Ha pasado justo un año desde que Facebook decidió cambiar el nombre de su matriz por Meta, en medio de una grave crisis de reputación provocada, entre otros escándalos, por presuntas prácticas monopolísticas.
Controversias, en suma, que desataron un debate en torno al impacto de la transformación tecnológica en nuestros derechos y libertades. Y que dieron lugar a un aluvión de preguntas relacionadas, por ejemplo, con los “dueños” de la información que generamos en Internet: ¿A quién pertenece? ¿A quienes la creamos? ¿A las empresas?
Ya en febrero de 2020, la Comisión Europea (CE) impulsó una batería de medidas englobadas en la Estrategia Digital Europea, que determina el camino a seguir para acometer una reforma de la economía digital y de las tecnologías de la información en la Unión Europea.
Y el pasado 4 de octubre, el Consejo de la UE validó definitivamente la ley que regulará a las grandes plataformas digitales y que condicionará el modus operandi de gigantes tecnológicos como Google, Amazon, Meta o Apple.
El nuevo reglamento se publicará en el Diario Oficial de la UE hoy mismo, aunque su contenido no será aplicable hasta 15 meses después, por lo que las compañías tienen margen de tiempo para adaptarse a la ley.
Claves de la DMA y la DSA
La Ley de Servicios Digitales (Digital Services Act o DSA) pretende enterrar la publicación de contenidos ilegales, responsabilizando a las plataformas de sus algoritmos y estableciendo directrices también para las redes sociales y los marketplaces.
Pues bien, en torno a esta ley y a la de Mercados Digitales (Digital Markets Act o DMA), Alberto Valentín, consultor y analista de políticas públicas de Kreab, ha escrito un amplio artículo en la última edición de la revista Telos, de Fundación Telefónica, donde el experto ha detallado las luces y sombras de una nueva e insólita regulación digital para la UE, con la que el Viejo Continente pasa a ser la primera jurisdicción del mundo en implantarla.
Una norma novedosa, sin precedentes, que constituye una seria apuesta de las instituciones comunitarias y refuerza el mercado común, en la medida en que se crea un marco jurídico para los servicios digitales que afecta a 450 millones de consumidores.
Mismas normas digitales para todos
“Hoy podemos decir que Europa será el primer mercado digital del mundo libre, con normas claras y predecibles para todos” escribe Valentín, quien sostiene que aunque a veces tengamos la sensación equivocada, no siempre vamos a rebufo de Estados Unidos, ni siquiera en materia tecnológica o digital.
“El rol de la CE ha sido clave para sacar adelante esta normativa, sabiendo que las instituciones comunitarias no siempre van tan rápidas, porque requieren consensos de muchos agentes”, puntualiza.
Seguridad y protección de los derechos de los usuarios
En resumidas cuentas, la Ley de Servicios Digitales y la Ley de Mercados Digitales ponen el acento en la seguridad y protección de los derechos de los usuarios, estableciendo unas condiciones justas y equitativas para todas las compañías e incrementando la competitividad en el mercado único europeo.
Yendo al grano, del Reglamento de la DSA Valentín destaca la eliminación rápida de contenidos ilegales, el refuerzo del control del comercio online y la vigilancia más estricta sobre la publicidad. Por su parte, con la DMA la UE ha querido garantizar unas mismas normas para todos.
En contra de lo que muchos sostienen, regular el mercado y los servicios digitales no es poner puertas al campo. La CE consideraba que el mundo online no se encontraba regulado y que la transformación digital estaba siendo liderada por empresas de fuera del club comunitario, como demuestra la eclosión y extensión masiva del uso de plataformas tecnológicas, en su mayoría, provenientes de EE.UU.
Mayor transparencia
No solo es que el reglamento de la DSA conmina a las redes sociales y otras plataformas online a ser más transparentes o dar todo tipo de explicaciones sobre los métodos que siguen para sugerir contenidos, sino que las obliga a garantizar la seguridad de los usuarios.
De hecho, tal y como expone Valentín en su artículo, “no se podrá dirigir la publicidad basándose en los datos personales de los menores o utilizando datos sensibles, como la orientación sexual, religión o etnia, y tampoco se permitirá que las plataformas utilicen la interfaz para influir en el comportamiento de los usuarios, lo que se conoce como patrones oscuros”.
Implicaciones para las empresas
De ahí la cantidad de implicaciones, a todos los niveles, que tendrá la nueva regulación para las empresas digitales.
“El mundo online estaba por regular. A partir de ahora se exigirá transparencia, mayor nivel de colaboración con la Unión Europea y más implicación con la protección al usuario. Con estos reglamentos la Comisión Europea primero, y después el Consejo y el Parlamento Europeo han querido normalizar que lo que es ilegal en el mundo offline también lo sea en el online”, remarca el consultor.
Poner la tecnología al servicio de las personas
Javier Rodríguez Zapatero, uno de los mayores expertos españoles en el mundo digital, aseguraba hace tiempo en estas mismas páginas que “hay que usar la tecnología para mejorar el mundo” y que “no da miedo, puede ser amiga”.
Con esta nueva regulación, la CE se ha marcado como principal objetivo trabajar para poner la tecnología al servicio de las personas, impulsar una economía más justa, con las mismas reglas para todos los operadores; y mantener una sociedad abierta, democrática y sostenible en el territorio comunitario.
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