Técnicas del emprendedor para gestionar las emociones

Raúl Alonso    13 diciembre, 2017

¿Y si además del business plan redactaras un plan de negocio emocional? Es difícil escapar a los vaivenes que condicionan tu ánimo, pero la pérdida del autocontrol puede abocar el proyecto empresarial y personal al fracaso. Pese a su importancia, nadie nos advirtió de la necesidad de preparar nuestra mente y cuerpo tanto para las subidas como para las vertiginosas bajadas y curvas de esa inevitable montaña rusa anímica, pero no es tan difícil: la preparación y la formación vuelven a ser los mejores aliados del emprendedor.

 

Entrenamiento emocional y físico

Del mismo modo que se seleccionó el mejor software y el mejor equipo, el empresario debe proveerse de las mejores herramientas para afrontar el bache emocional. Es recomendable formarse en determinadas disciplinas como el mindfulness o el yoga o cualquier otra que trabaje el estado mental desde el conocimiento del cuerpo y la mente, pero también conviene hacer un ejercicio más vigoroso. Programa dos o tres sesiones a la semana de tu práctica deportiva favorita.

Combate el pensamiento negativo. Debes ser consciente de que más importante que el problema al que te enfrentas es la solución que tomas. Desactiva los ciclos de pensamiento circular dañinos desde la objetividad: ¿qué beneficios me aporta entrar en un estado negativo? En poco tiempo todo habrá cambiado, practica el pensamiento positivo y entrénate en PNL (programación neurolingüística) para que tus ideas, discurso y decisiones sean armónicas y se orienten al logro.

Gestiona bien el tiempo. Tu proyecto empresarial es prioritario, pero en la vida hay muchas otras cosas. No permitas que tus obligaciones más urgentes te aíslen de tu familia y amigos, busca la compañía de otros, habla y escucha.

 

Asume tu porción de miedo

Pese a todo, resulta difícil escapar del miedo al fracaso, a defraudar a los demás, a perder dinero… La galería de monstruos que atemoriza al emprendedor es variada. Las decisiones empresariales –al igual que las de tu vida profesional– implican un nivel de riesgo, en muchas ocasiones sin control. Por eso es importante marcar fronteras que te permiten limitarlo. Pueden ser de tiempo –»si en dos años no despega la empresa, retomo mi antiguo trabajo»-, o en términos de pérdida –»cuando la economía familiar entre en riesgo, abandono»-.

Lo importante es asumirlo como un sentimiento inevitable, para canalizarlo hacia una experiencia lo más positiva posible. Por ejemplo, el miedo advierte del peligro, y esa amenaza debe combatirse desde la decisión, por ello es motor de cambio.

 

Frente a la inseguridad, actúa

Es el otro sentimiento paralizante común a una mayoría de emprendedores. Inseguridad frente al éxito del proyecto, frente a nuestras propias capacidades y decisiones. Un bache emocional que tendemos a ocultar, a vivirlo en soledad, que en muchos casos lo alimenta. La primera recomendación es el reconocimiento y aceptación de las propias limitaciones. De nuevo se trata de marcar límites que no estamos dispuestos a cruzar, cada uno tiene los propios, pero es importante que no nos recluyan en la zona de confort, ya que estarían limitando nuestro poder de decisión y de evolución.

Otra forma de combatir la inseguridad es compartiéndola, pero con las personas adecuadas. No conviene trasladar dudas al equipo, pero todos tenemos cerca a alguien cuyas opiniones respetamos, una conversación pausada con él o ella puede obrar el milagro. Identificar a un mentor honesto y experimentado también puede ser de utilidad, sobre todo para los proyectos que aspiran a grandes crecimientos. Otra alternativa para vencer la inseguridad es centrar el esfuerzo en el logro de pequeños objetivos. En lugar de enfocarnos en el objetivo final (que puede superarnos), marcar los hitos importantes para alcanzarlo y celebrar cuando se alcanza cada uno de ellos.

 

La egolatría te aleja de la realidad

La euforia marca un pico de adrenalina en nuestro estado anímico que puede hacer añicos todo lo construido. Cuando la suerte acompaña es fácil sentirse el mejor, ¡un auténtico triunfador!, y caer en la egolatría. Un perfil que suele venir acompañado de prácticas como alejar a las personas con pensamiento crítico, falta de escucha y desconexión de la realidad.

Es un problema más común de lo que puede parecer, y antes o después conduce al fracaso. Se trata de un sentimiento peligroso, porque en contra de otros señalados, es difícil de reconocer el exceso de autoconfianza, pero quien piense que le afecta a su percepción de la realidad, debe actuar. Hay que relativizar el éxito e identificar las claves que le han llevado hasta él para apuntalarlas en la estrategia. Debe mantener activa su capacidad de escucha con el equipo, el cliente y la competencia, y buscar el consenso en las decisiones estratégicas con su personal de confianza.

 

Desánimo, recuerda de dónde vienes

De todos los baches emocionales aquí citados, el desánimo es el más recurrente. Igual que sucede con el miedo, hay que aprender a convivir con él, evitando que se convierta en protagonista de nuestro diálogo interior. Una forma de conseguirlo es analizando el pasado, presente y futuro, ahondar en esas motivaciones que llevaron a emprender, que a buen seguro siguen siendo muy poderosas.

Al desánimo se le combate también distrayéndolo. En esos momentos de flojera emocional conviene centrarse en las tareas que nos aportan más satisfacción en el quehacer diario. También es el momento de descolgar el teléfono y cerrar una comida con un buen amigo. Seguro que luego reemprendes la actividad con mejor ánimo. El deporte es otro importante activador de la motivación personal.

 

Soledad, compañero de viaje del líder

La soledad es otro de los sentimientos que atenaza la voluntad del emprendedor. Puede estar rodeado de una multitud, pero sentirse totalmente solo en la toma de decisiones. No es fácil de combatir, porque en cierta medida tiene mucho de real, es el líder quien debe tener la última palabra. Sin embargo, es más fácil de sobrellevar en aquellas empresas con modelos de trabajo más participativos y creativos; la discusión y el contraste de ideas diluyen el peso de esa responsabilidad, y convierte el día a día en una experiencia más enriquecedora.

También ayuda mantener intactas la capacidad de escucha y de aprendizaje. Tanto contrastar ideas como adquirir nuevas habilidades aportan seguridad al proceso de toma de decisión, precisamente donde el emprendedor se siente más solo. Otro soporte importante es mantener disciplina en los horarios, se debe valorar si prolongar la jornada laboral en la oficina cuando todo el mundo se va sirve o no para avanzar trabajo o para restar energía al siguiente día. En todo caso, muchas horas en la oficina limitan el tiempo social; y el disfrute con la familia y amigos son los que aportan ese necesario equilibrio.

Los vaivenes emocionales son inevitables, pero podemos aprender a convivir con ellos. Todo empieza desde la aceptación de que hay momentos de flojera, de miedo o desánimo, y que si sabemos cómo actuar, conseguiremos acortar su duración y limitar sus efectos para seguir disfrutando de esa montaña rusa que conlleva el emprendimiento.

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