Doce frases que desmotivan al equipoRaúl Alonso 17 agosto, 2015 «Ese no es mi problema», «esto es imposible», «no», «tengo que»… Hemos reunido algunas de las expresiones que con la misma asiduidad que se escuchan en el puesto de trabajo desmotivan al equipo o a quien las pronuncia. Muchos comentarios se graban a fuego y si no quieres ser un líder tóxico, debes aprender a expresarte de forma positiva: con un mensaje que invite a la acción, pero además con buen ánimo. Ser jefe es duro, nadie lo cuestiona. Son muchos los que prefieren mostrar cierta distancia con sus subordinados para desvincular de cualquier afectividad la relación, en especial para abordar una situación tensa con mayor facilidad. Sin embargo, los modelos de gestión actuales apuestan por la horizontalidad y la comunicación como vías de mejora de la productividad. Sin ánimo de caer en situaciones paternalistas, sí debes ser consciente de que el lenguaje que utilizas te acerca o aleja del objetivo. «Esto es imposible». Cuando tú o tu equipo abordáis una tarea compleja, es muy perjudicial encabezar con esta o similares frases tu discurso. Debemos buscar en nuestro cerebro ideas como las de ‘logro’, ‘reto’ o ‘superación’ que nos ayudarán a desempeñar la labor con mejor talante: «¿por qué no?». «No es mi problema». Otra de las sentencias más recurrentes y dañinas desde el punto de vista de las relaciones con los subordinados. Aunque un empleado esté planteando una situación personal, es importante que se sienta escuchado y comprendido (practicar la empatía no es tan complicado), y en el supuesto de que esté quejándose de falta de medios («no funcionaba el ordenador») o una situación inesperada («se canceló el vuelo»), deberás analizar con detenimiento su justificación para dar una respuesta que realmente contribuya a la resolución de la situación, de nada sirve negar lo evidente. «No te prometo nada». Incluso cuando se acompaña del «aunque haré todo lo posible», desmotiva igualmente. Lo mismo ocurre con el «intentaré trasladarlo a la dirección» y expresiones similares. Todos conocemos la complejidad de las relaciones laborales, pero en ocasiones es mejor no moverse en la ambigüedad: o motivas con un resolutivo «vamos a buscar una solución a tu problema» o informas de que no se va a poder hacer nada para cambiar esa situación. «No». Según la teoría neurolingüística, el cerebro humano no registra la palabra ‘no’ en los términos en los que en muchas ocasiones la utilizamos: cuando decimos «no mires eso», la reacción natural del receptor es hacer justamente lo contrario, al menos en un primer momento mirará. Cuando queremos prohibir una acción del equipo, es más provechoso justificar el porqué no se aconseja hacerla, y mejor aún centrarse en lo que sí puede (debe) hacer. «Pero». Es importante entrenarnos en el uso de esta conjunción, que cambia mucho el significado de una frase en la función de cómo se ordene el discurso, ya que tiende a anular la afirmación que le precede: «debes completarlo, pero el informe está muy bien» lanza un mensaje más positivo que si decimos «está muy bien pero debes completarlo». Lo ideal es huir del pero, en lugar del desmotivante «buena idea pero…» utilizar ‘aunque’ o simplemente «y» puede resultar más efectivo en muchas ocasiones: «buena idea, y qué te parece si planteamos…». «Tengo que…». ¿Si nunca dices «tengo que ir de vacaciones» porque sí «tengo que ir a trabajar»? Se trata de una expresión con una importante carga negativa implícita de obligación no deseada, prueba a sustituirla por «quiero» y la frase se cargará de energía positiva: «quiero trabajar». «Se hace así por pura lógica, «. Las expresiones de prepotencia del tipo «esto se hace así porque lo mando yo», «no te pago para que opines» o «tú no sabes lo que yo sé» bloquean la inteligencia grupal. Es importante que el líder reciba con buen talante todas las aportaciones, justificando por qué se desechan de forma humilde pero efectiva, para no entrar en debates huecos. «Aquí siempre hemos hecho las cosas así». En línea con lo anterior, este tipo de frases limita cualquier actitud de mejora y renovación en una empresa. Aunque se funcione con protocolos muy marcados para solventar diferentes situaciones comunes en el día a día de la empresa, debemos tener claro que cada empleado es diferente y debe contar con un margen de maniobra para poder apropiarse de ese modelo de actuación. «He oído que…». Una expresión que suele preceder a una acusación hacia una persona o el grupo, normalmente fundamentada en un rumor. El líder no debe actuar a golpe de rumorología, pero tampoco debe permitir que se extienda. Lo más efectivo es atajar los problemas de raíz y buscar a las personas y situaciones que generan el problema, para mantener una conversación privada en la que, primero, se utilice mucho la empatía para demostrar que se entiende el problema, y segundo, se actúe con la contundencia que aconseje su gravedad, pero siempre desvinculándolo del enfrentamiento personal. «En cuanto podamos vamos a…». Del mismo modo que «la semana que viene» o el comodín «un día de estos», ten claro que no comunicas ningún compromiso al equipo. Si tu gestión se mueve por objetivos, y si no también, es primordial que dates las obligaciones, y si ahora no se puede atender esa tarea, ponla fecha en uno o dos meses tomando nota en la agenda. «Es que no haces nada bien». O «que sea la última vez» o «no quiero volver a verte hasta que lo soluciones». Si todos aceptamos el error como humano, por qué empeñarse en profundizar en la herida de quien lo comete. Lo mejor es tranquilizarse, incluso pedirle que vuelva en unos minutos, para escuchar la situación, analizarla y buscar una solución o incluso exigirle a él alternativas. Aunque te resulte inadmisible, mientras forme parte de tu equipo abordar los errores desde una postura constructiva siempre es más efectivo, lo que no quita que en el plazo medio debas buscar otras soluciones. «Aquí mando yo». Acabamos con todo un clásico del jefe autoritario, aunque quizá deba valorar que si se ve obligado a pronunciar frases de este tipo muy probablemente sea porque no representa en los demás los valores que pretende: son las acciones las que construyen al líder, no los galones. Estos son solo algunos de los ejemplos que invitan a la reflexión sobre un modelo de lenguaje que, en mayor o menor medida, todos practicamos sin conseguir el efecto deseado, pero hay muchos más: ¿nos ayudas a completar el listado? 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