Es una realidad y, lo que es peor, un problema acuciante que resolver. En España el talento escasea en prácticamente cualquier sector de actividad. Diariamente, podemos encontrar titulares que alertan sobre la falta de profesionales, por ejemplo, en la hostelería, uno de los sectores más importantes para nuestro país. Concretamente y con el verano a la vuelta de la esquina, un informe de Eurofirms Group apunta que en nuestro país faltan 50.000 camareros.
El ejemplo de la hostelería, como señalamos, es prácticamente extrapolable a la mayor parte de las áreas profesionales de nuestra economía, curiosamente marcada por una elevada tasa de desempleo, que afecta a 3 millones de personas.
Parados que -y ese es el quid de la cuestión- no logran encajar con las vacantes laborales que existen, muchas, según Adecco. La compañía especialista en recursos humanos calcula que la cantidad de puestos que se quedan sin cubrir en España se eleva al 9 % y que ocho de cada diez empresas (el 80 %) reconocen tener dificultades para encontrar a los trabajadores que buscan.
Problemas para encontrar trabajadores cualificados
Este porcentaje se habría disparado más de 30 puntos en los últimos cinco años y hay un terreno en el que es especialmente grave: el de las pymes.
Así lo ponían de manifiesto la Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa (Cepyme) y Randstad, en un informe que refleja que la mayoría de las vacantes (el 70 %) se encuentra en pymes y en empresas de menos de 200 trabajadores.
También importa el sector, los menos atractivos para los jóvenes (como industria, construcción, servicios o agricultura) sufren esta escasez. El propio ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, hace apenas unas semanas señalaba que se necesitan “con urgencia entre 100.000 y 150.000 trabajadores”.
Y es que, según los datos de Cepyme y Randstad, del 91 % de las compañías que han buscado candidatos en los últimos doce meses, más de la mitad (55 %) han tenido dificultades para encontrar nuevos trabajadores, especialmente, entre los empleos cualificados (53,3 %) y los altamente cualificados (52,8 %). La falta de mano de obra es un problema cada vez más acuciante en algunos sectores y zonas del país.
El sector TI, también en búsqueda
Si hay algo que la pandemia ha acelerado es la digitalización de nuestra economía y, con ella, la necesidad de perfiles profesionales en el ámbito de las nuevas tecnologías. La urgencia por encontrar especialistas en big data, cloud computing o ciberseguridad es una evidencia. Y, aunque el sector TI ha sido de los menos afectados por la crisis económica derivada de la pandemia, este tampoco escapa a la dificultad de encontrar los profesionales requeridos.
Así, por ejemplo, el IV estudio de Empleabilidad y Talento Digital 2021, elaborado por la Fundación VASS y la Universidad Autónoma de Madrid, advierte de la escasez de talento especializado, con solo 8.147 egresados universitarios en disciplinas informáticas para más de 14.000 empresas con procesos de contratación abiertos en estas especialidades.
Esa “revolución tecnológica” que vive nuestra sociedad “ha provocado un aumento repentino de profesiones que antes no tenían tanta relevancia y que ahora han pasado a ser absolutamente críticas y para las que no tenemos suficiente cualificación”, explica Jorge Calviño, director global de Recursos Humanos en Allfunds Bank y vicepresidente de la AEDRH.
A raíz de la pandemia, los profesionales se han tenido que “digitalizar a la fuerza de la noche a la mañana”. Las compañías se han encontrado en apenas unos meses ante la inminente necesidad de contar en sus plantillas con profesionales con habilidades digitales y tecnológicas, mientras los órganos educativos siguen sin estar preparados para ello.
La formación no se adapta a la demanda laboral
«La gente no sale con una formación adecuada a las necesidades que tienen las empresas», advierte Calviño. De hecho, cree que esta disparidad entre demanda y oferta se va a agravar en los próximos años. En su opinión, “la población va a seguir reduciéndose y algunos países van a sufrir mucho más que nosotros, por ejemplo, en aquellos donde hay tasas cercanas al pleno empleo. En estos casos, se dará una hiperinflación de los salarios, porque las empresas se van a quitar empleados unas a otras y el país será cada vez un poco menos competitivo”, advierte.
Desde Cepyme, en la misma línea, se denuncia que la falta de trabajadores supone una pérdida de productividad y podría llevar a muchas empresas al cierre, entre otras cosas por la falta de relevo generacional. Entienden que esto podría comprometer el futuro de la economía y suponer una posible destrucción del tejido productivo español en las zonas despobladas.
Según la última encuesta del Banco de España, una de cada cuatro empresas percibe que esta tesitura está afectando negativamente a su actividad. En la hostelería, la información y las comunicaciones, y el transporte, esa proporción ronda el 30%, aunque la peor parte se la lleva la construcción, donde se sitúa cerca del 40%.
La gran renuncia
Estamos ante una brecha entre lo que requieren las empresas y lo que quieren los profesionales, que está provocando lo que ya se conoce como la Gran Renuncia.
Como explican en un estudio los expertos en talento y recursos humanos Antonio Nuñez, Elena Rodríguez y José Ramón Pin Arboledas, “la Gran Renuncia es un concepto que se ha popularizado especialmente en los últimos dos años. Parte de una realidad que está afectando a numerosas empresas, principalmente del mundo anglosajón, y que consiste en la dimisión de trabajadores de forma masiva. Las motivaciones de este abandono son diversas y parten desde el deseo por emprender proyectos personales, la necesidad de encontrar más tiempo para disfrutar con la familia, la marcha hacia otros trabajos mejor remunerados o menos exigentes o el hartazgo y desazón ante trabajos que no completan el propósito vital de los empleados”.
Aunque aún lejos de las proporciones que este fenómeno tiene en países como Estados Unidos, por ejemplo, el fenómeno de la Gran Renuncia ha llegado ya a España. El año pasado, según las estadísticas de afiliación a la Seguridad Social, más de 30.000 personas decidieron renunciar a su empleo de manera voluntaria. Según estos mismos datos, la cifra mensual de renuncias voluntarias fue aumentando consistentemente a lo largo de todo el año hasta pasar de unas 2.000 cada mes en enero a más de 3.000 al final del ejercicio.
Es, sin duda, otro obstáculo más en la búsqueda del profesional y que comienza a hacer que sea tan necesario como urgente un cambio en la estrategia de cualquier empresa por atraer trabajadores.
El talento no busca estabilidad laboral
“El talento ya no prioriza desarrollar una larga trayectoria en una sola compañía, sino abrirse a múltiples experiencias. El desafío de las organizaciones es que ya no es suficiente ofrecer un lugar a donde ir, sino un lugar donde ser” señala Aurea Benito, Corporate People Director en ISDIN y vicepresidenta segunda de la Asociación Española de Directores de Recursos Humanos (AEDRH).
Posicionar de verdad al empleado en el centro, políticas de conciliación y flexibilidad, cultura corporativa… Ya no basta con ofrecer un buen salario, que debería ser la norma. El futuro pasa por la motivación, por hacer sentir al profesional parte de un propósito.
“El informe apunta a la necesidad creciente de establecer estrategias que vinculen a los empleados con la empresa en términos de propósito vital y de un ideario que conjugue la visión de los empleados y de la compañía. En este sentido, hacer partícipe de los designios de la compañía a los trabajadores parece ser una de las estrategias más exitosas”, afirma Antonio Núñez, senior partner de Parangon Partners y uno de los autores del estudio sobre la Gran Renuncia.
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