“No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”. Sí, prácticamente a todos nos suena este refrán popular y nos parece que encierra una obviedad. Sin embargo, son muchos los que hacen caso omiso a este consejo.
Son los procrastinadores o, como podríamos bautizarlos, los amigos del “después”.
La procrastinación, un “mal” común en nuestros días, es el hábito de retrasar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras más irrelevantes o agradables por miedo a afrontar las primeras.
Este hábito lo sufre un 20 por ciento de la población mundial, según un estudio realizado por Joseph Ferrari, doctor en Psicología en la Universidad De Paul, de Chicago.
“El mes que viene empiezo la dieta”, “a ver si me apunto al gimnasio mañana”, “en breve dejo de fumar”… Son solo algunas de las frases más comunes a la hora de procrastinar, una práctica que aún se vuelve más presente en estos días de cuarentena.
Procrastinamos más cuanto más tiempo tenemos
“Ya si eso, lo hago luego, total, tengo tiempo”. El confinamiento que vivimos estos días por el estado de alerta generado por la crisis del COVID-19 ha hecho que millones de personas se encuentren, de la noche a la mañana, encerrados en su hogar, aprendiendo a lidiar con el aislamiento social y a gestionar las horas del día que, de repente, parecen eternas al discurrir entre cuatro paredes.
Esa sensación de que “hay tiempo de sobra”, que podemos sentir durante la cuarentena, hace que la procrastinación sea un fácil compañero de viaje. Es un enemigo que debemos combatir para poder seguir adelante con la mayor normalidad posible durante estos días, si además tenemos que teletrabajar.
“Es posible que desde que estamos en el confinamiento tengamos una sensación mayor de procrastinación, que además va aumentando a lo largo de los días. Esto se puede deber a varios motivos», explica Ana Gallego López, pedagoga y cofundadora de Plumaria, compañía especializada en inteligencia emocional y coaching.
“Por un lado, al disponer de más tiempo, sentimos más sensación de desaprovechamiento del mismo. Gran parte de ese tiempo se aglutina además delante de una pantalla y, aunque cambiemos de tareas, al no movernos de lugar, la sensación de pesadez aumenta y nos resulta más agotador».
Y es que, pese a que dispongamos de horas libres que en nuestra vida cotidiana no tenemos, para poder formarnos, hacer deporte, cocinar, leer o ver series, la realidad es que el procrastinador no encuentra ninguna motivación que le mueva a hacer alguno de esos planes.
Falta de motivación
“La motivación está muy relacionada con la procrastinación. Al principio del confinamiento, estábamos muy motivados porque teníamos más tiempo para hacer nuevas tareas. Esta motivación nos hace que tengamos altas expectativas que luego resulta difícil cumplir. Cuando la motivación baja (porque siempre baja), la procrastinación llega a ocupar ese espacio vacío”, advierte Ana Gallego.
Y así, poco a poco, las tareas reales, las que no debemos dejar para luego, se van acumulando en cuarentena, si no tenemos cuidado.
Afortunadamente, son muchos los trucos para convivir mejor con el teletrabajo. Pero, ¿y si eres de los que además procrastinan?
Herramientas para no procrastinar
La buena noticia es que existen algunas herramientas para luchar contra la procrastinación, como indica la experta en inteligencia artificial, Ana Gallego:
- Seleccionar bien nuestras tareas y retos durante el confinamiento. En este sentido, elegir concienzudamente nuestras prioridades y apuntar qué tareas salen de cada una de ellas. Si puedes, déjalas en un lugar visible.
- Estructurarlas en el día: busca un espacio temporal para cada cosa. No olvides dejar tiempo para el ocio y el descanso.
- Ten paciencia. No te machaques, cuídate emocionalmente.
- Inspírate en personas que te impulsen a conseguir los propósitos elegidos, desde amigos a personajes conocidos que supongan una motivación para ti.
- Acuérdate de disfrutar: busca la manera de disfrutar haciendo esas tareas propuestas. Por ejemplo, pon música, busca compañía o lo que necesites para hacer ese momento agradable.
¿Pero podemos aprender a dejar de procrastinar? “Sí, porque la procrastinación es selectiva. Es decir, hay cosas que el procrastinador no deja para después, como puede ser dormir, comer, etc. Son necesidades más básicas, pero que sí realiza, con lo cual, con técnicas como las comentadas y esfuerzo, podría aprender a dejar de procrastinar”, explica la cofundadora de Plumaria.
Así que, manos a la obra, tal vez podamos convertir este periodo de cuarentena en una excelente ocasión para dejar de decir siempre y con alegría aquello de “si eso, luego”.
Eso sí, sin martirizarnos y disfrutando, como señala la experta. También es bueno aburrirse, pensar, darnos tiempos “muertos” y no sentirnos culpables por todo ello.
Mañana será otro día, por supuesto, y seguro que mejor que los que nos ha tocado vivir ahora, pero haz algo para que en ese mañana tú también seas protagonista y no solo espectador.