Tras finalizar 2020, muchas pequeñas y medianas empresas encaran el ejercicio actual con un horizonte de gran incertidumbre. Ante ellas se abren importantes desafíos que, según se enfrenten, pueden hacer que salgan reforzadas o no en el mercado. Entre ellos, se me ocurren los cuatro siguientes:
1. Búsqueda de nuevos clientes
El cierre al público de negocios no esenciales debido a la pandemia, ha sido especialmente duro para pymes cuya actividad gira en torno a la presencia física de sus clientes.
El problema es que más allá de los cierres puntuales, los hábitos de consumo de los clientes han cambiado y puede que de forma estructural. Consumidores que nunca habían comprado online han perdido el miedo, se han acostumbrado a esta forma de adquirir bienes y servicios, y lo más probable es que lo sigan haciendo en el futuro.
En este contexto, el comercio electrónico puede ser una alternativa para que muchas pymes amplíen su negocio y capten nuevos clientes.
Desde bares y restaurantes que hasta la fecha no se habían planteado servir sus productos a domicilio, hasta empresas que ofrecen servicios susceptibles de prestarse a través de Internet, como la formación o la consultoría, tienen ahora una oportunidad para crecer apostando por él.
Exportar es otra opción
Otra alternativa para ampliar la cartera de clientes la ofrece la exportación. En España la actividad internacional tradicionalmente se ha concentrado en las grandes empresas, mientras que a las pymes les ha costado mucho más salir al exterior. Ahora con el coronavirus, la exportación a nuevos mercados puede ser una oportunidad para ellas.
El miedo a no saber ni por dónde empezar es uno de los principales obstáculos que argumentan las pymes para no lanzarse al mercado exterior, el cual puede vencerse mediante asesoramiento especializado.
En este sentido, se pueden utilizar herramientas como el denominado “Autodiagnóstico para acceso a nuevos mercados”, que ofrece a través de su web la Dirección General de Industria y de la Pequeña y Mediana Empresa.
Permite, tras un sencillo registro basado en un nombre y una contraseña, que la empresa reciba un diagnóstico sobre su situación para iniciar la internacionalización.
La herramienta se basa en la cumplimentación de un cuestionario sobre las siguientes áreas claves: estrategia, liderazgo y organización, financiación, productos y procesos, marketing, innovación tecnológica y cooperación y alianzas.
2. Protección frente a los fraudes en Internet
Precisamente, el desembarco en el comercio electrónico de muchas compañías sin experiencia previa puede ser el caldo de cultivo perfecto para que los ciberdelincuentes actúen contra sus intereses. Malas prácticas que además se ven incrementadas con el aumento de negocio a través de la red desde que surgió la pandemia.
De forma especial, las pymes deben protegerse frente a la suplantación de identidad por correo electrónico (lo que en inglés se conoce como email spoofing). Por ejemplo, mediante esta práctica, alguien se hace pasar por un banco con el que trabaja la empresa para obtener sus datos bancarios.
En este sentido, es muy útil atender a los consejos que se realizan desde organismos oficiales como el Banco de España o el Instituto Nacional de Ciberseguridad.
3. Aumento de tamaño
Si la cooperación y las alianzas son una de las áreas clave del autodiagnóstico para el acceso a nuevos mercados que antes he mencionado, también sirven para introducir el tercer desafío que observo para las pymes en este 2021: el de ganar tamaño.
Las empresas españolas, que se caracterizan por ser muy pequeñas (el 94 por ciento de ellas no alcanzan los 10 trabajadores de media), pueden tener serias dificultades para continuar en el mercado, si no se plantean su unión con otras compañías.
Competir con garantías en este complejo escenario económico precisa de empresas que tengan un tamaño medio mayor.
Las alianzas, fusiones o compras pueden ser distintas opciones para lograrlo. No es este un reto sencillo, ya que conlleva hasta cambios culturales.
Por ello, no son pocos los empresarios españoles que prefieren actuar de forma independiente, aunque ello implique encarar unas mayores dificultades.
4. Gestionar el flujo de caja
Finalmente, en un entorno en el que los parones de la actividad desde la primavera pasada han supuesto un desequilibrio en los flujos de caja de muchas empresas, de los que todavía tratan de recuperarse, resultará fundamental seguir garantizando un nivel de liquidez adecuado para desarrollar la actividad.
Si bien la ampliación de los plazos de vencimiento y carencia de los préstamos avalados por el Instituto de Crédito Oficial (ICO), ha supuesto un balón de oxígeno para las empresas, habrá que seguir incidiendo en la reducción de costes y en el ajuste de activos y pasivos a corto plazo, para adecuar las corrientes de cobros y pagos en este ejercicio.
Será especialmente importante gestionar el cobro a clientes, tratando de evitar que las cifras de morosidad se disparen.