Blackpier: Cuatro jóvenes toman las medidas a la sastrería online

Raúl Alonso    18 noviembre, 2013

La inspiración emprendedora siempre fue caprichosa, pero parece tener especial consideración con los viajeros. Ese filtro para traducir en negocio lo visto fuera se activó en las calles de Shanghái cuando Joel Joli vio y comprobó la diligencia con que los sastres confeccionaban a los turistas trajes a medida por un precio muy inferior al occidental: «¿Por qué no ofrecer a todo el mundo esta oportunidad?» La respuesta lo cambió todo. Desde hace dos años dirige Blackpier desde Shanghái, una rara avis del comercio electrónico español que ofrece sastrería a medida.

Lo cuenta desde la sede de la empresa en Lérida Damian Castells, informático y otro de los cuatro jóvenes socios de este proyecto que derriba otra de las fronteras del comercio electrónico al demostrar que un servicio tan personalizado como la sastrería también es factible en la Red. «Nuestra principal ventaja es el precio, ofrecemos trajes a 200 euros comparables con los que aquí compramos por  500 o 2000 euros», explica. Una ventaja posible gracias a la tecnología: «Nuestra plataforma permite que entreguemos al cliente en 15 días su traje aprovechando la gran calidad de los tejidos y la factura china y la logística de un operador de transporte global». Así trajes y camisas cruzan miles de kilómetros para satisfacción de un consumidor que no deja de crecer desde 2012.

Los inicios  

A la vuelta de las vacaciones, Joli contactó con su amigo Sergio Luaces, programador informático, que también embarca a su colega Robert Cabrera. Al grupo pronto se une Castells, con lo que se completa el cuarteto de emprendedores, todos ellos menores de 30 años, con una idea clara pero pocos recursos para ponerla en marcha. No sin esfuerzo, finalmente la concesión de un crédito de Enisa de 44.000 euros da alas al proyecto.

Cubiertas las necesidades técnicas de la plataforma por los tres socios informáticos, gran parte del dinero se dedicó a posicionar la tienda online en la Red. Se iniciaba un proceso que se recuerda como complejo: «Para ser visible tienes que invertir mucho en marketing, porque es la única forma de salir del callejón oscuro y ubicarte en un lugar donde te vean. El problema es que Google se está poniendo muy caro, por eso hacemos muchas acciones en redes sociales y blogs que sirven de acompañamiento a las campañas de AdWords». Afortunadamente, el pasado mes de marzo se cerró la primera ronda de financiación de 70.000 euros.

A la espera del cliente

«Nuestro producto no es de compra por impulso. El cliente te visita, se da una vuelta y, cuando piensa que lo necesita y ve que no ha encontrado nada mejor, vuelve». Un proceso que obligó a una paciente espera de seis meses hasta que los pedidos empezaron a entrar con regularidad.

Hoy venden unas 200 prendas al mes, pero la mejor noticia es que cada hoja del calendario la cifra se incrementa entre el 20% y 30%. Algo posible por la rápida internacionalización de Blackpier, que ya opera en Francia, Reino Unido, Italia y Rusia. «Desde el minuto cero sabíamos que nuestro negocio era escalable», explica Castells, «en breve entraremos en Alemania y ya pensamos en Estados Unidos, donde el consumidor online está muy maduro». Lo cierto es que desde el pasado mes de octubre, la empresa ya factura más del 50% en el exterior, con lo que el primer año operativo de la empresa se cerrará con unas ventas de unos 100.000 euros.

Facilitar la compra

La venta en Blackpier pasa por la inevitable toma de medidas, algo para lo que el cliente necesita una cinta métrica y la asistencia de otra persona. Para que el proceso no suponga un freno, se han diseñado herramientas entre las que destaca la opción de «guardar compra», que permite recuperar la selección en cualquier momento. El cliente también cuenta con la ayuda de un asistente que responde al instante las dudas a través de un chat, herramienta que está poniendo a prueba el dominio de idiomas de los miembros del equipo, según recuerda Castells entre risas.

Para contrarrestar el abandono de carritos, también se toman medidas. A las 24 horas se envía un recordatorio que con un solo clic permite recuperar el proceso. Además de la personalización total de la prenda, Blackpier también ofrece su propia colección que es presentada por modelos, «un aspecto que consideramos importante, porque acerca el producto al consumidor». Entre todos ellos, la firma ha conseguido una compra anual media por cliente de entre tres y cuatro prendas.

Un consejo final

¿Un consejo para emprender en e-commerce?» Repite con sorpresa la pregunta Castells, que parece vivir todo este proceso con igual entusiasmo que naturalidad. No sin meditar unos segundos, responde con seguridad: «Si decides apostar, tienes que estar al cien por cien, solo cuando lo das todo llegan los pedidos. Y aunque ese esfuerzo no sea garantía de nada, lo considero fundamental».

Comentarios

  1. Buena idea la de estos emprendedores. El éxito está asegurado. China trabaja muy bien, solo requiere algo de control y el problema de diseño que tenían hasta ahora también lo van solventando, pero los diseñadores también pueden trabajar on line

  2. Sí, es sorprendente que la sastrería a medida pueda realizarse online. He visitado la página y está muy bien diseñada, en particular, , la cuestión fundamental – las medidas!

  3. Sorprendente post tanto en su contenido como en su desarrollo. Muy interesante si no fuera porque se apoya en los bajos costes salariales del país de fabricación.

  4. Un artículo muy interesante y a la vez increible.
    Algo tan personal como los trajes a medida están hoy en día a golpe de click, algo impensable para mí hasta ahora, ya que siempre he asociado la costura personalizada con la toma se medidas, pruebas, ajustes…
    Siempre hay algo nuevo en la red que puede sorprendernos.
    Espero que les vaya muy bien y que sea el inicio de una gran empresa.
    Muchas gracias.

  5. En mi caso la experiencia ha sido realmente desastrosa. Un traje con una configuración recta y más ancho de lo normal, cuando había solicitado slim, Por otro lado, una atención postventa realmente penosa.

    En fin. Suerte para el próximo atrevido.

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