Emprender: momentos napoleónicos y síndrome del primo bandarra

Raúl Alonso    25 junio, 2013

«Se nos rompió el amor de tanto usarlo». De tanto oírla en discursos más o menos oportunistas, la palabra ‘emprendedor’ hoy podría correr la misma suerte que ese amor cantado por La Jurado. Con el objetivo de recuperar perspectiva, os propongo un  viaje a la esencia de un vocablo cargado de valores.

En este trayecto me valgo de diez citas de Manuel Bermejo. El empresario y profesor del IE Business School lleva más de dos décadas actuando, estudiando y rodeándose de cientos de emprendedores. Un periplo que ha resumido en su último libro, Gente emprendedora, gente de calidad (Plataforma Editorial, 2013), no solo con precisión y ciencia, sino con la socarronería que da la libertad de opinión.

  1. «El emprendedor necesita una mirada cómplice de la sociedad y sus gobernantes». El consenso parece total. Este país necesita de emprendedores que generen riqueza y empleo sostenible, pero los emprendedores son hijos de un entorno. Bermejo -quien, por cierto, espero sea benévolo con el reduccionismo con el que voy a tratar su trabajado libro- señala la importancia de que todo el ciclo formativo incorpore los valores asociados al término: «Debe colaborar a la hora de desarrollar capacidades como la creatividad y la detección de oportunidades, un pensamiento transversal […] o habilidades interpersonales». Se trata de trabajar por una sociedad emprendedora que rompa con la dicotomía de trabajador bueno /empresario malo. Una sociedad, cómo no, que exija a ese emprendedor «un comportamiento ejemplar con sus empleados y ante el conjunto de la sociedad que dignifique su tarea».
  2. «El carácter emprendedor se puede perfeccionar mediante la formación y la experiencia»Ante el eterno dilema de si se nace o se hace, Bermejo es un convencido de que en el ADN de una inmensa mayoría contiene información emprendedora. Una información hoy activada de forma más o menos voluntaria por la actual situación económica. Al final todo pasa por un cambio vital que se resume en actitudes como «hay que preocuparse menos y ocuparse más», «aportar soluciones donde otros solo atisban problemas», «identificar oportunidades donde otros no ven nada»… El emprendedor huye de la autocomplacencia, prefiere actuar y esa dinámica debe llevarle al perfeccionamiento a través de la formación.
  3. «La organización en la que predomina el hablar por hablar se convierte en poco competitiva». ¿Cuántas empresas detectaron pero no aprovecharon una oportunidad? «El mundo que ha tocado vivir exige rigor y análisis, pero también agilidad en la toma de decisión y determinación en la ejecución». En un mundo en continua aceleración, la pérdida competitiva llega en pocos meses: «Es la consecuencia de la confluencia en el espacio y el tiempo de dos fenómenos de brutal impacto como la globalización e Internet».
  4. «La actividad emprendedora tiene que estar acompañada por un pensamiento estratégico». «Organiza tus movimientos napoleónicos», propone Bermejo. El emprendedor debe resolver el día a día, pero esa tarea no puede restar perspectiva a su toma de decisión. Para lograrlo se pone de ejemplo al gran estratega: Bonaparte pisó poco el campo de batalla; prefería subir a la atalaya que le permitiera ver cómo se desarrollaba su estrategia y, en caso necesario, tomar acciones correctoras. La gente emprendedora «dedica tiempo de calidad a pensar» y «enseguida se pone manos a la obra para aterrizar los sueños imaginados».
  5. «Lo que da sentido a la innovación emprendedora es la existencia de una oportunidad de negocio». Otro tótem de nuestro tiempo no siempre bien adorado. «Innovar por innovar no tiene ningún sentido», advierte el profesor. Y lo explica aportando una visión del concepto pegada al terreno: «Innovar es presentarse en el mercado con una propuesta de valor diferente que atrae a consumidores, razón por la cual te eligen para satisfacer sus necesidades».  La imaginación, el aprovechamiento de la tecnología y las oportunidades derivadas de la sociedad del cambio deben ser motores de innovación, pero sus respuestas siempre han de estar al servicio de las necesidades del usuario. Una actitud que nos acercará a la innovación real, capaz de revolucionar los mercados más maduros.
  6. «Captar los recursos adecuados forma parte del arte de emprender». Las personas y el dinero son dos recursos críticos para pasar de la idea al negocio. Salvo en los ejemplos de autoempleo puro, cada vez más escasos, emprender es un proceso colectivo. Bermejo aconseja desgastar muchas neuronas en esa elección y selección de socios y empleados/colaboradores. Un proceso en el que se aconseja cuidarse del «primo bandarra», ese personaje siempre tan cercano, encantador y disponible como desastroso en su vida profesional. Y en el caso de los emprendedores con socios se exigen conceptos como altura de miras, generosidad y lealtad. Sobre el siempre complejo asunto del dinero, las reflexiones de Bermejo vuelven a ser realistas:  «Muchos proyectos mueren por falta de pulmón financiero. No seas tú el siguiente, por favor». De ahí la importancia de valorar las necesidades financieras y aquilatar el proyecto a una valoración realista de los recursos. Una valoración que se ha de realizar sin complejos: «Piensa en tanta gente que lo consiguió de la nada».
  7. «Solo cabe progresar cuando se piensa en grande, solo es posible avanzar cuando se mira lejos». En esta ocasión la cita es de José Ortega y Gasset, a quien el autor confiesa gran admiración. Emprender es un camino lleno de retos; aceptar y vencer esos desafíos es lo que dará volumen y longevidad a unos proyectos que necesitan una continua puesta al día. Más que una decisión personal, en muchas ocasiones crecer es una imposición, pero siempre hay que hacerlo habilitando recursos tanto financieros como cuantitativos y cualitativos.
  8. «Sin credibilidad, las marcas personales y comerciales son un castillo de naipes». Atrapar una idea, convertirla en una propuesta de negocio y dotarla de recursos son fases transitadas por todo emprendedor, pero de poco servirán si no se tiene la habilidad para que los demás crean igualmente en el proyecto. Al igual que se hace con las marcas comerciales, Bermejo aconseja que el emprendedor se dote de su marca personal, «de una impronta diferente, sugestiva y reconocible». Un atributo esencial que hay que saber trasladar al equipo y al entorno.
  9. «Sin tu sostenibilidad no hay sostenibilidad para tu proyecto». El arranque de cualquier negocio requiere un emprendedor multitarea, tan director general en el banco como recepcionista en la oficina. Una capacidad de «emprendedor-orquesta» que puede frenar el negocio si no se asumen a tiempo los límites. Al margen de consideraciones estrictamente físicas, el emprendedor tiene que  organizarse para facilitar la consecución de objetivos: «Medita sobre cuál es tu área de confort, dónde puedes crear más valor, cómo ejecutar mejor tu papel de líder y de qué manera sacar mayor rendimiento a tu equipo», aconsejan las páginas de este libro.
  10. «Actuar desde la pasión marca la diferencia». «No se puede ser emprendedor a tiempo parcial», dice en su último capítulo Manuel Bermejo: «No se puede emprender sin una perspectiva vitalista, racial, optimista, positiva, enérgica, arrebatadora, entusiasta, ilusionante, trasgresora, rompedora, audaz, alegre, esperanzada, positiva…».

 

Foto: Jo Naylor, distribuida con licencia Creative Commons CC BY 2.0

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