La Inteligencia Artificial es más que chatbots y servicios de búsqueda en línea, y uno de sus principales ejemplos son los conocidos agentes de Inteligencia Artificial. Pero, ¿qué son exactamente y cómo benefician a las empresas?
Para dar una idea de su impacto, el tamaño del mercado mundial de los agentes de IA se estimó en 4.200 millones de dólares en 2022, y se espera que alcance los 88.100 millones en 2032, según proyecciones de la firma analista GMI.
¿En qué consisten exactamente? Según Forbes, estos agentes de IA son herramientas (programas) capaces de realizar tareas complejas de forma autónoma, desde que se les solicita hasta que se produce un resultado.
En otras palabras, son sistemas diseñados para percibir su entorno, tomar decisiones y emprender acciones para alcanzar un objetivo o conjunto de objetivos, utilizando herramientas como el Machine Learning.
A diferencia de plataformas masivas como ChatGPT o Gemini, estos agentes de IA pueden aprender y llevar a cabo acciones de forma autónoma, sin intervención humana y afectando áreas que van desde la conducción autónoma en coches hasta el servicio al cliente.
No todos los agentes de IA son iguales
Aunque comparten su esencia en la automatización de procesos, los agentes de IA se pueden dividir en varias categorías según su uso, si son reactivos o proactivos, si tienen un entorno fijo o dinámico, y si son sistemas unipersonales o multiagentes.
Como su nombre lo indica, los agentes reactivos responden a estímulos de su entorno, lo que a su vez genera acciones. Los proactivos, en cambio, se anticipan y planifican la consecución de sus objetivos.
En lo que se refiere a entornos fijos, se trata de conjuntos estáticos de reglas sin cambios, mientras que los dinámicos cambian constantemente, lo que obliga a los agentes a adaptarse de forma constante.
Los sistemas multiagentes son varios agentes trabajando en conjunto para alcanzar un objetivo común, coordinando sus acciones para lograrlo.
Como vemos, un elemento clave para los agentes es su campo de acción, su entorno. Por lo tanto, en esencia, un agente puede ser visto como un sistema que percibe su entorno a través de sensores (piense en un drone autónomo) y actúa sobre éste a través de actuadores.
Algunos ejemplos
Aunque usted no lo sepa, es muy probable que haya interactuado con estos agentes de IA, desde el asistente digital de su teléfono hasta los sistemas de recomendación en plataformas de comercio electrónico.
Esto sin mencionar casos ya conocidos como los chatbots de atención al cliente en retail o los bots que se usan en el mercado de valores para comprar y negociar acciones de forma autónoma. Es más, los mismos asistentes de escritura en plataformas en línea como Grammarly son agentes de IA.
En otras palabras, los agentes de IA están por todas partes y siguen creciendo de la mano de otras tecnologías como la robótica y el Internet de las Cosas, permitiendo monitorear pacientes desde sus casas, vigilar propiedades, verificar que no haya intrusos en los sistemas de cómputo (ciberseguridad), e incluso combatir incendios y comprar alimentos para su casa.
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