Cuando Ray Kroc entró en aquel restaurante californiano de la Ruta 66, supo que el largo viaje había merecido la pena. Su olfato de gran empresario se había aguzado semanas antes cuando, desde todavía un desconocido negocio, le había llegado un pedido que multiplicaba por ocho la cantidad habitual de cualquier otra entrega. Sorprendido, había decidido acercar personalmente las máquinas de batidos solicitadas, y ahora sabía que ese negocio debía ser suyo.
La limpieza del local, pero sobre todo el sistema con que los hermanos Dic y Mac McDonald habían organizado la elaboración y el servicio de entrega de comandas había convertido su local en la hamburguesería de moda de todo el Estado. Perdido como estaba su negocio en un modesto aeródromo, hasta sus puertas se desplazaban decenas de centenares de clientes cada día.
Ray Kroc no tardó ni unos minutos en poner en escena sus mejores habilidades de negociador, y poco después ese restaurante ya era suyo. Corría el año 1955 y cuando en 1984 los obituarios de todo el mundo recogieron su defunción, muchos titularon con un escueto: “Ha muerto el rey de la hamburguesa”.
Lo cierto es que decía adiós uno de los empresarios más influyentes del pasado siglo, que dejó en legado una empresa que hoy vende 22.744 millones de euros y emplea a 400.000 personas en sus 29.000 restaurantes. Pero que McDonald’s se haya convertido en uno de los iconos globales del capitalismo tiene mucho que ver con que sea la empresa a la que se atribuye la implantación del sistema de franquicia en su concepción actual.
La verdad es que un tipo avezado como Kroc no tuvo que esforzarse en exceso para poner en marcha sus planes. Y es que el negocio que habían diseñado los hermanos McDonald ya contaba en su organización con las bases de la franquicia.
Habían desarrollado una imagen del negocio singular y atractiva, que llegaba a sus clientes convertida en un local en perfecto estado de revista a cualquier hora del día. Pero sobre todo habían elaborado una forma diferente de organizar y gestionar el negocio, que comprendía desde el funcionamiento de la cocina a la toma del pedido, presentación y entrega. En esencia, aquel restaurante californiano era puro fast food, aunque ellos aún no lo supieran.
Aquel restaurante tenía marca, una imagen diferenciada y reconocible, y además contaba con un saber hacer, o know how en su acepción inglesa, propio. Por tanto, reunía dos de las características más importantes para convertir una empresa en franquicia.
Además, la compañía de Kroc fue capaz de sistematizar ese saber hacer en manuales accesibles a terceras personas, lo que le permitió establecer un sistema de transmisión de conocimiento y formar a sus nuevos socios.
Todas estas características convirtieron su restaurante en fácilmente replicable, así en una primera fase llegó a todos los rincones de su Estados Unidos natal y pocas décadas después a medio mundo.
McDonald’s ha sabido sacar partido a esa posición de liderazgo para ser siempre el operador de restauración de comida rápida que dice hacia dónde se dirige el mercado. Ejemplos a lo largo de su historia hay muchos. Sirvan para ilustrar recordar su poderosa maquinaria de comunicación, o decisiones como la de introducir una carta –digamos- más ligera, en consonancia con las demandas de unos consumidores interesados en una alimentación saludable, o la conversión de sus espacios en agradables cafés para cubrir con mayor eficiencia las horas valle propias de cualquier restaurante.
Es probable que el negocio que tengas en tus manos no sea una perla en bruto como la que encontró Ray Kroc, o quién sabe…
Si te preguntas si tu empresa es franquiciable, no dejes de analizar de forma fría y objetiva si tienes una buena marca, imagen propia y diferenciada, si has desarrollado un saber hacer singular, capaz de ser reproducible en otros emplazamientos por otras personas, y si puedes ir renovando el negocio para ajustarlo a las nuevas demandas.
Si la respuesta es sí, tienes lo que tiene que tener una franquicia. No dejes de mantenerte atento a este blog porque juntos vamos a seguir profundizando en esta sorprendente fórmula de cooperación empresarial. Mientras tanto, felices negocios.
Foto @DávidSt. Photography, distribuida con licencia Creative Commons BY-2.0