El mundo post-covid se estabiliza. O algo parecido, porque las sucesivas oleadas nos revelan que las entradas y salidas de la crisis sanitaria conforman eso que hemos venido en llamar “nueva normalidad”. En el recorrido que planteamos sobre los negocios, la actividad económica e industrial, parece fundamental examinar cómo se desplazan las mercancías y cómo las lógicas de almacenamiento y stock se han visto afectadas.
Y eso que desconocemos los efectos de la tensión geopolítica entre las grandes potencias. No descartemos un cierre de fronteras, nuevas barreras arancelarias o problemas en la aduana. Vienen años complicados para las grandes en los sectores económicos sobreexpuestos a la dependencia externa. Parece probable que se refuerce el comercio intraeuropeo, pero a costa de los bienes y servicios británicos o chinos. ¡Cuánta incertidumbre!
Pero pasemos a la práctica. Durante los años de despegue del comercio electrónico estas tres áreas se convirtieron en secundarias, susceptibles de subcontratación. Hoy este planteamiento es inadecuado, ya que no hay negocio sin continuidad en el servicio y la provisión de mercancías.
Tres áreas estratégicas
En un texto reciente, ya anticipamos que el stock se ha reducido para atender a las nuevas demandas y hábitos de los clientes. Por este motivo, de repente, los transportes, la logística y las cadenas de suministros se han tornado elementos estratégicos de primer nivel, sobre todo en los productos cuya distribución en tiempo es crítica. Veamos las tres funciones.
1. Transportes
Este sector de actividad es uno de los grandes actores de la pandemia. Los cierres de la hostelería o las oficinas han provocado transferencias de consumo y distribución del mundo laboral (oficina/industrias) al privado (hogar), con un incremento de alrededor del 115% acumulado.
No solo se transportan paquetes particulares fruto de la venta digital, sino también de la relación directa entre fabricantes y proveedores. El aspecto medioambiental está sobre la mesa con un creciente activismo por parte de los consumidores, que reclaman medidas concretas para mitigar el cambio climático.
La revolución pendiente es la incorporación de flotas de vehículos híbridos, sobre todo para los entornos urbanos. Con las limitaciones al diésel, o los camiones integran otros combustibles o tendrán problemas de acceso. La solución incorporará con toda seguridad las entregas por parte de empresas proveedoras de servicios en motocicleta o bicicleta, más ágiles para el envío y la entrega en centros urbanos.
2. Logística
Durante los quince meses de pandemia, se ha disparado la facturación de los servicios, sobre todo por la vía de la expansión de los negocios digitales.
La entrega inmediata y en condiciones de seguridad e higiene se han convertido en elementos distintivos para la adquisición de bienes y servicios.
Los confinamientos perimetrales dificultan la movilidad, lo que anima a buscar tiendas que planifiquen la entrega con celeridad. La transformación de los hábitos de consumo afecta a sectores específicos, como la alimentación. Las exportaciones españolas alcanzan los 14.000 millones de euros, cifra que puede crecer de forma notable si la industria agroalimentaria conecta con un sistema de transportes ágil y eficiente.
En el corto plazo, el transporte de bienes y servicios sanitarios es un sector en auge. La legislación requiere trazabilidad y seguridad por encima de los estándares actuales, lo que anticipa una fuerte inversión para atender la provisión de vacunas. No será un negocio menor ni puntual.
Dos ejes de transformación
Así, planteo dos ejes de transformación. Se multiplicarán los espacios de almacenamiento dentro de las propias ciudades, no en centros alejados de los núcleos urbanos. Los terrenos industriales podrían reorientarse hacia las actividades de distribución con consecuencias positivas en la reactivación económica.
El segundo eje es la verticalización de la actividad, que vuelve a ser fundamental en la planificación y ejecución de los proyectos emprendedores. La ventaja competitiva puede radicar, precisamente, en la distribución continuada que asegure el flujo, cuente con los requisitos de calidad propios de la seguridad e higiene y reduzca los tiempos de compra-entrega.
3. Cadena global de suministros
Las tensiones políticas tienen consecuencias económicas concretas en sectores y actividades industriales sometidas al rigor y las restricciones. La industria sanitaria, la farmacéutica o la alimentación se consideran estratégicas y reciben una protección adicional.
Se anticipan dos tendencias que hay que considerar. Los pequeños negocios tienen que localizar proveedores cercanos, no solo en términos geográficos, sino también en sintonía comercial. Llevarse bien con los vecinos debe ser un factor relevante en la selección de estos servicios. Reducir kilómetros en la entrega es reducir riesgos.
La segunda es la regionalización de las cadenas de suministro, con un crecimiento regular de los mercados comunitarios o del Norte de África, cuyos intereses convergen en España. Es buena noticia para los intereses económicos españoles, que podrían observar la creación de polos industriales para la media distancia europea y de la región mediterránea.
Apunto una reflexión final. Los cambios económicos e industriales pueden entenderse desde la lógica de los big data y las hojas de cálculo. Sin embargo, el emprendedor tiene que dotar sus negocios del valor complementario que procede de otras habilidades sociales como es la comprensión global del mundo en que ahora vivimos.
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