casa del Abuelo. Para ello se elaboraron sendos diseños de franquicia, tratando de modernizar la esencia de ambos negocios pero valores como la historia, ubicación y tradición turística de estas marcas eran difíciles de trasladar a otros entornos, como fuera de nuestras fronteras, tal y como se intentó. En otras ocasiones el éxito del negocio se fundamenta en el magnetismo que irradia su fundador -un peluquero genial o un cocinero mediático, por ejemplo-; en las habilidades de un equipo determinado de personas muy por encima de la singularidad del producto o servicio que comercializa; o en la relación sentimental que determinadas marcas mantienen con su público. Sobre este último punto puede ser un buen ejemplo Rodilla, cuyos sándwiches han sido celebrados por varias generaciones de madrileños, pero que encuentra dificultades en asentar su modelo cuando abandona el radio de influencia de la capital. Un handicap al que la nueva dirección de María Carceller podría estar poniendo punto y final con el rediseño de local y oferta. En demasiadas ocasiones se considera que el valor de marca va a ser suficiente reclamo comercial, pero no es así. En la adaptación de cualquier negocio de éxito al formato de franquicia no se pueden olvidar las claves del sistema, y una de las más importantes es demostrar que el diseño del nuevo negocio es exitoso por sí mismo, no basta con que cuelgue el mismo rótulo en la fachada del local. La regla de oro Tiempo para probar el negocio y reconocimiento del mercado, una norma sencilla que todo empresario debe tener grabada a fuego antes de ofrecer su franquicia a otros emprendedores. En la práctica se trata de mantener varias unidades de negocio, dos o tres locales son suficientes, durante al menos dos años de funcionamiento. Lo que sucede es que las promesas de la franquicia de rápido crecimiento a mínimo coste y facilidad para la internacionalización acostumbran a sonar a música celestial a cualquier empresario, novel o veterano. Unas promesas que suelen ser alimentadas por un entorno con la maquinaria bien engrasada para facilitar el lanzamiento de la cadena. De ahí la importancia de que el franquiciador en ciernes mantenga la cabeza fría y no dé el paso hasta estar seguro de cumplir con todos los requisitos exigibles a la franquicia. Un espacio para la autocrítica Registros, autocontrol, transparencia, ética, sellos de calidad… son algunas de las soluciones que el propio sector invoca para poner fin a la práctica de dar alas de franquicia a empresas y proyectos aún sin redondear. Es difícil saber las decisiones que se han de adoptar para cerrar un debate abierto durante demasiados años, pero está claro que a todas las partes les conviene poner soluciones lo antes posible. El sector debería aprovechar el parón impuesto por la crisis para sentarse a definir con mayor precisión las reglas en la evolución de una empresa hacia la franquicia. Se trata de que todos sus agentes establezcan unos mínimos baremos que se exigirán a cualquier empresa que se presente en el mercado bajo el paraguas de la franquicia. Sin duda alguna, el establecimiento de este marco servirá para que el sector dé un paso de gigante en su ya exitosa trayectoria. Foto ©Polycart, distribuida con licencia Creative Commons BY-2.0 Instagram todavía es para muchas empresas una red desconocidaSistem-Car, una pyme en constante cambio
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Buenas, Raúl Creo que has puesto el dedo en la llaga. Lo de «todo es franquiciable» es un mantra mil veces repetido por el sector, por más que haya ejemplos de sobra que hagan dudar de tal afirmación. Porque lo cierto es que todo es franquiciable… según y cómo: O se es Casa Botín, o se tiene una red como la de McDonald’s, o Manolo Blahnik o Mango, pero ambos a la vez es imposible. La pregunta sería: si simplificamos un concepto tan castizo y con un bagaje tan enorme para que nos quepa en un manual de franquicia… ¿seguiremos hablando de Casa Botín o lo estaremos haciendo ya de otra cosa? Un saludo, Responder
Coincido en que sería muy positivo que de alguna forma se articularan mecanismos de autocontrol para que no se intente hacer franquicia de modelos de negocio que no se pueden adaptar a las reglas básicas de este sistema de relación entre empresas. Observando los portales y guías de franquicias es fácil encontrar enseñas que emplean el nombre Franquicia para definir la relación que los une a sus asociados. Sin embargo, si se analizan más profundamente los contratos o compromisos de relación que tienen esas centrales con sus supuestos franquiciados, fácilmente se descubre que realmente no son franquicias sino otro tipo de relaciones comerciales. Según la legislación, el contrato de franquicia debe sustentarse en tres pilares fundamentales: 1)que haya una cesión de una marca, 2) que se transmita un saber hacer con unas características determinadas y 3) que el franquiciador adquiera el compromiso de dar una asistencia a sus franquiciados. Si un contrato no cumple al menos estos tres requisitos legalmente no es una relación de franquicia. Pero claro, el nombre franquicia goza de una reputación y un atractivo comercial de los que muchos desean beneficiarse aunque realmente no se ajuste a lo que están haciendo. Responder