A menudo escuchamos que no hay oportunidades en las industrias maduras. Que según las matrices típicas del ciclo de vida de los productos, hay que huir de aquellos sectores o actividades económicas que están en el proceso final de madurez y camino del declive porque las ventas se ralentizan, los costes se disparan y los competidores ofrecen otros servicios de mayor calidad o más baratos. Una de estas industrias es, sin duda, el periodismo profesional, que se enfrenta a su mayor crisis desde 1850.
Si todos los condicionantes externos son negativos, entonces, ¿por qué cuatro personas se lanzan a crear una pyme para la edición de contenidos periodísticos en septiembre de 2009? Mar Abad, socia fundadora y redactora jefa de Yorokobu, lo tiene claro: «Siempre hay oportunidades. En el mercado editorial no existía la revista que yo quería leer, una revista que hablara de innovación, de creatividad, de proyectos y de emprendedores. Esa es la revista que hacemos«.
«»Piensa en aquello que te gusta y hazlo».
En efecto, cuando uno hojea la revista, descubre enseguida un estilo cuidado, textos de calidad, un trabajo fino y, sobre todo, algo diferente. Mar lo explica muy bien: «los diarios se copian los unos a los otros. Nosotros ofrecemos otras historias, historias inéditas e inspiradoras. Buscamos las buenas ideas y no necesariamente las más populares«.
En realidad, sería un caso de manual para ilustrar la estrategia innovadora del océano azul. Son los espacios no saturados del mercado: hay numerosas publicaciones periodísticas, pero ninguna que aúne periodismo de alta calidad, diseño excelente y un público lector claramente definido. Por eso son innovadores.
Se trata de una historia de éxito muy interesante y que muestra a los emprendedores un camino que pueden seguir. Empezaron escribiendo, como tarjeta de presentación, un blog de tendencias, marketing, publicidad y diseño. Esa es la primera lección: las tecnologías, sobre todo los gestores de contenidos y las redes sociales, simplifican los procesos de la puesta en marcha de una idea. «Todos menos la burocracia y el papeleo para montar la empresa», ironiza Mar. Cuando se tiene una idea, hay que mostrarla y compartirla. El blog es un buen punto de partida porque es flexible, de fácil lectura y permite la rápida identificación de los autores del proyecto.
En efecto, en menos de dos meses contaban con una identidad fuerte y reconocible. No todo es sencillo: «por supuesto nos costó convencer a los anunciantes y hacerles ver que éramos un producto diferente. Con la mengua en los presupuestos, hay que demostrar desde el primer día que estás a la altura». Dos años después, el proyecto ya es rentable.
El blog refuerza tu identidad corporativa y puede demostrar el alcance de tus ideas. Además, como explica Mar, «no somos solo un medio. Escuchamos lo que pide el público y creamos comunidad». La estrategia pasa también por apoyar la publicación con las redes sociales y con la marca personal de cada colaborador. Muchos firman los textos con su usuario de Twitter y se preocupan de mover sus propios textos.
Con estos cimientos crearon la revista, cuyo primer número salió en noviembre de 2009. Por el nombre le han preguntado decenas de veces: «Nos fuimos hasta Japón para traernos una palabra que significa «estar feliz». Queremos poner el foco en las cosas positivas. Que nos inspire».
Al principio comenzaron con una tirada mensual de 4.000 ejemplares, una cifra considerable en un mercado maduro y competitivo como las revistas. Dos años después, y con las cifras auditadas por la OJD, ya alcanzan las 30.000 copias. Están en toda España y en los aviones de Vueling. Es la segunda lección: hay que buscar nuevas fórmulas, lo que incluye buscar socios diferentes y extender tu actividad a otras líneas de negocio. Yorokobu es una revista, pero también es la razón por la cual empresas como BBVA, Riu Hoteles, la cervecera Moritz o Turespaña se han interesado por sus propuestas creativas. Ahora hace también contenidos para marcas, carteles publicitarios, información para blogs corporativos, campañas de publicidad integrada y proyectos de comunicación visual.
La innovación consiste en diversificar desde el comienzo y no esperar a que las cosas vayan bien. «Desde el inicio hemos estado abiertos a nuevos proyectos, aunque no estuvieran directamente relacionados con nuestra actividad principal«, explica Mar. Yorokobu es la referencia, pero también producen contenidos para terceros.
La tercera idea es la más compleja: Yorokobu es una empresa red. Son ocho empleados en plantilla y una extensa red de colaboradores. «Contamos con un equipo de entre 40 y 50 colaboradores, periodistas, ilustradores, fotógrafos y diseñadores. Cada número es único«. La flexibilidad se lleva al extremo. Cuentan con una oficina que, como las empresas legendarias, era un antiguo garaje. «La oficina no es el único espacio de trabajo. Quedamos en bares o en casa de uno u otro, porque creemos en la libre disposición del tiempo, en la orientación al resultado y en la conciliación familiar».
Con este modelo de organización también reducen costes fijos y eliminan problemas de espacio. La lección consiste en que no podemos empezar por una oficina, sino por una buena idea. Los costes y la inversión tienen que dedicarse al corazón del negocio, sobre todo al principio. El resto vendrá después.
En síntesis, todos los mercados nos pueden parecer saturados, pero hay que intentarlo. Mar Abad solo se atreve a darnos un consejo: «piensa en aquello que te gusta y hazlo». Hay que animarse y, por eso mismo, publican numerosas historias positivas, inspiradoras y generadoras de oportunidades. ¡A inspirarse!
Foto @ValldeRuten , distribuida con licencia Creative Commons CC BY-ND 2.0