Cinco falsos mitos sobre la innovaciónMario Cantalapiedra 28 julio, 2016 En una economía globalizada con un entorno empresarial que cambia a gran velocidad, la innovación es una necesidad ineludible para estar presente en el mercado y poder competir. Como dice John D. Wright, “una empresa es como una bicicleta, o te mueves o te caes”, y ese movimiento hoy en día parece difícil de entender sin que conlleve detrás una actividad innovadora. Como otros términos “de moda” que se relacionan con la gestión empresarial, a la hora de hablar de este concepto surgen voces discordantes y a en ocasiones no es fácil diferenciar lo que es innovación de lo que no lo es. En este sentido, me gustaría compartir contigo mi visión personal acerca de una serie de falsos mitos que se relacionan con la innovación entendida desde una perspectiva empresarial: 1. La innovación es lo mismo que la invención Para aclarar la diferencia entre estos dos términos me gusta especialmente el enfoque que aportan los profesores Nofal Nagles y Efrain Ortiz. Ellos consideran que “la invención es un hecho tecnológico asociado a la introducción de novedades significativas a productos y procesos susceptibles de aplicación industrial”, mientras que “la innovación es un hecho social, que aparece cuando la invención trasciende la dimensión puramente tecnológica y tiene impactos en la producción y en el mercado”. Es decir, para que se produzca una innovación tiene que existir una invención previa, pero no necesariamente toda invención ha de transformarse en innovación. De hecho, lo más habitual es que no lo haga, de tal modo que muchas novedades significativas sobre productos (bienes o servicios) o procesos empresariales suelen quedarse a nivel de creación tecnológica pero no tienen impactos en la producción y el mercado, no pudiendo considerarse innovaciones. 2. La innovación es un fin en sí misma Se tiende a creer que la innovación es una finalidad en sí misma, pero yo prefiero pensar que se trata de un medio que tiene la empresa para obtener ventaja competitiva y mejorar los resultados. Desde la perspectiva de una empresa, la innovación busca cambiar sus actividades con una orientación a la mejora de resultados precisamente mediante la obtención de ventaja competitiva (aquello que la empresa es capaz de hacer mejor que sus competidores). De este modo, en un entorno empresarial tan competitivo como el que vivimos en la actualidad una empresa que no innove dejará paso a otra empresa, a otra idea de negocio. 3. La innovación es un proceso muy estructurado Ocurre justamente lo contrario, la innovación es uno de los procesos menos estructurados a los que se enfrenta la empresa. Piensa que innovar supone trabajar con algo tan abstracto como son las ideas, de ahí que sea algo incómodo para muchas compañías, que, sin bien pueden identificar los pasos a seguir en los procesos tradicionales de su actividad, tienen dificultades para definir cómo afrontar la innovación. 4. La innovación no es un recurso que se haya de gestionar eficientemente Una empresa que se plantee gestionar la innovación tiene que tener en cuenta que se enfrenta a un proceso que, si bien es cierto que estará presidido por la incertidumbre en los resultados, no implica que no deba gestionarse de manera eficiente (al menor coste posible), del modo más rápido, en el momento oportuno y con la mayor calidad. Se trata de intentar equilibrar en una balanza la incertidumbre que implica la innovación con la gestión eficiente de los recursos (humanos, técnico y económicos). 5. La innovación únicamente supone lanzar al mercado un bien o servicio nuevo La introducción en el mercado de un bien o servicio nuevo o significativamente mejorado, es la modalidad de innovación empresarial que seguramente más le llega la gente, pero ni mucho menos es la única que puede darse. Siguiendo el Manual de Oslo, referente internacional en la materia, las empresas también pueden innovar en proceso (introduciendo un nuevo o significativamente mejorado proceso de producción o de distribución), en mercadotecnia (aplicando un nuevo método de comercialización) y en organización (introduciendo un nuevo método organizativo en las prácticas, la organización del lugar de trabajo o las relaciones exteriores de la empresa). De hecho, es habitual que una innovación empresarial pueda incluir cambios en más de una de las modalidades anteriores. Por ejemplo, una empresa que introduzca una nueva maquinaria en su proceso de producción, que implique al mismo tiempo utilizar un nuevo método organizativo como el trabajo en equipo, estará realizando una innovación en proceso y organizativa a la vez. Foto: Pixabay Cómo utilizar los mapas de interiores de GoogleLa necesidad del tirano y el efecto Steve Jobs
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