¿Qué sucede cuando dos emprendedores no encuentran el servicio que necesita su proyecto para crecer? Que nace una empresa. Este es en esencia el germen de Greenfield Technologies, un nuevo operador de agricultura de precisión que ya mejora la eficiencia de algunos de los cultivos más tech del mundo, ya sean en California o en España y Turquía. Una empresa con gran ambición, tecnología propia, y una historia por escribir.
Y los primeros hitos de su hoja de ruta son ciertamente prometedores. Uno de los más llamativos es ofrecer sus servicios a los campos de tomates californianos de Heinz, y es que en el germen de su mundialmente conocida salsa de kétchup está la tecnología de esta pequeña empresa extremeña.
“Cada día surgen ideas para seguir mejorando, y cada mejora nos acerca más a nuestros clientes, porque están pensadas por agricultores y para agricultores”. Unos profesionales del campo que no importa dónde se ubiquen, según explica Miguel Córdoba, CEO de Greenfield Technologies, que desde Badajoz ya opera en Estados Unidos, Italia, Egipto, Nigeria o Argelia, y por supuesto en España y Portugal.
Facilitar la toma decisiones al agricultor
“Nuestro trabajo consiste en suministrar al agricultor información objetiva y cuantificada, para facilitar la toma de decisiones”. Una información que dos de sus socios fundadores –Antón Córdoba y Agustín Murillo– necesitaban para sus cultivos… sin que nadie la satisficiera.
Tenían unos campos muy tecnificados, pero querían dar un nuevo paso y, al no encontrar soluciones, en 2010 empezaron a colaborar con centros agrarios públicos de investigación. Tras unos años de colaboración con el CSIC y su homólogo extremeño Cicytex, en 2014 comprobaron que los avances justificaban un proyecto empresarial, al que también se subía el hasta entonces investigador Rafael Fortes.
¿Necesitan la misma cantidad de agua todas las áreas de la plantación, y con el mismo modelo de riego?, ¿qué día es mejor plantar y con qué densidad de plantas?, ¿por qué parte me conviene empezar a recolectar? Hoy Greenfield Technologies da respuesta a estas y otras muchas preguntas, que convierten al agricultor en más eficiente en un mercado de márgenes comerciales cada vez más estrechos, y es más, siempre dispuesto a dar una nueva vuelta de tuerca.
El agricultor se está poniendo las pilas, porque sabe que el que no utilice la tecnología no va a sobrevivir.
“Y si nuestro servicio no ofrece un retorno de la inversión (ROI) muy positivo, no le sirve. Por eso nos esforzamos en ser los mejores, por ejemplo, incrementando hasta en un 24% la producción de un campo de tomates”.
Y tras el ejemplo, Córdoba aclara que sus servicios se adaptan a los costes de cada tipo de cultivo: “No es lo mismo diseñar un servicio para tomates con coste de unos 7.000€ por hectárea que para los 600€ de uno de cereal de secano. Pero en ambos casos el valor añadido y la rentabilidad que ofrecemos debe justificar la contratación de nuestros servicios”.
Qué es la agricultura de precisión
En un momento en que los drones, los sensores, el big data, los modelos predictivos y el Internet de las cosas (IoT) revolucionan para siempre la forma de hacer agricultura, a Greenfield no le es suficiente con desarrollar y utilizar todas estas tecnologías y algunas más.
“Nuestra gran diferencia, lo que está propiciando que nos llamen de los mercados más exigentes, es que mientras otros solo generan información, nosotros la analizamos con un técnico”. Y esta capa de conocimiento humano es la que marca la diferencia: “No nos limitamos a enviar un informe, con cada envío tratamos de tener un nuevo contacto con el agricultor”.
Es esta vocación de alta tecnología con prestaciones humanizadas la que se convierte en el gran reto de la empresa ahora que inicia su fase definitiva de crecimiento.
Y con este doble objetivo de crecer sin perder su esencia entró en 2018 Miguel Córdoba, que al perfil de técnicos agrónomos que domina la actual plantilla de catorce personas aporta su experiencia en internacionalización de empresas y comercio internacional.
La compañía espera superar el medio millón de euros de facturación este 2019, y para ello cuenta con una cartera de servicios que sobre todo pivota en dos grandes áreas: mapas de suelos y seguimiento de cultivos.
Para qué sirve el mapeado de suelo
Cualquier finca tiene zonas de suelo muy distintos, que requieren tratamientos muy diferentes a la hora del riego o la siembra. La idea es pasar de un tratamiento uniforme o intuitivo a otro específico para cada terreno. Para ello, se realiza una zonificación partiendo de la medición de la resistencia del suelo al paso de los impulsos eléctricos de un georradar.
Como resultado se puede diseñar el sistema de riego más eficiente, siempre sectorializado en función de la capacidad de retención y velocidad de infiltración de cada zona.
A la hora de la siembra también se obtienen ventajas en términos de productividad, ya que se puede plantar una mayor densidad de plantas en las zonas más ricas y menos en las más pobres, obteniendo además un fruto más homogéneo. Esta zonificación también mejora el rendimiento de la fertilización.
Cultivos monitorizados
Los servicios de acompañamiento de cultivos son la otra gran área de trabajo de Greenfield Technologies. En palabras de Córdoba, “mostramos al agricultor cómo está su cultivo en comparación con dos parámetros: con otras zonas de su misma finca, lo que permite evaluar y corregir a tiempo, y con patrones estadísticos que gracias a nuestra experiencia tenemos en cultivos como el tomate de industria, el olivar, frutal de hueso, cítricos, cereales, maíz, girasol o alfalfa”.
Las imágenes de satélite pero sobre todo de drones (por su mayor definición en cada pixel) sirven de base de información para estos análisis que se completan con otras mediciones, como la temperatura de la cubierta vegetal o el índice de área foliar.
Aprovechar las oportunidades que ofrece la tecnología
Pero como se ha explicado, Greenfield quiere sumar a las típicas herramientas de la agricultura de precisión la experiencia humana. Para ello teje una red de colaboradores que pueda dar ese servicio personalizado, con independencia del país o continente donde se encuentre el cultivo.
“La tecnología ofrece muchas oportunidades, pero la clave es conocer qué es lo que aporta realmente valor al agricultor, y eso lo sabemos cuando pisamos el terreno”, concluye Miguel Córdoba.