En poco más de diez años la mayoría de las personas trabajará por proyectos, sin depender estrictamente de un jefe, según diversos estudios. No es una proyección que amenace la supervivencia de estas figuras, sino más bien una perspectiva sobre la evolución de las formas de liderazgo.
Trabajar sin jefes podría percibirse como ese oro que no reluce, máxime teniendo en cuenta la necesidad de reportar y supervisar para gestionar personas en una organización. Sin embargo, muchos expertos coinciden al señalar que cada vez será más factible y conveniente empoderar a los trabajadores, proporcionándoles autonomía, iniciativa y capacidad de decisión.
Juan Carlos Cubeiro, presidente de About my Brain Europe, socio director de IDEO y consejero de Human Age Institute, sostiene que la de los “agentes libres” (o independientes, como se les llama en Iberoamérica) resulta una tendencia imparable. Y remarca que las nuevas generaciones, millennials y centennials, no quieren trabajar para jefes a la antigua usanza, “y mucho menos para tiranos”, apostilla.
Trabajar por proyectos
Trabajar por proyectos, no para jefes, será cada día más habitual. Es decir, hacerlo de manera autónoma y no por cuenta ajena. Pues bien, Miguel Sarrión, director asociado de Peoplematters, apunta que la autonomía del trabajador se construye sobre los procesos (indicadores para medir resultados, acceso a recursos), los estilos de liderazgo (supervisores o jefes empoderadores y no controladores) y la cultura de la organización.
Sin entrar en valoraciones políticas ni valorar rigideces o flexibilidades del mercado laboral, ya han empezado a romperse las brechas entre autónomos y asalariados. Aunque las diferencias son más que significativas en función de la actividad.
Sectores más proclives al trabajo por proyectos
En este sentido, sectores como el del marketing digital, el desarrollo web, la comunicación o, más en términos globales, todos los relacionados con la transformación digital serán más proclives a adoptar estas nuevas formas de trabajo.
Asimismo, Sarrión señala los servicios financieros y la consultoría –o los trabajadores del conocimiento en general-, aunque aclara que actualmente existe potencial en mayor o menor grado, y dependiendo de los puestos, para la práctica totalidad de los sectores.
Ventajas e inconvenientes
Más allá de la libertad de horarios o de la opción de gestionar el tiempo al antojo de uno mismo para conciliar mejor la vida personal y profesional, entre las principales ventajas para estos trabajadores Sarrión destaca sobre todo las relacionadas con la experiencia de trabajo, que puede ser mucho más plena y motivadora si la persona disfruta de amplia autonomía.
En cambio, advierte de los peligros de convertirse en inconveniente si la persona necesita dirección o si la autonomía tiene un efecto de aislamiento del resto del equipo (como podría ocurrir en los casos de trabajo en remoto mal gestionado).
Por su parte, Cubeiro afirma que la gran ventaja es la motivación y, por tanto, el compromiso. Y agrega que la desventaja aparente, que no es real, es la seguridad. “Hoy no tiene sentido ni el empleo de por vida ni la falsa seguridad laboral”, puntualiza.
Cambio de chip
Sea como fuere, actualmente más que nunca parece necesario cambiar el chip, ya que esta seguridad laboral empieza a depender no tanto del hecho de trabajar en empresas solventes desde el punto de vista financiero como de las capacidades y habilidades que tengan estos trabajadores en términos de empleabilidad.
Ya dijimos en su día que las compañías contratarán cada vez más tareas que personas, y que los sueldos estarán más condicionados por los resultados obtenidos que por las horas trabajadas, en un artículo que recogía un decálogo para mejorar la empleabilidad. En él resaltábamos, entre otros, consejos como poner en valor las competencias soft y equilibrarlas con las hard, o aprender a desaprender y reaprender.
Y en otro, más reciente, hablábamos del empleado perfecto, analizando la formación y las cualidades que demandan las empresas.
Capacidades y habilidades
Ahora requerimos un cambio de mentalidad, correcto. Pero, ¿cuáles son las habilidades más necesarias para los trabajadores que no dependerán de un jefe?
Mientras que el director asociado de Peoplematters subraya las capacidades de autogestión, proactividad e iniciativa y la gestión del tiempo -además de las específicas para desarrollar el rol de forma autónoma-; Cubeiro piensa que la habilidad más importante es la colaboración, para que el talento sume, agregando la importancia de orientarse al cliente, tener seguridad en uno mismo, empatía, serenidad… En resumidas cuentas, mostrar una actitud productiva.
Sueldos y retribuciones
Finalmente, al comparar los salarios y retribuciones entre este tipo de empleados y los trabajadores por cuenta ajena, Sarrión opina que la capacidad de desempeñar el rol sin necesidad de supervisión es un factor compensable, es decir, un elemento del valor del puesto. Sin embargo, concluye que existen muchos otros factores que pueden afectar a la compensación de un determinado puesto, por lo que no se recomienda generalizar.
Así pues, no es que los jefes se encuentren en peligro de extinción, sino que las empresas requieren un nuevo estilo de liderazgo que aboca a los trabajadores a colaborar con estos líderes: personas con autoridad moral que influyan positivamente. Sobre todo después de una pandemia que ha hecho que “los jefes tóxicos debiliten el sistema inmune de los empleados”, tal y como sentencia Cubeiro.