Cómo repartir las acciones entre los socios cuando creas una ‘startup’Ángel María Herrera 17 enero, 2018 Cuando uno monta una empresa con socios, se suele enfrentar a grandes retos iniciales: ¿Qué valoración dar a la compañía? ¿Cómo distribuir el pastel, es decir, cómo repartir las acciones entre los socios? Seguramente, para responder a la primera pregunta, hay más literatura al respecto, en especial si la empresa tiene algo de trayectoria y se puede aplicar algún método de valoración más estándar. Pero la segunda es más compleja, porque entran en acción parámetros más intangibles: ¿cuánto valor aporto yo como persona a la compañía y cuánto va a trabajar cada uno para sacar adelante el proyecto? Con lo cual surgen temas de egos que son siempre los más complicados de gestionar. Lo habitual es que todo proyecto empresarial se inicie con un grupo reducido de personas (normalmente entre una y cuatro), que empiezan a dar forma a una idea y quieren ponerla en marcha, pero pronto se dan cuenta de que les faltan recursos, que necesitan más socios y buscan cómo darles entrada. En mi opinión, la clave para conseguir incorporar a alguien al proyecto es: Entender bien qué aporta al proyecto, para qué le necesitas y durante cuánto tiempo. Comprender qué quiere él a cambio, ya que puede ir desde un mero interés económico a la pura contribución, pasando por la motivación de la idea o el equipo. En función de ello, se trata de encontrar un encaje entre ambos puntos. De todos modos, al ser una cuestión compleja, creo que es necesario hacer la siguiente distinción: Socios trabajadores: este suele ser el escenario de los que empiezan intentando sacar adelante la empresa poniendo su trabajo. En este caso, una opción es usar una valoración de mercado, separando el sueldo del valor como socio, lo cual es totalmente subjetivo. Imagina que la empresa tuviera que contratar a alguien por hacer esa labor, ¿cuánto le pagaríais? Es decir, si sois tres socios, uno hará de CEO, otro de responsable de marketing y otro de administrativo, y los tres trabajaréis por igual, pues se calcula el salario de mercado aproximado y de ahí puede salir un reparto. Pero esto puede provocar suspicacias, y a veces lo que se decide es a partes iguales, yo lo he hecho en alguna compañía, pero siempre con gente que conozco de hace mucho tiempo, que sé cómo y cuánto trabaja, cuyo valor va más allá del tiempo dedicado y lo que importa es la implicación emocional y estratégica. Socios inversores, a quienes pedimos dinero y lo que buscan es rentabilidad del proyecto. En este caso, la forma de reparto es sencilla. Una vez que se tiene clara la valoración inicial de la sociedad, su porcentaje es el equivalente al porcentaje del capital aportado en la ampliación de capital. Por ejemplo, si decimos que la sociedad vale 100.000€ y ponen 50.000€, tendrían un 33% (no un 50% como algunos piensan, ya que es un dinero que entra en la sociedad, que ahora valdría 150.000€). Su única implicación suele ser el facilitar algún contacto o cliente cuando se le solicite y hacer un seguimiento del proyecto periódicamente para ver cómo evoluciona. Socios asesores: son los que ponen conocimiento, contactos o algún otro tipo de valor similar. Aquí es importante intentar cuantificar su aportación, en tiempo dedicado, contactos generados y sobre todo “la vida útil”. Es decir, si es alguien que te interesa durante toda la vida de la compañía, por ejemplo, por su visión estratégica o por la imagen que da a la misma, te recomiendo que le tengas en un Consejo Asesor. En este caso también suele ser bueno ir a valoraciones de mercado, y con los intangibles, pocas fórmulas mágicas hay más allá de un porcentaje con el que ambos estéis a gusto. Por ejemplo, si estás montando una empresa de raquetas de tenis y fichas a Rafa Nadal de socio, el valor de usar su imagen es más o menos fácilmente cuantificable, pero el tenerle además de asesor es intangible, y estará en tu habilidad encontrar ese equilibro. Socios proveedores y colaboradores: en algunos casos, cuando aún no se tiene dinero o se quiere involucrar a alguien de forma especial, se puede conseguir que acepte un pago en acciones. Puede ser muy parecido al caso anterior, aunque habitualmente se les requiere menor tiempo, son menos estratégicos o se necesita menor involucración emocional. Aquí lo mejor es ir a la valoración de mercado, aunque la dificultad estriba en que acepten la valoración de la compañía, así que también procura que sea lo más objetiva posible. Lógicamente, estos roles se pueden solapar y además ir cambiando a lo largo del tiempo, por ejemplo, cuando entre varios socios montamos Bubok, yo era además de fundador e inversor, un empleado de la compañía; pasados unos años dejé el día a día y estuve un tiempo asesorando; y a día de hoy me comporto como un mero inversor que va una vez al año a la Junta general de accionistas. Así que, cuando hagas ese reparto, piensa en el largo plazo, déjate asesorar por personas que tengan experiencia en casos similares, y sobre todo al principio negocia como enemigo para luego poder trabajar como amigos. Y, aunque sea proverbial, cuanto más claras y por escrito queden las cosas al principio, mucho mejor. Calendario fiscal 2018 para pymes y autónomos: márcate estas fechasLa felicidad, una cualidad muy rentable para las empresas
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Muy interesante el artículo y bastante claro. ¿Podríais responderme a una pregunta? Ahí va: ¿Qué tipo de sociedad hay que montar para crear la startup entre 3-4 socios? ¿SL, SA…? Gracias de antemano Responder