La internacionalización ha llegado para quedarse

Jaime Palafox    26 enero, 2015

Desde hace ya tiempo la realidad económica está haciendo ver a las empresas que la internacionalización debe ser un pilar fundamental de su estrategia, cambiando así el modelo existente. Muestra de ello es el siguiente dato: teniendo en cuenta el porcentaje sobre el PIB que supone la suma del comercio exterior –las exportaciones han crecido un 70% en los últimos diez años– y de las inversiones directas en el extranjero, España se situó en 2013 como el quinto país más internacionalizado del mundo.

En los últimos veinte años hemos pasado de no tener ninguna multinacional a contar con casi 2.500 y en la última década las empresas españolas con filiales en el extranjero han crecido un 66%. Asimismo, destaca el aumento en el número de empresas exportadoras en 2013 -del 10%- superando las 150.000.

Este es el resultado del esfuerzo que llevan realizando las empresas españolas durante muchos años, las cuales han sabido mirar al exterior a tiempo y apostar por el reto de la internacionalización como un proceso natural para su crecimiento y no sólo como una herramienta en momentos de crisis. En la economía española existen innumerables ejemplos de excelencia empresarial a nivel internacional, destacando casos de éxito en sectores como el financiero, las telecomunicaciones, la construcción, el energético, el textil o el alimentario, entre otros.

Las empresas de dichos sectores han sabido entender el mundo como un mercado global. Esto requiere un ejercicio, cada vez más amplio, de prospección y proyección considerando aspectos tan variados como la geoestrategia –donde se incluye la selección de mercados prioritarios–, el transporte y la comunicación, la tecnología o la I+D+i, entre otros.

En este complejo proceso de globalización, es fundamental la actitud colaborativa y la búsqueda de sinergias entre diversos sectores. Un caso de éxito es de la Industria de la Alimentación y Bebidas (IAB) quien, en colaboración con empresas líderes de otros sectores competitivos e internacionalizados como son Telefónica, Banco Santander, Iberdrola e Indra, implementa en la actualidad su Marco Estratégico.

Dicha industria no sólo se sitúa en la actualidad como el primer sector industrial del país y el segundo exportador, sino que representa uno de los sectores económicos con mayor potencial de futuro. En este sentido, está previsto en el Marco Estratégico para la IAB un crecimiento en ventas netas del 4% anual, la creación de 60.000 puestos de empleo sostenibles, así como el objetivo de exportar el 40% de la producción, algo que nos situaría en el ranking europeo por delante de Italia, uno de nuestros principales competidores. En esta línea, señalar que sus exportaciones llevan creciendo a una tasa media anual del 7% la última década, superando ya los 22.500 millones de euros.

Las empresas españolas que estén enfocando su estrategia hacia el exterior tienen a su disposición diversas herramientas de promoción que ofrecen tanto instituciones públicas como organismos privados, si bien, la apuesta principal debe partir de ellas mismas y con sus propios fondos. En este marco, la Federación española de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB), a través del plan de acciones que elabora cada año junto con el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente y el ICEX, lleva desempeñando desde hace más de dos décadas una fuerte labor de apoyo a la internacionalización de las empresas de alimentación y bebidas. Una de las principales áreas de trabajo es la diversificación de sus mercados de exportación, con casos de éxito como el de China, con incrementos medios anuales en las exportaciones del 20% en la última década, y algún fracaso como el de Italia, donde los esfuerzos no se han visto recompensados.

Está claro que España en general y su IAB en particular, tienen la materia prima para buscar vías de crecimiento más allá de nuestras fronteras y consolidar un prometedor panorama en el ámbito de la internacionalización. Lograrlo exige necesariamente un alto grado de competitividad, algo que podrá traducirse en el incremento de los ingresos, la diversificación del riesgo, el aumento de la sostenibilidad de la empresa y la creación de nuevas oportunidades a largo plazo, bien sea a través de la exportación, de la entrada de capital extranjero o de la inversión en el exterior.

Todos somos ya conscientes de que el camino pasa ahora más que nunca por la internacionalización.

Foto: Luis Alejandro Bernal Romero

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